Capitulo 33

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- ¿Es por lo de ayer? – frunzo el ceño, realmente preocupado por saber qué es lo que todavía le molesta. Y podría apostar cualquier cosa, al decir que hay algo que no me está diciendo.

- No, no… - niega rápidamente.

- ¿Te ha venido la regla?

__________ sonríe.

- Supongo que pronto, tal vez por eso estoy así.

- Cosas de mujeres…- abro bien los ojos, frotando mis manos sobre sus hombros. - ¿estabas preparando algo? – muerdo mi labio inferior. – Espera… ¿tú estás preparando algo?

- He mejorado, Justin.

- Sí pero…

- Confía en mí, puedo hacer las cosas bien cuando de verdad quiero hacerlas. – se pone de espaldas y yo apoyo mi barbilla sobre su hombro izquierdo.

- Dímelo a mí. – susurro contra su oído. – Puedes hacer muchas cosas bien cuando te lo propones… especialmente con esas manos. – canturreo despacio, poniéndole un poco de doble sentido a nuestra conversación.

- ¡Pervertido! – me reprende, volteando su rostro para encontrarse con el mío. - ¿Por qué estoy enamorada de ti?

- Me deseas. Me amas. Qué sé yo. Soy prácticamente irresistible.

Ella pone los ojos en blanco.

- Y bien… ¿qué vas a preparar con esas manos?

- Es que si sigues diciéndome eso no podré preparar nada.

- Mnh… te pone.

Vuelve a poner los ojos en blanco, dejándome descansar sobre su hombro. Y nos mantenemos quietos y callados mientras tanto. La observo cocinar, siguiendo al pie de la letra los pasos que relata una revista de cocina. Y es que de otro modo ella no podría cocinar, pero lo hace muy bien hasta ese momento.

Solo en ese instante, mi mente puede por fin debatir sobre el problema que Kate ha tenido en toda la mañana. Las malditas llamadas frecuentes. Y todo encaja tan perfectamente, como si cada paso estuviera planeado. La muerte de la madre de ________, los robos, las llamadas… incluso la información que mi madre me ofreció sirve. Todo está tan malditamente claro. Puedo saber que son ellos, tanto como puedo saber que me quieren a mí. Pero hay todavía muchas cosas que no me quedan claras. Hay todavía tantas cosas que no puedo adivinar, sin antes tener todo el problema en mis manos. ¿Cómo han localizado mi casa? ¿Cómo han obtenido mi número? Hay piezas que no quedan claras, sin embargo hay algo que puedo deducir de todo esto, y es que alguien está siguiendo nuestros pasos. Que alguien…que uno de ellos está entre nosotros.

El pensamiento enfría mi piel.

Después de todo, aquellas llamadas no han significado más que una simple advertencia. Y ____________ es lo suficientemente inteligente como para sospechar que algo extraño está pasando si le pido que nos mudemos en este momento, al menos por un tiempo. Joder… ¿qué debo hacer?

- ¿Me has escuchado? – me pregunta, con una sonrisa en los labios.

- Sí… - miento. ___________ pone los ojos en blanco.

- Que veas qué está haciendo Sofia. – me repite, concentrada en su faena.

Asiento, antes dándole un beso en el cuello como despedida. Mientras camino por el pasillo, buscando a Sofia, saco el móvil y busco el número de Travis en la lista de contactos. Él tiene que saber toda esta mierda cuanto antes… pero al hacerlo, noto la falta de mi billetera en el bolsillo trasero de mi pantalón. Intento hacer memoria rápida de donde he podido dejarla, pero no puedo saber exactamente donde he podido dejarla o tal vez… olvidarla.

- ¡Papi! – me llama Sofia, desde su habitación. Estando a un paso de ella, entro y la miro sobre el suelo, con muchas hojas de papel y varios crayones de colores esparcidos por el suelo. - ¡Mira! – me dice entusiasmada.

En sus manos trae varios dibujos más que me entrega con ilusión en los ojos. Me siento sobre su cama, chocando los pies con algunas tazas de té y haciéndolas sonar. Ella me reprende, diciéndome que tenga más cuidado y las recoge del suelo.

- Wow… ¿los has hecho tú? – le pregunto con una sorpresa divertida. Ella me sonríe, contenta. Pasos las hojas de papel, una tras otra. En un dibujo está _________, con un vestido y un bolso; en otro estoy yo, con pantalones y una cazadora azul. Hay muchos en los que aparecemos los tres y hay uno en el aparece Travis y Emily. Puedo reconocerlo por la moto que ha dibujo a su costado; y puedo reconocerla a ella por el color de su cabello. Sin embargo… hay un dibujo que llama todavía más mi atención. Un dibujo fuera de lo normal y extrañamente, no logro identificarme a mí, a ________ o alguien que Sofia conozca. Lo que veo eriza mi piel. – Nena… - susurro, atrayéndola hacia mí. - ¿Quiénes son ellos?

Le pregunto. Ella solo sube los hombros, sin saber qué decirme. Y probablemente no tenga idea de a quiénes ha dibujado en aquella hoja de papel. Aquella, donde hay muchos hombres vestidos de negro, reunidos en un edificio, con el ceño fruncido y dinero en las manos.


****


En su mirada solo estaba el reflejo de toda la ira acumulada que sentía en ese momento. Sus manos estaban adornadas por venas gruesas y protuberantes que solo demostraban bien su estado de ánimo. Y renegaba de nuevo.

- Maldita sea, contéstame. – dijo en voz alta. El semáforo que estaba frente a él le ordenaba que bajara la velocidad. Intentó llamar a Travis un par de veces más, pero este no respondía. Y sus nervios aumentaban. ¿Dónde demonios podía estar?
Apretó el acelerador de nuevo, volando en medio de las calles de New York.

Había tenido que decirle a __________ que había surgido un problema en su trabajo y que no podía ser inmune a él. Y aunque ella no había quedado totalmente satisfecha con la excusa de Justin, al menos no había optado por preguntarle más. En cuanto a Sofia, ella guardó aquellos dibujos en el mismo cofre mediano que conservaba desde hace ya mucho tiempo. Le había prometido a Justin no enseñárselos a ___________ jamás. Pues aunque esa niña no tuviera idea de quiénes eran esas personas, sentía algo dentro de ella que le hacía saber que dibujarlos no era lo correcto. Los había visto en algún momento y aquella imagen se había quedado guardada en su memoria para toda la vida.

Justin volvió a golpear el timón.

No podía permitirlo. Con él habían hecho absolutamente todo, tenía hasta el más sucio recuerdo guardado en su mente. No estaba libre de recordar esas escenas en cualquier momento. Y cuando lo hacía, casi siempre terminaba borracho en algún bar o fumando un cigarrillo. Pues para personas como él, era demasiado tarde intentar borrar las cicatrices que permanecían en la base de sus recuerdos. Recuerdos que protagonizaba su padre, recuerdo que protagonizaba Tentation…
Encendió el último cigarrillo. El auto tenía un hedor repugnante, tanto que le hacía recordar aquellas noches cuando se perdía en olor del cigarro solo para olvidar a ______________.

- ¿Qué sucede? – Travis respondió en la otra línea. Justin trató de mantener la calma y no soltar algún sermón por no haberle contestado antes.

- Estoy frente a tu edificio, ábreme la puerta. – sentenció y colgó la llamada.

Bajó del Mustang y en pocos minutos se encontró en el último escalón del edificio en donde Travis vivía. Localizó rápidamente su departamento, y justo como le había dicho, la puerta estaba abierta.
Dentro del departamento también estaba Chaz. Tenía una lata de RedBull en la mano derecha y recibió a Justin con una sonrisa, y una de sus frases imprudentes de siempre.

- Mira quién está aquí, ¿te han soltado la correa por esta noche? – preguntó riendo. Justin se limitó a entrar al departamento, tirar la colilla de cigarro, y quedarse callado hasta que Chaz terminara de bromear con él. – Esto tiene que ser un milagro. – continuó Chaz.

Travis también decidió quedarse callado. Solo le había bastado observar el semblante duro de Justin como para entender que algo le sucedía.

Tentation 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora