• Capítulo 102 •

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El corazón de Amaterasu ya había aceptado la realidad que estaba viviendo, sus emociones y sentimientos estaban mezclados: Dolor, sufrimiento, desesperación, enojo, amargura, agobio, angustia, ansiedad, culpa, decepción, derrota, desaliento y rencor.

—Mi vida solo fue una mentira, una dolorosa mentira que creía hermosa y perfecta. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Acaso ella no quería que estuviera con papá? ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué me interesa saber desesperadamente las respuestas?—

 ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Acaso ella no quería que estuviera con papá? ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué me interesa saber desesperadamente las respuestas?—

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El pequeño vidrio que mantenía el equilibrio de las emociones y el estado de Amaterasu para que siguiera en pie iba rompiéndose con cada recuerdo.

Papá, cuando sea grande quiero ser una gran ninja como tú—. le dijo a Hiruzen enorgullecida de ser la hija de uno de los hombres más fuertes e importantes de la aldea, su pequeña meta de cualquier niño de su edad era seguir los pasos de su padre.

Sus recuerdos cuando tenía tres años iban inundando su mente. Un gran trozo de ese cristal cayó rompiendo en pequeños pedazos convirtiéndose en algo difícil de restaurar.

—¡Asuma-nii, enséñame ninjutsu!— la pequeña niña de tres años pedía con toda su voz ser entrenada por su hermano que consideraba un ejemplo a seguir

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—¡Asuma-nii, enséñame ninjutsu!— la pequeña niña de tres años pedía con toda su voz ser entrenada por su hermano que consideraba un ejemplo a seguir.

—Esta bien—. el jovén pelinegro cedió sonriente a la petición de su pequeña hermana.

—¡No puedo hacerlo hermano!— la pequeña tallaba sus ojos llorosos con rabia. Sus intentos se hacer un jutsu de fuego de bajo nivel la hacían enojar, empezaba a creer que era débil pero Asuma la consolaba para que no se deprimiera.

No te preocupes Amaterasu, soy tu hermano y siempre estaré ahí para enseñarte todo lo necesario para que seas alguien mejor que yo. Si entrenas duro seguramente dominaras todos los jutsus de fuego que existen—. le dió un cálido abrazo donde podía sentir el gran sentimiento de hermandad con él.

Otro pedazo de vidrio cayó, poco a poco iba perdiendo su razón de existir.

Otro pedazo de vidrio cayó, poco a poco iba perdiendo su razón de existir

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El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora