Templo Mercurio

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Pese a no haber vuelto a tocar el tema, a Hera se le antojó cada día un poco más, entrar al templo de Hermes, precisamente por su tajante negativa y antes que pudiera proponerlo, le vio sonreírle casi con burla, "no serás la primera, no alcanzarían los días para recorrer ese laberinto" le advirtió un día, como si pudiera leerle la mente y eso solo la intrigó más

No recordaba que ese templo fuera tan grande, una de las musas de Apolo, la escultora y Hefesto lo habían edificado y era tal como los demás, pero algo en la mirada de la reina bastó para que Hermes se lo planteara y al terminar el día, fuera él quien le retuviera dejándole el casco alado puesto, alzándose del suelo de inmediato como para abrazarse a él por inercia

-Solo es tener equilibrio, ven, te mostraré que es un verdadero templo- le prometió y sujetándola de la muñeca emprendió vuelo hacia su templo dejándola sin distinguir nada hasta detenerse frente a la construcción- entra- la autorizó recuperando su casco antes de seguirle los pasos

Al entrar, Hera vio lo básico de un templo, se aprendió el aroma al incienso cítrico que la sorprendió, ni siquiera creía que tal esencia pudiera existir, las antorchas iluminando su totalidad, las columnas, los camastros al fondo al lado derecho, el agua de ofrenda y su estatua en el centro y frente a ella, los cojines. Se quedó viendo unos segundos la estatua alcanzando a asombrarse de la exactitud entre el mármol y el dios, a diferencia de las hechas por mortales, se notaba la mano divina en esa estatua y a su espalda se escuchó un chasquido de dedos

Hera giró a verle encontrándose con otro templo, uno repleto de tesoros, vitrinas en oro que formaban cientos de pasillos, todos hasta el techo con objetos inimaginables y antes que alcanzara a acercarse a alguno, otro chasquido se oyó; ahora adentro era un prado protegido del sol y al revisar con cautela, vio que afuera, pastaban sus rebaños y adentro se tenía los corrales dónde dormían; sonrió con ternura de imaginar el día que decidió que debían tener techo para que no se mojaran o pasaran frio; otro chasquido sonó y ante ella se alzó un laberinto de roca; otro más y se veía a su alrededor montañas de dinero; otro y al retroceder todavía asombrada del oro acumulado, derribó una pila de mapas que empezó a alzar antes de oír otro chasquido alcanzando a ver que el mapa del mundo en el suelo, como el que tenía el templo del panteón se desvanecía dejándole paso al siguiente templo. Retrocedió de inmediato al ver un árbol negro, con solo ramas de las cuales se vertía agua cristalina y parecía llamar y destellar con tal fuerza como para no necesitar antorchas, se sintió el ambiente frívolo y como hipnotizada intentó tocar el agua, pero Hermes la retuvo llegando a su lado

-¿Qué es?- dudó viendose en el agua

-Agua del rio Estigia, es una especie de portal directamente al inframundo- le explicó viendo el agua que caía sobre la fuente- cambia de color ante el llamado de Thanatos, es una de las caras más sombrías de este templo- admitió volviendo a chasquear los dedos antes que el sonido de las almas empezaran a escucharse en el templo, no le apatecía que ella escuchara aquello

Quedaron en otro, uno de pistas iluminadas por antorchas con todas las preseas imaginables y bustos de los mejores atletas y a la orden de Hermes quedaron en otro templo con cientos de trastos y cachivaches, era un desorden por completo, fue lo primero que reparó Hera, cacharros y basura alcanzó a pensar y solo en ese momento recordó que él, solía ser inventor en sus tiempos libres, Hefesto también.

Que extraño era que tuvieran algo en común su despreciable hijo y su amante, a su alrededor se podía ver pergaminos e invenciones en las vitrinas, sobre mesas más papiros y otros vueltos bolas arrugadas tirados en el suelo, seguramente cada uno con una idea diferente; materiales de trabajo por donde se mirara y cientos de piezas esperando volverse algo de utilidad; fue un arranque que la invadió cuando le besó con agrado, notando por primera vez que las diestras manos del ladrón, no eran suaves, ni de seda como recordaba o eran en sus sueños, sino laboriosas; cortó el beso ante su chasquido, y ya miró fascinada tratando de imaginar lo siguiente que vería

Ferviente Tentación [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora