Ú n i c o

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-¡Señor! Namjoon ha enviado otro mensaje.

-¿Ah, sí? ¿Qué dice?

-Dice: "Al llegar la media noche recorreré todo Egipto. Marcaré las casas de los israelitas con sangre de cordero para que el Ángel de la Muerte no les haga nada. En cuanto a los egipcios, sin embargo, les será arrancado el primogénito, tanto de hombres como animales."

Seokjin analizó la situación. Era otra plaga. Y al ver que las anteriores se habían cumplido, realmente esta no tenía motivo para ser falsa.
No podía darse el lujo de perder a su primogénito.

-¡Jungkook!-mandó a llamar al General de la Guardia Real.

Este no tardó en llegar.

-¿Sí, señor?

-Imagino que ya te has enterado de la noticia, ¿verdad?

-Acabo de escucharla, señor.

-Bien, eso es bueno. ¿Puedo encomendarte la vida de Taehyung?

-Sí, señor. Lo protegeré como si mi vida dependiera de ello. Usted no perderá a su primogénito.

-Gracias, Jeon, sabía que podía confíar en ti.

Jungkook asintió con la cabeza y salió rumbo a la habitación del Príncipe de Egipto. Se quedaría ahí para hacerle compañía hasta la media noche.

[...]

Habían pasado ya unos quince minutos de la media noche. Los gritos se oían cada vez más cerca del palacio.

-Señor, debemos irnos.-anunció Jungkook.

Taehyung asintió y se levantó de su cama, caminando hacia el guardia y tomando su mano.

-No creo que mi padre esté de acuerdo con esto.-canturreó.

-Tu padre no está de acuerdo en muchas cosas, este es el menor de sus problemas.

-Bueno, en eso tienes razón. Debemos irnos, ya.

Jungkook asintió y salió en silencio de la habitación, siendo seguido por Taehyung. El palacio estaba relativamente a oscuras así que podían no ser vistos sin problemas.
Bajaron las escaleras hasta la entrada principal. Todo parecía ir muy bien, hasta que el Faraón los interceptó.

-¿¡A dónde creen que van?!

Jungkook se alarmó y corrió lo más rápido que pudo.

-¡Jeon, detente!-gritó el Faraón, su voz denotando todo su enojo.

El Guardia suspiró y se detuvo. Taehyung le imitó.

-Señor, yo-

-Padre, lo está haciendo por mi bien. Si me quedo aquí, lo más probable es que muera. Por favor, déjame ir. No tenemos mucho tiempo.-suplicó Taehyung.

El Faraón se mostró reacio. Pero sabía que su hijo tenía razón.

-Si logras salvarlo, Jungkook, regresa con él lo antes posible. Y si no, yo mismo me encargaré de encontrarte y hacerte pagar por lo que has hecho.-amenazó.

Jungkook y Taehyung sonrieron y volvieron a la carrera.
Salieron del palacio, aun corriendo. Estuvieron corriendo un buen rato, cuánto más lejos, mejor.

-Kook... y-ya no puedo.-gimió Taehyung.

El pánico se apoderó de Jungkook. ¿En verdad el príncipe estaba cansado o quizás estaba a punto de dar su último respiro?
Se acercó a él y lo tomó entre sus brazos. Taehyung se abrazó a él y cerró sus ojos.
El Guardia mordió su labio con nerviosismo y siguió corriendo, hasta al fin salir de Egipto.
Los gritos se oían lejanos, hasta que dejaron de escucharse.
Encontró un lugar para descansar y se quedó ahí, junto a Taehyung.
Un suspiró de alivio salió de sus labios al darse cuenta que el pulso del Príncipe estaba perfecto, solo se había quedado dormido.
Ya más tranquilo, se recostó a su lado y lo abrazó, durmiéndose al rato.

[...]

El Príncipe despertó con lentitud, y sonrió al ver a su protector descansando a su lado.
Estaba vivo. Jungkook había logrado salvarlo.

-Gracias.-susurró en su oído.

-No hay de qué.-respondió Jungkook, aún adormilado.

-Oh, estabas despierto.-murmuró Taehyung, avergonzado.

-Me despertaste.

-Lo siento.

-No importa. Lo único importante es que estás vivo.

-Lo estoy gracias a ti, Kook.

El Guardia sonrió. En verdad había logrado salvarlo.

-Bueno, supongo que ya es seguro que volvamos a donde tu padre, ¿no?

-¿Dónde estamos?

-Cerca al Mar Rojo.

-No quiero regresar...

-¿Por qué no?-ladeó su cabeza, confundido- Tu padre va a estar muy enojado si no volvemos. Además, seguro cree que estás muerto.

-Prefiero que siga creyendo que estoy muerto. No quiero regresar con él... Tú mejor que nadie deberías saberlo.

-Tae, en verdad no estoy entendiendo...

-Si regreso con él, voy a perderte.

-¿De qué hablas? No voy a alejarme de ti. Mi deber es protegerte.

-No me refiero a eso.-suspiró- Kook, yo no te veo como mi protector. Empecé a verte con otros ojos desde hace mucho tiempo. Y mi padre lo sabe, no sé cómo aún así pudo escogerte para sacarme. Obviamente, está en contra de ello. Quizás confía más en ti de lo que confía en mí Pero, ¿realmente puedes culparme por enamorarme de ti? Sé que a ti te da igual, pero en verdad no quiero volver. Quiero poder seguir a tu lado aunque sea un rato más, aunque para ti no signifique nada más que tu trabajo.

El Guardia sonrió. Desde hace ya bastante tiempo se había dado cuenta de ello, pero había preferido guardar silencio; no podía olvidar su lugar.

-Entonces huyamos a un lugar en el que no seamos juzgados. Huyamos a un lugar en el que tu padre no pueda encontrarnos y podamos amarnos libremente.

-¿Lo dices en serio?-preguntó Taehyung, mostrando toda su ilusión.

-Lo digo muy en serio. Yo también quiero estar contigo de ese modo, Tae. Sabía ya que sentías algo por mí, pero era más fácil fingir que no me había dado cuenta, en especial porque tu padre está siempre al pendiente. Pero ya no más. Es nuestra oportunidad. Vámonos de aquí, juntos.

La expresión del príncipe era oro puro. Su rostro estaba iluminado por una bella sonrisa de ilusión.

Jungkook se levantó de la arena y extendió la mano al heredero, quien la tomó sin dudas.

-Huyamos, pues. Mientras estés a mi lado está todo bien.

Jungkook sonrió y tomó el rostro del contrario, acariciando su mejilla. Este se estremeció, mas no dijo nada.

-¿Puedo?-preguntó el Guardia.

Taehyung asintió, incapaz de formular palabra alguna.
El pelinegro sonrió y acercó sus labios, dejando un pequeño beso en la boca del príncipe, quien correspondió tímidamente.
Se mantuvieron juntos por unos segundos, hasta que finalmente se separaron para huír de aquel lugar que los reprimía.
Entrelazaron sus manos y emprendieron el viaje sin rumbo hacia su felicidad.

Run Away With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora