Capítulo IV | Elizabeth Swann

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                SELINA TENÍA LA TEORÍA DE QUE SOLO LOS RAYOS DEL SOL PODÍAN DESPERTARLA. Aquella mañana, cuando una almohada impactó de lleno contra su rostro, se dio cuenta de que había vivido años engañada, pues al parecer, el golpe de un cojín surtía el mismo efecto.

La castaña se incorporó sobresaltada para encontrar a su agresora, Elizabeth, observándola con cara de pocos amigos. Por un momento, se sintió desconcertada y no recordaba lo que hacía allí. Pero, finalmente, las pocas neuronas que en ese momento estaban despiertas se pusieron de acuerdo para poder formular una frase.

—¿De qué me escribiste ayer que querías hablar? —interrogó directamente, sin poder reprimir un bostezo.

—Al menos has tenido la decencia de no darme unos falsos «buenos días» —espetó la rubia sin ningún tipo de ironía. Acto seguido, se puso en pie y descorrió las ventanas de la habitación. El sol comenzaba a vislumbrarse, pero aún era demasiado temprano como para que nadie estuviese en pie. Al percatarse de eso, la castaña volvió a tumbarse sobre la cama y, para resguardarse de la escasa luz solar, colocó el cojín sobre su rostro—. No se te ocurra volver a dormirte.

—Pues entonces cuéntame qué pasa —respondió Selina, sabiendo que si no tenía un tema de conversación entretenido volvería a caer rendida entre las sábanas. Le costaba mucho despertarse por las mañanas.

—¿Por qué no me lo cuentas tú? —preguntó Elizabeth, con una voz menos dura, mientras cruzaba sus brazos y se sentaba sobre la cama— ¿Dónde estuviste anoche?

—Salí a la calle. Quería investigar —contestó con simpleza la contraria—. ¿Y tú porqué fuiste hasta mi cuarto? ¿Necesitabas algo? —la rubia suspiró, mientras negaba con la cabeza.

—No fui yo, fue tu padre —al oír eso, la castaña se incorporó de golpe. Antes de que pudiese decir nada, Elizabeth continuó—. Al parecer, revisó tu habitación y se dio cuenta de que no estabas, así que movilizó a varios de los empleados para que te buscaran por la casa. Reconozco que yo había pensado en escabullirme hasta tu cuarto por la noche y por eso cuando todo eso sucedió estaba despierta. Así que cuando me enteré de lo que pasaba, les dije a todos que no se preocuparan porque habíamos estado hablando en mi cuarto; pero que no entraran porque ya te habías quedado dormida.

Entre la espada y el océano | Piratas del Caribe [Jack Sparrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora