La vista de Rubén se vuelve oscura y sus oídos distinguen pasos, muchos pasos. Estaba atado. Siente mucho frío y una fuerte clavada en su costilla diestra, le habían golpeado. Al fondo resonaba una voz gruesa y pausada, parece que le estaba dando indicaciones a las personas que estaban cerca de él y entonces, se remueve un poco percibiendo nuevamente aquel dolor en su torso. Sus latidos eran rápidos, podía jurar que su corazón se saldría en cualquier momento o que se detendría, estaba angustiado.
— Una vez al día, lo primero que se te ocurra.
— Vale, tío. Déjamelo aquí, yo me encargo de todo.
Tiene miedo, angustia y nervios, no sabía qué mierda estaba ocurriendo en ese momento. Sin embargo, podía percibir como poco a poco el sonido ambiental cesaba... ¿Se habían ido?
No.
Unos brazos fuertes rodearon su cuerpo, lo levantaron y lo dejaron caer contra el duro pavimento congelado. No habían palabras. Se desesperaba más de lo que ya estaba, tenía increíbles ganas de llorar.
De pronto, cuando cree que lo peor había pasado, un fuerte golpe en su estómago lo hace retorcerse de dolor. Una fuerte tos escapa de él y puede jurar que ese líquido que humedece en sus labios es sangre, otro golpe más. Aquellos desconocidos brazos lo vuelven a levantar rodeando su cuello, no podía respirar y se comienza a retorcer con rapidez hasta que en un movimiento cae al suelo, estampando contra su rostro repetidas veces un puño.
— ¡Basta, por favor! ¡Por favor! —Suplica por primera vez, llorando. ¿Esa sería su muerte? ¿A manos de un desconocido, un psicópata?— ¡Duele mucho, basta!
No recibía respuesta, simplemente más maltrato físico. Así fue durante largos minutos de tortura para él, hasta que una de aquellas manos se colocan sobre su espalda, deslizándose así por toda esa zona. ¿Abusaría de él? Y lentamente, sus pantalones junto a su ropa interior se deslizan hasta llegar a sus pies atados. No fue uno, fueron dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho azotes que con una correa recibe en su trasero brutalmente haciendo que de sus ojos caigan más lágrimas de intenso dolor, muerde su labio inferior evitando llorar descontroladamente.
Siente que se va a morir.
Recibe entonces, un último golpe en la cabeza antes de caer inconsciente nuevamente.
Despierta horas después con un horrible dolor de cuerpo y se hace presente clavadas en diversas zonas de su cuerpo, llamando una más que las otras su atención. Habían abusado sexualmente de él. Su cuerpo se encontraba desnudo y junto a él una sábana era lo único que le cubría, se siente asqueado. Se levanta divisando así en el suelo su ropa interior, se la coloca y abre una puerta que había en un costado, era el baño. Se acerca al inodoro y comienza a vomitar, vomita todo lo que puede, siente odio hacia sí mismo y todavía, no comprende por qué estaba allí.
"Me quiero matar, me voy a matar."
Y se levanta así rápidamente, sujetándose del lavabo con ambas manos, no había comido nada y eso le estaba jugando mal. Estaba furioso. Estaba triste. Estaba asustado.
Sale del baño y cae al suelo, siente como su presión comienza a bajar y como su cuerpo se enfría.
Cierra los ojos unos segundos.
Los abre.
Una manta está recubriendo su cuerpo y a su lado, había una bandeja la cual contenía un plato y una cuchara, en su interior, algún tipo de comida la cual no tenía buen aspecto.
Escucha pasos.
— ¡Dejadme salir! —Grita con las pocas fuerzas que tenía y siente aquellas conocidas ganas de vomitar nuevamente.— ¡Decidme qué mierda hago aquí!
— Tú padre debe dinero. —Obtuvo respuesta de una voz ciertamente aguda pero no a tal extremo de ser femenina, se voltea para ver de dónde venía esa voz y lo encuentra; es un hombre de unos cuántos años más que él, alto, de tez blanca y barba, en su mano llevaba un móvil.
— ¿Tú abusaste de mí? ¡Hijo de puta! —Se acerca rápidamente a la reja que había en la entrada a la habitación y recibe como respuesta un golpe de corriente que lo hace ir hacia atrás.— ¿Qué mi-mierda...?
— Mantente alejado. —Los ojos de aquél hombre eran oscuros, casi sin brillo propio pero profundos, eran únicos. Jamás había visto otros iguales.
— ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿Por qué yo? —Rubén estaba aún con ropa interior y pálido, se seguía sintiendo como una verdadera mierda.— ¡Responde, gilipollas!
— Solo sigo órdenes. —Se limitó a contestar, el castaño se siente tan vulnerable que simplemente comienza a llorar otra vez, habían abusado de él.— Adiós.
En su interior, lo consumía la ira y se coloca de pie y caminando hasta un escritorio vacío que había, levantando la silla y rudamente la avienta contra la pared, rompiéndole una de las patas, volviendo a tomarla y repite la acción, destruyendo así el respaldar.
Su padre, claro que se trataba de él. No es la primera vez que se mete en problemas por SU culpa, jamás olvidaría como a los 10 años de edad una pistola apuntó a su cabeza en una "reunión familiar". Era un verdadero hijo de puta, lo odiaba con toda su alma y está seguro de que no hará nada por recuperarlo, probablemente se cambiará de país y fin. Annette, su madre, es la única persona que vale la pena.
Lo único que pedía, era salir con vida de todo esto.
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R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜ
Fanfiction(𝘌𝘭 𝘴𝘪́𝘯𝘥𝘳𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘌𝘴𝘵𝘰𝘤𝘰𝘭𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯.) Rubén Doblas es secuestrado por un chico de ojos oscuramente bellos. ❝ Estoy obsesionado, desesperado Muero por tenerte de frente... ❞ ✞ 𝘋𝘰�...