¿Cómo mantener a flote un navío?

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La tarde pasaba con naturalidad en el Quimera, donde su capitán planeaba el mejor curso para desembarcar en algún puerto cercano, en busca de raciones que faltaban.

Habían tenido una buena racha, ya que, desde la llegada de cierta chica castaña, se habían vuelto "expertos" en la diplomacia.

A pesar de que Simbad se jactaba de eso, todos en la tripulación eran conscientes de que Bella era la que más influencia tenía. Al ser versada en la lectura, su labia era mucho más avanzada que la de Simbad, además de que un rumor que se esparció como fuego es que ella salvó a un príncipe de la muerte y este le dejó vivir un tiempo en su castillo.

Por lo tanto, la reputación de la mujer era más bien la que ayudaba en el caso del capitán, ya que, gracias a la misma, ahora tenían un benefactor que pagaba una buena suma de oro por distintos encargos.

Si el capitán de la nave era honesto consigo mismo, sentía bastante curiosidad acerca del pasado de la mujer. No es que no hablara de su pasado por algo realmente oscuro, Kale le había interrogado acerca de su lugar de origen durante una de las cenas en las que prácticamente todos coincidían —por una vez—, y ella respondió con amabilidad a todas ellas.

El castaño se dio cuenta, entonces, que la chica simplemente no iba por la vida relatando la historia de su vida. El imponente hombre moreno a quien consideraba su mejor amigo, se lo recordaba cada vez que la ocasión se presentaba.

Una vez estuvo seguro del curso que podía ser tomado, fue a cubierta para anunciar el cambio de curso y dar las indicaciones necesarias a la tripulación.

Una vez hubo terminado, Bella emergió de la trampilla de la bodega.

Llevaba consigo unas cuantas herramientas que el capitán reconocía como las que usaban para reparar la maquinaria fundamental del navío.

Cuando la mujer por fin le dirigió la mirada, él la observó con una ceja alzada. Su contraria simplemente negó con la cabeza, seguramente atribuyendo el gesto dirigido hacia ella por alguna desconfianza del capitán hacia ella. No tan lejos de la marca, pero no exactamente eso.

—Noté que había una fuga de en la bomba de agua, así que le pedí a Rata que me dijera donde se encontraban las herramientas —meneó una estas para enfatizar su punto.

—¿Sabes manejar eso? —a pesar de que el hombre se mostró altanero, pudo notar por el rabillo del ojo como su mejor amigo lo juzgaba con la mirada.

De alguna forma, se sentía aún más intenso que cuando se mostraba así con Marina, quien había dejado el Quimera cuando encontró la forma de conseguir un navío comandado por ella misma. Resulta que, a final de cuentas, las personalidades de la expareja eran demasiado chocantes para una relación estable a futuro.

Sin embargo, la mujer frente a él no tomó el anzuelo y simplemente contestó:

—Mi padre es un inventor. Tengo algo de experiencia con las máquinas aún si no soy una experta. Se la suficiente teoría.

Teoría. Claro.

A pocos metros de ellos Li intercambió monedas con Jin. Habían apostado en la cuestión de si Bella y Simbad se envolverían en una discusión, como solía ser con la otra mujer.

La hija de Maurice, a decir verdad, era más calmada y sólo había sostenido discusiones intensas con el capitán cuando este era lo suficientemente terco como para no dejar morir un tema.

Cuando no apoyaba a los demás en sus labores, la mujer castaña se sumergía en los libros que había convencido al capitán de conservar. La mayoría de estos hablaban del funcionamiento de un navío y los cuidados pertinentes que este debe recibir. Eran el argumento perfecto para cuando algo no funcionaba y Simbad trataba de evadir su solución. Eso, y Kale le solía dar la razón.

¿Cómo mantener un navío a flote?Where stories live. Discover now