La biblioteca de la universidad se veía bastante organizada. Las estanterías estaban ubicadas una a una, con el mismo espacio de separación entre sí, al igual que las mesas. Los libros estaban ubicados por orden alfabético y el centro de ayuda, aunque parecía vacío, mantenía una pulcra limpieza. No había rastros de polvo por ningún lado y la madera se veía brillante.
Boston dejó de tocar el timbre de la barra cuando el encargado salió tras la puerta de la cabina, deteniéndose en seco al vernos. Por su cara, no era difícil suponer que no le había agradado del todo nuestra presencia.
—Así que aquí estás cuando no estás en casa. —le dijo Dallas, aguantando una sonrisita divertida.
—Pero, ¿Qué demonios hacen ustedes aquí? —nos dijo Malik de mala gana, soltando unos libros que cargaba sobre la barra de madera—. Es que no me pueden hacer la vida más insoportable.
—Siempre tan cariñoso. —murmuró Asaf, negando.
—¿Malik? —Boston parecía acabar de entender que Malik trabajaba en la biblioteca. No se molestó en disimular su desconcierto—. ¿Trabajas... Aquí?
Dallas rodó los ojos, poniendo una expresión cansada.
—Es más que obvio que trabaja aquí, Boston.
—¿Y desde cuándo te gustan los libros?
Malik apretó los labios, evidentemente harto de hablar de sí mismo. De las veces que había estado con él, en ninguna se veía cómodo. Realmente no parecía gustarle la compañía de mucha gente. Sospechaba que no importaba la conversación que tuviera, seguiría estando harto de hablar. Era un poco odioso y cascarrabias.
—No, no me gustan. Y como no hace falta que me gusten para trabajar aquí, pues sigo en lo que estaba. Ahora, váyanse.
Tomó los libros de la barra, uno a uno, revisando los títulos y anotándolos en una hoja. Nos ignoró categóricamente, casi como si no estuviéramos ahí de pie.
En eso, una señora canosa con un carnet con su nombre colgando de su camisa, se acerca para dejar un libro sobre la barra. Malik trata de relajarse lo más que puede una vez que la nota, pero es inevitable que siga serio.
—Me ha encantado el libro, mi niño. Concuerdo contigo, Spencer es buen agente. ¿Cuándo me recomendarás el siguiente, cariño?
Malik cierra los ojos durante un momento, implorando paciencia, y los abre forzando el mejor intento de una sonrisa simpática, que básicamente era tensar los labios. Por suerte, ella no se da cuenta de nada. Me muerdo el labio para aguantar una risita.
—Venga mañana, Gladys. Le tendré la copia para su clase.
La señora le sonríe, llena de dulzura, y nota nuestra presencia cuando se gira para irse.
—¿Ustedes también están tomando criminología en la universidad, pequeños?
—La verdad, señora, ni yo aspiraba ser abogado. Policía menos. —dijo Boston, distraído jugando con una pelusa sobre la barra.
—Malik nos contaba lo mucho que le gusta leer, ¿No? —Dallas miró a Malik, que lo asesinaba de mil formas diferentes con la mirada—. Somos sus amigos.
—Compañeros de piso. —se apresuró en aclarar, otra vez de mala gana.
—Hermanos, más bien —le corrigió Asaf a Malik, tendiendo su mano a la señora. Le dedicó una sonrisa coqueta—. Yo soy Asaf Habib, próximo médico de la nación.
—Lo que nos faltaba, que se nos pusiera presuntuoso. —murmuró Boston, bufando.
Gladys, encantada, estrecha la mano de Asaf mientras Dallas se limita a poner los ojos en blanco. Sí que era lo que faltaba que a Asaf le gustara ser el favorito de las señoras. Como si no fuera suficiente ser el favorito de todo lo que se moviera.
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Asaf y la alerta de auxilio
Fiksi RemajaSin preocupaciones, Sin compromisos, Con sonrisas que olvidan sus defectos, Un arrogante innegable, Irreverente de nacimiento, Y un buen chico de corazón. Así era Asaf. Y pronto no pude evitar caer en él. En su bonita destrucción.