Esta mañana mi cuerpo se proclamó Diosa.
Ajeno a mi.
De centro humeante, de boca amante.Despertó con rosas brotando de sus poros,
Con las pupilas del perímetro de la luna.
Dejó derramando sus sueños al borde de la cuna.Gotas de rocío adornan su piel dorada, y mojan la sábana de su cama.
Carne tangible en un cuento de hadas.
Llave de un túnel infinito que tu amor traspasa.Un suspiro en la mirada que se cuela en las venas,
Una promesa evaporada en el candor de las velas.
Litros de caricias que por un momento llenan las arcas. Que sacian la sed y calman las ganas.Risas que se impregnan en la suavidad de la almohada, que se clavan en la superficie de nuestras gargantas.
Pero la tarde se encoge y regresan los sueños.
El anhelo;
Uno que no calma ni con el amor de dos dedos.Diosa cuyo cuerpo delira.
Que da manzanas a cambio de rimas.Sirena sombría, que rechaza el fervor del día.
Guarda en su corazón el por qué de su agonía.
Tesoro que esconde entre las fibras de la brisa.Diosa nocturna, de amores austeros,
A veces ni yo puedo entenderlo.Cuerpo frágil e inquieto,
Dime cómo atravieso tus huesos,
Mis huesos,
Que se envuelven en hierro.Quiero besarte, decirte que te quiero.
Que eleves las anclas, y ahogues pasajeros.Diosa de mi templo.
Piel fragmentada en una hojarasca de invierno.
Tan brillante y oscura al mismo tiempo.
Regresa a mi de nuevo, que mi alma necesita del refugio de su cuerpo.Mi cuerpo, libre de miedo.