Capítulo 5. Cicatrices

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La mañana era calma, totalmente tranquila. Las nubes acechaban el cielo de la ciudad con parsimonia, intentando decidir si aquel era el momento adecuado para descargar sus precipitaciones.

Pero aquello ya no era responsabilidad de nadie; simplemente se trataba de un fenómeno atmosférico común y corriente.

El trascurso de la vida era el normal. Los ciudadanos compraban en los mercados, los niños jugaban en las plazas y el gremio de magos de Fairy Tail seguía trabajando.

Algo que había cambiado era la relación de Gray y Juvia, que ya llevaban algunos meses conviviendo juntos en la casa del mago de hielo. Todo había sido un torbellino de emociones para ambos. Aunque la que lo expresaba más efusivamente era Juvia, para Gray todo se estaba desarrollando de la misma forma.

No es fácil acostumbrarse a una persona, pues todos tenemos nuestras manías y fallas, detalles que pueden incomodar al otro, pero a los que nos tenemos que amoldar si lo que queremos es estar al lado de alguien. Y ambos, poco a poco, lo estaban logrando.

Gray dormía pesadamente y la chica de cabello azul no hacía más que mirarle el rostro relajado, ensimismada en las líneas que formaban su cara y en el pensamiento de que todo aquello era real. Había valido absolutamente cada hora, cada minuto y cada segundo que había esperado para que sus sentimientos fueran correspondidos.

Todo, así, seguía su curso.

Gray-sama –llamó la chica despacio, mientras movía con cautela el cuerpo del mago de hielo para despertarlo.

Como respuesta, el chico sujetó la mano de Juvia, que estaba posada en su hombro desnudo, y la llevó hacia su pecho para que lo abrazara. Se sentía tan cálido el gesto que Juvia pensó que podría pasar el resto de sus días de esa manera. Sin embargo, era más tarde de lo que se podían permitir y debían encargarse de otros asuntos.

Gray-sama –repitió en su oído–, tenemos que levantarnos. Debemos ir al gremio.

Gray se dio la vuelta, la abrazó aún más por la cintura y escondió su rostro en su cuello. Después, empezó a besarlo lentamente.

No tenemos que ir todos los días. ¿Por qué no nos quedamos hoy aquí?

Qué tentador sonaba eso. Ciertamente, si Juvia ponía en una balanza las ganas que tenía de dirigirse al trabajo o quedarse en la cama –con todo lo que eso implicaba– con Gray toda la mañana, la segunda opción ganaba por goleada. No obstante, la pequeña Juvia responsable que vivía en su interior se activó por un momento, aunque caería dormida de nuevo en poco tiempo ante las constantes caricias de su pareja.

Gray-sama, le dijimos a Gajeel-kun y a Levy-san que iríamos a hacer un trabajo con ellos. No podemos llegar tarde –recalcó mientras cerraba los ojos, sintiendo las atenciones del chico que viajaban desde su cuello a su clavícula.

Pueden esperar un rato –le dijo y después alzó la cabeza para empezar a besarla en los labios–. Luego nos inventaremos algo.

Fue ahí cuando Juvia cedió completamente. ¿Cómo iba a decirle que no a estar con él, si era lo que llevaba esperando durante tanto tiempo? Cada segundo a su lado tenía un valor incalculable.

Tras tus huellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora