Capítulo siete: El precio de una distracción

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Despertaba con pesadez a causa de lo poco que hubo dormido durante horas de la madrugada. El pensar en lo sucedido entre él y (Tn) le robó la tranquilidad y lo mantuvo en vela hasta el alba.

Aún en medio de su inquietud hacía un par de horas, Doflamingo se propuso descansar en la habitación que siempre ocupaba cada que viajaba en ese barco, y aunque casi todo estaba destrozado, al menos pudo recostarse sin problema alguno en la cama, donde tan sólo tuvo que remover algunos escombros.

Miraba hacia el techo, pensando en que debía hablar con ella y así disculparse por haber sido un idiota sin tacto, porque claro, consideraba que fue él quien arruinó el momento, todo debido a su ansiedad de poseerla.

—La asusté... —dijo por lo bajo.

Inspiró profundo y se volteó hacia la puerta. Ese delicioso aroma que invadió sus fosas nasales, le puso al tanto de que (Tn) estaba cocinando.

Se levantó de la cama y fue directo al baño a asearse, para entonces dirigirse a la cocina. Al llegar, notó que afortunadamente aún habían alimentos y se podía usar la estufa.

La lluvia no cesaba, y por desgracia había perdido el Den Den mushi antes de llegar a la Isla Kuro, cuando emprendió su camino con el objetivo de ir por (Tn), por lo tanto; no existía manera de llamar a sus subordinados para así pedir un barco. Sin mencionar que desafortunadamente, el caracol que ella tenía era de corto alcance. A pesar de estar varados y a merced del clima inestable, él encontraba plena satisfacción en el hecho de haber llegado antes de que la intensa tormenta se apoderara de la zona, ya que al menos le haría compañía y ella no estaría sola en medio de su vulnerabilidad.

—Buenos días Doffy, el desayuno está listo. —dijo (Tn) al verlo llegar. Actuaba como si nada hubiese pasado entre ellos hacía un par de horas.

A Doflamingo no sólo le pareció extraña la actitud de (Tn), sino, que con ello lo confundió aún más. Él consideraba que las mujeres siempre eran un enigma y también, un asunto que se debía tratar con mucha cautela así como con delicadeza, más aún... si esa mujer era alguien importante en la vida de un hombre.

Tenía muy en cuenta que a veces era mejor callar para no empeorar las cosas, por lo que decidió esperar y propiciar la oportunidad para disculparse.

—Huele muy bien —manifestó, acercándose a observar lo que ella cocinaba—, y la verdad es que muero de hambre muñeca.

—Pues que bueno, porque ya casi está listo —dijo muy sonriente—. Ah, te informo que logré secar tu abrigo y quedó como si no hubiese recibido una tormenta. Trata de no mojarlo de nuevo. —le aconsejó, mientras servía café en las tazas que había acomodado sobre dos tipos de porcelana, encima de la mesa.

—No tienes idea de cuanto extrañé tu comida. —declaró, siguiéndola con la mirada. La observaba sacando la vajilla, o mejor dicho; lo que quedaba de ésta.

—Ay..., no exageres —manifestó, sirviendo el estofado en los platos—, sólo estuve lejos tres días. —añadió, recordando fragmentos de lo sucedido en ese período de tiempo.

Ahora que lo pensaba, le pareció que esos días fueron realmente agotadores, ya que no sólo tuvo que huir de los marinos que incesantemente le persiguieron, sino que también, en el tercer y último día de su encrucijada, se vio obligada a ocultarse de aquel pelirrojo con quien se encontró, dado que éste al igual que ella, estaba en busca del eternal pose hacia la Isla del tesoro.

Eustass «Captain» Kid... Sí, sin duda le fue un poco difícil lidiar con él.

 Sí, sin duda le fue un poco difícil lidiar con él

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Reina de Corazones  ━━  [Finalizado] 《1》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora