Sinceramente

17 1 0
                                    

"Y es verdad porque el mío me lleva cada noche al hueco que te nombra. 

Y le hablo y le suelto, una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas..."

Sentía completa tranquilidad. Una sensación fría recorría todas sus extremidades, y la ligereza en su cuerpo no se dejaba pasar. Un vaivén de lado a lado lo guiaba, y juraba que era arrastrado a un lugar sin rumbo por una misteriosa fuerza. Una voz susurró a su lado, con melodioso y grave timbre:

– Déjate ir, Jungkook. Déjame llevarte.

Abrió los ojos, Kim Taehyung sonreía, a lado suyo, sujetando su mano, nadando y llevando su cuerpo flotante en el agua, hacia un rumbo desconocido. Soltó una risa y se la contagió al otro. Apretó su agarre entre sus manos con fuerza y volvió a cerrar sus párpados.

– Siempre ven conmigo, Jungkook. –Volvió a repetir Taehyung.

El sonido de alguien tocando su puerta hizo desaparecer el mar donde flota, y a Taehyung nadando a su lado. Un sueño extraño, pero aun así agradecía haberlo tenido.

Kim Taehyung era la calma que esperaba luego de la tormenta. Desde que había llegado a su vida, nadie había vuelto a dirigirle una mirada intimidante o una amenaza directa. El grupo de siempre no se acercaba a ellos, quizá por respeto al nuevo hijo del doctor del pueblo. Lo que nunca se pudo evitar, fueron el sinfín de advertencias al mayor de juntarse con él.

Un día había llegado una chica mayor, probablemente de la clase de Taehyung. No había tenido miramientos en verlo sentado a su lado, simplemente había dicho con voz segura y concisa: "Jeon Jungkook es una aberración. ¿Quieres terminar como él? Sigue acompañándolo a todos lados" Taehyung no había dicho nada al instante, reservó sigilosamente su comentario hasta la hora de salida, cuando pasó justo al lado del grupo de jovencitas donde su amable compañera estaba. Levantó la voz para que todas le hicieran caso.

– JiHee-ssi es bastante desagradable ¿no les parece? –Las chicas se miraron entre sí–. ¿Quieren terminar como ella? Sigan a su lado.

Todas empezaron a susurrar cosas entre sí, y él sólo fue un espectador de toda la escena. Avanzaron hasta casi llegar a la salida, pero antes de poner un pie fuera se giró Kim una vez más, todavía todas ellas los miraban estupefactas.

– ¿O no me digan que ya lo son?

Desde aquel día, nadie había vuelto a decirles algo.

...

Aunque su casa era enorme, ligeramente más ostentosa que todas las que habían en el pueblo, y bien cuidada por dos señoras mayores que apenas si tenían contacto visual con él, se sentía fría y desolada. Su padre era un hombre importante, el dueño de una pequeña pero respetable constructora e inmobiliaria del país. Generaciones de antepasados habían logrado llevarla alto. Apenas si estaba en su casa, sus viajes a la capital y lugares aledaños no le permitían estar en contacto con su esposa e hijo.

Y su cariñosa madre, siempre siendo la respetable señora Jeon, vecina ejemplar así como mujer bondadosa y caritativa. Cuando su hijo tuvo la edad necesaria para valerse por su cuenta, había dedicado mayor tiempo a su vida social que a la crianza de su unigénito. Para él estaba su agradable y modesta tía, viuda y con un hijo universitario, estudiando en un lugar importante en Seúl.

Cuando era un niño pequeño, cinco años atrás. La soledad y el sentirse perdido en tan enorme casa estaba acabando con la alegría de un inocente infante. Un rayo de esperanza había llegado con ese pequeño que trajo el ama de llaves que recién había sido contratada. Por un descuido había entrado a su habitación buscando una pelota que cayó por su ventana, y por un mero acto de amabilidad le había invitado a salir con él.

[TK] Love, be loved. Leave, be left.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora