único.

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Otra vez

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Otra vez.

Jeongin sólo pudo atender el la llamada, sabía que era su amigo, y sabía que era de esas llamadas con un pequeño Yongbok llorando.

Odiaba verlo así, todo empezó desde aquel día en que Changbin le había gritado millones de palabras hirientes, haciendo que el pequeño australiano escape de aquel sitio y llamara a Jeongin, entre lágrimas.

Recordaba lo rota que estaba su voz, mientras daba oraciones como "él sólo me dijo que era inútil" o " ¿acaso soy su maldito juguete? ", claro, entre lágrimas y tartamudeos decía esas oraciones.

Esas llamadas se volvieron más comunes, para la mala suerte del lindo Yongbok. Jeongin era entre los pocos que se tomaba el tiempo de recibir a el menor con los ojos, labios y nariz roja, lágrimas en sus ojos, voz entrecortada y labios temblorosos.

Supo que nada estuvo bien cuando notó pequeñas marcas moradas en sus brazos y piernas, pero -a pedido de su sensible amigo- no pudo hacer nada contra aquel azabache.

Apenas contestó la llamada, escuchó la voz temblorosa del lindo Felix. No le dejó hablar, sólo le soltó un;

── ❝ Te espero con unas mantitas, chocolate caliente, películas y pañuelos, tranquilo. ❞

Escuchó como la respiración de su contra parte se calmaba y un sonido de asentimiento, asegurando que iba a ir.

Jeongin cortó la llamada y fue a su armario, buscando una manta de color celeste opaco, era entre las favoritas de Felix.

La leche caliente ya estaba, así que decidió ir hacía donde se encontraba aquella leche. Agarró un tazón con un poco de chocolate en polvo y se lo echó a las dos tazas, para acto seguido, echarle la leche caliente en éstas y revolver la mezcla.

Preparó algunas galletas dulces y llevó todo a su habitación, donde verían esas películas.

Llevó tres paquetes de pañuelos, ya que conocía al rubio menor. Demasiado. Con lo mal que se sentiría, acabaría un paquete entero ; Después con las películas, acabaría otro. ; Con la charla que le daría el mayor diciéndole que termine de una buena vez con Changbin, acabaría otro, y así sucesivamente.

Cuando terminó de acomodar todo, escuchó el timbre de su casa. Bajó rápidamente y abrió la puerta, así encontrándose con su lindo Yongbok, quien no dudó en abrazar al mayor apenas éste le abrió la puerta.

── Tranquilo, cuéntame todo, bebé. Aquí estoy. ── Susurró con dulzura el más alto, quien correspondió al instante el abrazo del pequeño Felix.

Felix sólo se dispuso a sollozar de nuevo, sólo que esta vez no sería en su casa, si no, en el pecho del mayor, en el que se sentía seguro.

Jeongin agarró a Felix entre sus brazos y lo cargó hasta su cuarto. Dejó a su lindo Yongbok arriba de su cama, en el lado izquierdo, el cuál era el más cerca de la puerta. Besó su frente y le dedicó una sonrisa, ese tipo de sonrisas que te traen paz. Dio la vuelta, para así acostarse en el lado derecho de su cama. Ya que era una cama de dos plazas, ambos estaban bastante cómodos.

── Bebé, ¿Me vas a decir qué pasó? ── preguntó, al sentir el cuerpo del contrario acercarse hasta abrazarlo por la cintura y esconder su cara en su pecho.

Felix negó, aún con su rostro en el pecho de su amado amigo. Jeongin sintió como la nariz de su pequeño Felix se restregó por su pecho al negar, algo que le causo leves escalofríos.

── Cielito... sabes que te voy a decir, ¿Por qué no lo haces? ── Volvió a preguntar, esta vez cambiando su voz de una dulce y comprensiva a una seria y seca.

Gran error.

Jeongin sintió como su camisa se volvía húmeda, gracias a que el pequeño Yongbok se había puesto a llorar, otra vez.

── Hy-Hyung, ¿U-Usted ya n-no me qui-quiere al i-igual que Ch-Changbin? ── Por fin habló el roto Felix, con su voz quebrada y titubeos.

El rubio mayor se sobresaltó al escuchar dichas palabras de su Felix, así que -con miedo a que rompa aún más- agarró suavemente el rostro del chico de pecas, para así levantarlo delicadamente y hacer que lo mire a los ojos, que estaban desprendiendo amor y dulzura.

── Felix, te amo demasiado, tanto como no amé a nadie, eres realmente muy importante para mi, por es no me gusta verte en este estado, y menos por un idiota como Changbin. ── Sonrió dulcemente. ── Eres hermoso, inteligente, amable, tierno, gracioso, sincero y sensible, no dejes que Changbin ni nadie te diga lo contrario, porque si te lo dicen, es porque están ciegos. Te amo demasiado, Felix. ── Finalizó de hablar para acercarse al australiano y dejar un beso en su roja nariz, pero otro beso bajó hasta su labio superior, sorprendiendo al menor.

Jeongin, con un poco de miedo, bajó un poco más para llegar al labio inferior del menor y así, formar un beso definitivo. No en la frente ni en su nariz, no ; en sus suaves labios.

Ese beso era tranquilo, de esos que portaban tranquilidad, protección y amor puro, sin dobles intenciones.

Al separarse, el lindo Felix sonrió, al igual que el enamorado Jeongin.

── Bueno, ¿Vemos las películas? ── Jeongin rió por la pregunta tan repentina del rubio menor, así que, mientras entrelazaba su gran mano con la pequeña mano de Felix, asintió.

── Claro, ¿Cuál quieres ver? ── Preguntó.

── Uhm... ¡La princesa y el sapo! ── Exclamó alegre, haciendo que su mayor soltara una suave risa, buscando la película.

Estuvieron hasta las dos de la madrugada viendo cualquier cosa, acostados en la cama del mayor y tapados con una manta, mientras tomaban chocolate -ahora- tibio, gracias a que tardaron en acordarse del chocolate, Con Felix acurrucado en el pecho de Jeongin y Jeongin besando la cabeza de Felix.

Esto era amor, no le importaba nada más.

Sabían que su amor era mutuo, los hacía feliz. Sólo quedaba que el pequeño Yongbok terminara con su tan malo novio, así ser feliz, al lado de Jeongin.

Ambos sentían amor.

Ambos sentían amor

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AM♡R. ( @ JE♡NGLIX )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora