La noche lluviosa continuaba azotando Konohagakure cuando Sai decidió echar un vistazo a la ventana al escuchar el suave golpeteo contra los cristales, consecuencia de las gruesas gotas de agua que impactaban en ellos.
Y vio, reflejadas en aquellas gotas, la misma tempestad que se había situado en los ojos azules de Naruto Uzumaki tras la partida de Sasuke Uchiha.
Si, ya lo recordaba. Por eso se sentía extraño ese día en particular, aunque aquel sinónimo fuese posiblemente erróneo en su persona. Después de todo y tras años de haber sido miembro de raíz, tenía sus consecuencias ahora.
Jamás ahondaba realmente en ello puesto que le parecía un tema complicado de abordar.
"Sentimientos"
Había leído infinidad de volúmenes que abarcaban dicha temática. Párrafos interminables, desglosados en aquellos libros gruesos y de pasta dura. Sin embargo, seguía sin comprender realmente el significado de los sentimientos. ¿Para qué querría él poseer una debilidad tan ridícula?
Era gracias a ello que los enemigos tendían a caer en batalla, dejándose llevar por el sentimentalismo digno de cada individuo.
"Compasión"
Y era así que recordaba cómo hacía apenas un año, su primera misión genuina junto al equipo siete había tenido lugar. Se había infiltrado de manera exitosa entre el grupo que liderara Kakashi Hatake. No obstante, fue el capitán Yamato quien se prestó a ejecutar el cargo en esa ocasión.
Sai aun recordaba lo tedioso que había resultado el hecho de tener que convivir con alguien más, en este caso habían sido Sakura y Naruto. Dos Shinobis excepcionales, cada uno a su manera, siempre con la ridícula teoría de que aquellos lazos lograrían traerlo de vuelta.
"Traición"
Sin embargo no fue así, él lo supo desde antes, cuando la doble misión le fue asignada. Danzo Shimura conocía mejor que nadie las intenciones del Shinobi desertor de Konoha. A pesar de sus métodos poco ortodoxos, él siempre estuvo consciente del peligro que representaba el joven llamado Sasuke Uchiha.
Pero a Sai no le importaba en lo mas mínimo conocer las verdaderas intenciones del joven Uchiha. El solo debía cumplir con su deber, nada más. Para eso estaba él en raíz, para servir a sus superiores a como diera lugar.
Fue entonces que tuvo la oportunidad de acercarse a él, y vio reflejadas en las incipientes orbes azules una determinación como ninguna otra, un deseo perpetuo que ocultaba una promesa.
Promesa que descubrió cuando él se lo dijo. Y las palabras calaron hondo en su persona. En ese momento y tras hallarse en el escondite de Orochimaru, Sai no pensó en nada más que lo enunciado por el muchacho de ojos azules.
Y quiso descubrir de qué se trataba, aun si llegaba a fallar en su misión. Optó por arriesgarse cuando Naruto lo hubo inspirado a concluir el dibujo de su fallecido hermano. Había estado bloqueado por tantos años y bastaron unas cuantas frases de aliento para completarlo.
"Felicidad"
Y reparó en la enorme sonrisa que esbozaba Naruto, un gesto del que él no había podido darse el lujo de adaptar. Siempre forzando sus facciones en una mueca hipócrita que, lejos de engañar al resto, terminaban por aislarlo aun más.
Pronto su misión quedó relegada a segundo término. El quería saber más, ansiaba, de alguna manera, desvelar el misticismo que para él generaban las emociones, pero todo había terminado de una forma en la que nadie hubiera podido prever.
"Enojo"
Recordaba vagamente haber fruncido el ceño al escuchar el veneno traspasar en la imponente voz del Uchiha. Hiriendo más y más a su actual compañero de equipo, bajándole la autoestima al grado de hacerlo dudar.