T R E S

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Rubén había estado toda la noche llorando, en toda la noche no había cerrado ni una sola vez los ojos. No podía, no aquí, no ahora.

— ¡Dejadme salir, por favor! —Grita con aquellas pocas fuerzas que tenía y se levanta de la cama, acercándose hasta la bandeja que aún seguía en el suelo.— Joder, tengo muchísima hambre.

"¿Pero y si está envenenada?"

El chico la queda mirando unos segundos y lleva una mano hasta su estómago, el cual le pedía aquella comida. Se aleja lentamente, regresando a la cama para sentarse en el borde, ahora estaba más calmado que hace algunas horas.

"Vendrán a por mí, vendrán a por mí..."

Lleva entonces ambas manos hasta su rostro para darse ligeros golpecitos, no quería dormir. Tenía miedo de lo que pudiera entrar por esa puerta y hacer o deshacer con él.

— ¿Por qué no te duermes? —Esa voz ya conocida lo observaba con detención por detrás de la reja, quería saber más de aquél hombre así que se levanta suavemente, acercándose para poder apreciarlo más de cerca.— ¿Por qué no comes algo?

— ¿Me quieres ver la cara de imbécil? —Una carcajada cargada de ironía escapa de sus labios, no iba a comer esa mierda.— No te importo, no tienes que fingir. ¿Cómo te llamas?

— ¿Si te lo digo qué? ¿Tú comportamiento variará en algo?

— ¿Me crees una puta mascota? Por supuesto que no. No tengo idea que clase de veneno puede tener esa comida. —Rubén se acerca más a la reja y lo queda mirando fijamente, intentando analizar lo que querían decir sus ojos.

— Si te hubiéramos querido matar, lo habríamos hecho ya, ¿no te parece? Come, estarás peor si no lo haces. —El mayor traga saliva, se siente incómodo con la mirada del secuestrado.

— ¿Cuánto tiempo estaré aquí, eh? —Estuvo a un centímetro de tocar los barrotes de metal hasta que, sorpresivamente una pistola apunta su rostro, haciéndolo retroceder todo lo que había avanzado.— Mátame ya.

— No seré yo quién te mate. Si tocas esta mierda te electrocutas, Doblas.

— ¿Sabes todo de mí? ¿Por qué no puedo saber algo de ti? —Cuestiona ladeando ligeramente su cabeza, dando un paso hacia adelante, aún con ese hombre apuntando a su rostro.

— Tengo 30 años. —Saca su móvil para aparentemente ver la hora y lo guarda dentro de un pequeño bolso que traía colgado de su hombro.— Ahora, quédate en silencio o te irá mal.

Rubén se sentía amenazado, pero su plan no era demostrarlo y si había que fingir actitudes de mierda, estaba totalmente dispuesto aunque en su interior se estuviera muriendo. Quería saber sobre ese hombre, era apuesto, eso no se podía negar. Su cuerpo parecía ser tallado por los mismos dioses y con esa sudadera que andaba, se resaltaban más sus músculos.

"¿Qué?"

— Si no me quedo callado, ¿qué? ¿Vas a dispara-

No pudo terminar su frase porque el contrario presionó el gatillo del arma, haciendo una perforación en la pared que tenía a un costado el menor. Su respiración se entrecorta y muerde su labio inferior con fuerza, alejándose con rapidez hasta llegar a su cama y se sienta allí, haciéndose bolita luego, dándole la espalda antes de comenzar a llorar. Odiaba ese sonido, odiaba las armas, odiaba los gritos, odiaba todo. Se hacía el fuerte, pero era débil y frágil, era inseguro a cada segundo y cobarde.

— A la próxima, te puedo jurar que ese disparo irá entremedio de tus cejas. Cierra la puta boca, ¿vale? —El mayor no espera respuesta y sube por unas escaleras que habían, dejando a Rubius en su soledad otra vez.

Una vez más, una fuerte punzada se hizo presente en su estómago. El hambre que tenía era infernal, así que se limita a levantarse y sentarse en el suelo, comiendo de ese plato el cual contenía avena fría y desabrida mientras que de sus ojos continuaba cayendo ese conocido líquido salado.

"Eres un gilipollas, ¿quién te creías, eh? ¿El puto amo? No, joder. Deja de fingir, eres una basura y los más probable es que te maten antes de que tu amado padre venga a sacarte. Mejor sobrevive tu maldito día a día en esta jaula."

Lo que Rubén no sabía, era que al otro extremo de su ubicación, en la ciudad, su padre se encontraba teniendo una fuerte conversación con el jefe de la mafia. Le exigía que le esperara a lo menos otro mes más, que no podía pagar esos millones de la noche a la mañana y que por favor, le devolviera a su hijo. Pero por el contrario, Paul le insistía con que si en 20 días máximo no le llevaba el jodido dinero, su querido hijito estaba muerto.

R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora