Dementor.

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Ni siquiera tenía la certeza de estar vivo,
Porque vivía como un muerto.
Albert Camus.

La vida es una jerarquía de acontecimientos interrelacionados con cohesión nula, semi o completa de ideas que permanece hasta que se pueda o hasta que quieras. Un devenir variado con experiencias grotescas, fantásticas, alegres, intensas. La vida es: ambas caras de la moneda. Es el vaso medio lleno, el vaso medio vacío...

Been no sentía atención alguna por sus actos delictivos e inclusive, le producía una profunda indiferencia. Lo que no podía ignorar pese a su esfuerzo incalculable era la insuficiencia que sus actos macabros ejercían sobre él. No le bastaba el estallido de sensaciones que matar a alguien podía provocar, no le era suficiente el sexo, las mujeres, el sadismo y la antropofagia. Sentía, (porque sí sentía aunque no de la misma forma que pueda esperarse de un cualquiera), que estaba completamente vacío, incompleto, desubicado. Sabíase conocedor de la desenfrenada vida que llevaba y la infinidad de acaecimientos terribles, y bien, no le remordía, le afectaba ser perjudicado por no sentirse complacido. Esos pensamientos siempre habían estado, en su mayoría de manera insignificante empero, tocó fondo con una etapa que lo dejó como un muerto vivo en medio de una discordia entre su lado <<aventurero>> y su lado, <<humano>>.

Pronto enfermó y se reñía por lo ingestión desordenada y poco ortodoxa de su dieta que ipso facto abandonó, sosteniendose con lo que apareciese y como lo encontrase. Podía pasar horas sentado en el mismo lugar con la mirada en la nada, ralentizado, rememorando situaciones, dejando a los diversos sistemas de su cuerpo hacer el trabajo diario, y pausando su letargo solo para suplir necesidades básicas. Been no se preocupaba por nada más que él, se lamentaba de su desafortunada suerte. Sentía un despliege de llanto emergiendo desde dentro y se abandonaba como un niño. No había conseguido su objetivo. Necesitaba más. Vivía para su perversidad y saber que lo que más le llenaba le insatisfacía lo desesperaba, gritaba atormentado.

Llegó a sentir temor por ser atrapado, lo que resultó ser un motivo vasto de desesperación. La idea de ser privado de la libertad tan anhelada por tantos años, de la libertad permisiva le aborrecía y se apoderaba de él una demencia irrefrenable y poco sutil. Se combinaban sus pensamientos, deseos y miedos y le agobiaban hasta el hastío. Se tiraba de los pelos, alteración, y luego volvía a un estado de mutismo satisfactorio y plancentero, para luego reproducir, frencuentemente, la misma rutina de dolor emocional y calma escalofriante.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2020 ⏰

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