Emboscada (I)

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Cuando la más de media docena de aventureros se acercaron a la abertura en las defensas, una flecha se clavó frente a ellos. Todos se detuvieron de golpe, alerta, hasta que una de ellos se fijó en la flecha.

–Pone que no nos acerquemos demasiado, que hay trampas. Hay un esquema– leyó la nota atada.

–¿Desde dónde ha disparado?– preguntó otro.

–No lo sé, pero me alegro de que esté de nuestro lado– añadió Leo, llegando al final del grupo.

–¿Y eso?– señaló otro.

Se quedaron mirando un rato el Clon hecho de plantas, asombrados. En la oscuridad, parecía real.

Se distribuyeron alrededor, no muy cerca los unos de los otros, a excepción de un par que se conocían de hacía mucho e iban juntos. Era evidente la desconfianza, además de comprensible. Sólo cuando atacaran de verdad a los bandidos podrían disipar las dudas. Si alguien no atacaba, sería acusado de traidor.

El resto se distribuyó a lo largo de la caravana. Seguramente, los bandidos atacarían por todos los frentes, esperando distraerlos para que los otros atacaran por detrás, una vez entrado por el agujero. Además, probablemente esperaban aprovechar que la mitad debía de estar descansando para terminar rápido.

Pronto, los primeros bandidos empezaron a cruzar el escudo por el espacio abierto, despacio, sigilosos.

–¿Dónde está Khidgo?– preguntó uno de ellos.

–Con un poco de suerte se ha cargado a ese Leo y está escondiendo el cadáver. Maldito idiota. Debería estar vigilando– se molestó otro.

Eran dos de los que se habían infiltrado, pero no le dieron más importancia a la situación. Sólo miraban alrededor, sin ser capaces de ver a los aventureros escondidos. No empezaron a avanzar hasta que entraron seis de ellos, para hacer sitio a los que seguían entrando. Goldmi detectó que había unos veinte en total, de niveles entre 35 y 48.

Cuando el siguiente estaba atravesando la abertura, uno descubrió el Clon en la oscuridad. Intentó atacarlo, pero cayó en la primera trampa. Un peligroso viento se activó, llenando de cortes a quien la había pisado, y sembrando el caos entre los bandidos.

Inmediatamente, la elfa invocó Enredar inmovilizando con las raíces a los que estaban fuera. Al mismo tiempo lanzó tres flechas, rodeando a sus enemigos y activando una Trampa de Viento. Son algo menos poderosas que los Abismos, pero que pueden crearse a distancia.

Los bandidos estaban confusos, y los aventureros boquiabiertos ante lo rápido que todo había cambiado, pero eso no les impidió a estos últimos atacar desde la distancia, sin acercarse a las trampas.

Por su parte, la felina atravesó el agujero, cubierta en llamas, aprovechando el desconcierto y Enredar para atacar a sus enemigos. Un Muro Natural se alzó tras ella, separando a los bandidos.

Los que estaban dentro, viendo que no podían retroceder, y siendo atacados por los vientos cortantes y flechas de la elfa, y por hechizos y otras flechas de los aventureros, optaron por avanzar y atacar.

Pronto, los otros tres Abismos de Viento fueron activados, creando aún más caos y daño entre los atacantes.

–Ya no hay más, la nota decía que sólo había cuatro– recordó una maga.

Los tres guerreros avanzaron, dispuestos a cortar el paso a los bandidos, si es que estos lograban sobrepasar las trampas. De hecho, cuando uno de ellos estaba a punto de hacerlo, Leo lo empujo de nuevo dentro con una Patada.

Tanto aventureros como bandidos no tardaron en darse cuenta de que numerosas flechas salían del árbol, aunque era difícil distinguir la figura escondida entre el follaje. Lo que sí se podía distinguir era la letalidad de aquellas flechas.

Algunas creaban Trampas de Viento, aprovechándose del poco espacio que tenían los bandidos para moverse, y que había raíces que los sujetaban. Otras tenían un poderoso poder de penetración. Incluso los dos bandidos que iban con una armadura pesada se vieron arrinconados por el daño aplastante de Flechas Toscas.

Fuera de la barrera, la lince había aprovechado que estaban inmovilizados para matar rápidamente a cinco de ellos. De los otros ocho, un par habían conseguido liberarse, y otros seis estaban atentos a los ataques de aquel terrible enemigo envuelto en llamas.

Mientras, en el interior, los ataques de la elfa y los otros aventureros hacían mella en sus enemigos. Especialmente llamativo y mortífero era Lluvia de Fuego, cuyo mayor problema reside en ser fácil de esquivar, de apartarse de su zona de influencia. Sin embargo, en aquella situación, los bandidos no tenían esa opción.

No tardaron en ser eliminados, tras lo cual los aventureros salieron por el agujero, ya sin Muro. Se encontraron a bandidos aterrados que se enfrentaban a la felina, cubierta en llamas y saltando de un lado a otro. Estaban acostumbrados a luchar en emboscadas que ellos creaban, no a ser perseguidos por un veloz animal varios niveles superior a ellos, de gran agilidad y mortíferos ataques. A ello había que unirle que el suelo se iba abriendo para que las raíces intentaran atraparlos.

La irrupción de los aventureros no hizo sino hacer cundir el pánico entre sus filas. Uno trató de huir, pero fue fácilmente alcanzado por la lince. El resto no dudaron en rendirse.



Mientras, otros treinta bandidos acechaban el perímetro, atacando los escudos. Intentaban distraer a los aventureros, a la espera de que sus compañeros entraran y los sorprendieran por detrás.

Sin embargo, fueron ellos los sorprendidos. Arropados por la oscuridad de la noche, los aventureros que habían salido del agujero atacaron por uno de los flancos. Es cierto que solo eran cuatro a rango, pero el factor sorpresa estaba de su lado, y sus enemigos estaban diseminados por todo el perímetro. Los pillaron desprevenidos, acabando con dos de ellos e hiriendo a otros tres.

Los guerreros se abalanzaron hacia los supervivientes, antes de que los bandidos más alejados pudieran reaccionar. Al mismo tiempo, los aventureros que defendían el perímetro, pasaron al otro lado del escudo y empezaron también a atacarlos. Todavía eran algunos menos, pero tenían confianza en sus fuerzas, sobre todo si tenían la iniciativa.



Por el otro flanco, una felina avanzaba entre las sombras tras ser curada por su hermana. Ésta se escondía un poco más atrás, preparándose para atacar en cualquier momento. En cuanto su hermana fijara mediante Vínculo Visual los objetivos ocultos en la noche.

Aunque, cuando los aventureros pasaron al ataque, lanzando hechizos de luz para dejar al descubierto a los bandidos, se le presentó una mejor opción. Esperó a que su hermana estuviera suficientemente cerca para crear primero una Trampa de luz en medio de los bandidos, distrayéndolos y dejándolos aún más expuestos.

Luego, lanzó tres flechas hacia uno de ellos, con Disparo Curvo, intentando hacerles creer que los atacaban desde atrás. Era casi imposible verlas al ser disparadas, pero eran visibles cuando llegaban a su objetivo.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora