3. La invisibilidad

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Después de la conversación con Danel, voy directa al comedor con él. Se nos ha pasado la hora y llegamos unos minutos tarde.

Los monitores no nos dicen nada, creo que ni siquiera nos han visto llegar. Me dirijo a mi mesa y las miradas de Nathan, Blaze y Charlotte me acompañan hasta que me siento con ellos.

—No sabía que hacías amigos tan rápido —bromea Blaze.

— ¿Quién te ha dicho que sea mi amigo?

—La sonrisa con la que ha entrado ese chico de... —lo busca en el comedor y lo señala muy disimuladamente—. Ahí.

Asimilo lo que me ha dicho y le contesto.

—Pues no es mi amigo.

Ambos nos quedamos en silencio. Este lo rompe Charlotte, porque ve que está siendo un momento incómodo.

—Cuando he salido del baño habías desaparecido, como cuando me estaba peinando esta tarde. ¿Cómo puedes ser tan silenciosa? Juraría que tengo un oído perfecto, pero me lo voy a tener que mirar.

Sonrío. Ese comentario me ha hecho gracia. Blaze se me ha quedado mirando, nunca me había visto sonreír como lo he hecho ahora. Cuando va a abrir la boca para comentar lo que acaba de ver, le lanzo una mirada asesina, que hace que no se atreva a decir nada.

No me había dado cuenta de que mi plato estaba vacío hasta que bajo la mirada para ver qué hay para cenar.

Miro a Blaze, que está delante de mí, ha visto mi reacción al ver que no tengo nada en mi plato. Me levanto y les digo que voy a por la cena. Cojo el plato y voy andando hasta la otra punta del comedor. Cuando llego, veo que Danel está haciendo lo mismo que voy a hacer yo ahora: coger la cena.

Me saluda levantando las cejas y yo hago lo mismo. Cojo el pescado que hay para cenar y cuando acabo, vuelvo a mi mesa. Mientras llego, pienso en Danel y en lo que me ha dicho antes, que había pasado por la misma situación que yo y que quería ayudarme como le habría gustado que le ayudaran a él. Aún no me ha devuelto el diario, me lo va a devolver después de cenar, o eso me ha dicho antes.

Llego a mi mesa, me siento y empiezo a comer mi pescado junto a mis compañeros que ya van acabando.

Cuando acaban, esperan a que termine para ir los cuatro juntos a por el postre. De postre hay yogurt de fresa. Me lo como sin problema.

Salimos del comedor con todos los demás y nos quedamos en el patio. Son las diez menos cuarto de la noche y tenemos libre hasta las diez y media para hacer lo que queramos. Luego, los monitores nos han aconsejado ir a dormir para descansar y estar espabilados mañana. Nos han dado a elegir entre eso o quedarnos a hacer unas actividades nocturnas que habían programado. También nos han dicho que esas actividades no son obligatorias ninguna noche ya que entienden que algunos necesiten dormir sus diez horas.

Las actividades nocturnas duran hasta las doce, cada uno puede abandonar cuando quiera siempre y cuando avise, después nos tenemos que ir a dormir para levantarnos a las ocho de la mañana del día siguiente. Sinceramente,  no me parece que hayan programado mal las horas.

— ¿Vas a quedarte a las actividades? —me pregunta Charlotte.

—Sí, no estoy cansada. Si me voy ahora a la cama no creo que consiga dormir.

—Vale. Yo a las diez y media me voy. Con la emoción de que íbamos a venir al campamento no he dormido mucho esta noche.

—Bien.

— ¿Tienes la llave, no? —pregunta.

—Sí. Creo que la vas a necesitar para entrar.

Asiente.

93 días de Verano ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora