Capítulo 57: Lo odio.

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Chan-Lee observaba desde lo alto de la torre principal los preparativos en el castillo. Masivas cantidades de hombre cruzando los arcos de la puerta sur, dragones sobrevolando el jardín real, filas y filas de soldados sobre la plaza. Si su viejo amigo y antiguo rey viera la deshonra que Da-Xiang le ha traído al palacio real, seguramente volvería a morir.

El anciano Xing long había hecho todo lo que estaba en sus manos para evitar la movilización militar que el regente tenía en mente. Con el apoyo de los jóvenes príncipes y la primera estrella guardián, poco peso tenía su palabra en el concejo. Estiraba su larga barba blanca esperando un milagro.

—Maestro —habló Min-Ha sacando al viejo de su trance. Tenemos todo listo.

—Gracias, bajaré en un momento.

—Maestro... —el hombre cuestionaba si debía comunicar sus dudas al viejo. ¡Esto es ridículo! ¿Por qué llegar tan lejos? ¿Por qué está tan seguro que Shen volverá?

—Él lo hará Min-Ha, no hay duda de eso.

—Si... pero... ¿Por qué ayudarlo? ¿Por qué tiene tanta confianza en él?

—Eres joven Min-Ha, no lo entenderías. Hay más en juego de lo que parece.

—No lo entiendo maestro. Desde mi punto de vista, ayudar al regente es lo más lógico.

—¿Lo más lógico eh? —el viejo llevo hacia atrás el poco cabello que le quedaba en la cabeza. No conoces la guerra Min-Ha, las atrocidades que ocurren en ella.

—¿Maestro? —preguntó Min-Ha confundido.

—He servido a dos reyes Min-Ha, a lo largo de mi vida he visto más cosas de las que me gustaría y se de sobra que lo que Da-Xiang planea no traerá nada bueno.

—... —Min-Ha guardó silencio.

—No tienes que seguir con esto. Eres joven y fuerte, si deseas seguir tus instintos no te detendré.

—Nunca maestro, me dio un lugar cuando no tenía nada. Estoy en deuda con usted hasta el final, sea cual sea.

—Eres un buen hombre, eres como mi hijo Min-Ha —afirmó Chan-Lee con voz cálida, muy contraria a su áspera voz habitual.

—Si es así, por favor. ¡Dígame qué oculta sobre Shen maestro! Confíe en mí —suplicó el hombre.

—¿Por dónde empezar? —dijo el viejo.

Los recuerdos del pasado regresaron a su mente, algunos gratos otros totalmente desagradables. El viejo caminó hasta una silla cercana y tomó asiento, suspiró para acomodar los recuerdos en orden mientras Min-Ha aguardaba impaciente saber la verdad. El viejo finalmente decidió que debía contar primero, sacó de su manga izquierda una pipa y la prendió lentamente.

«Chan-Lee subía las escaleras paso a paso. Subir la torre principal se había convertido en una gran adversidad para el que alguna vez fue un gran guerrero y más poderoso guardián de Xing. El dolor de espalda y articulaciones ya le impedía moverse con libertad, reduciéndolo a un simple anciano.

Cuando subió el último escalón, el viejo golpeó sus hombros y suspiró aliviado. La torre principal era uno de sus lugares favoritos, una galería de obras de arte reunida a lo largo del tiempo por diferentes miembros de la familia real era algo maravilloso. Metió la mano en su manga izquierda y sacó una pipa de madera tallada a mano, avanzó hacia adelante colocando un poco de tabaco en ella y miró al frente, cuando levantó la mirada todo su entusiasmo se esfumó por completo.

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