10. Champagne, pétalos y... ¿buenas noches?

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/AILANI KEIN/

Ailani bajó la mirada hacia su plato vacío, y se preguntaba nuevamente como es que no podía recordar aquel hombre, pero se dijo así misma que no era el momento para presionarse, que lo mejor era disfrutar aquel momento al máximo.
La velada estaba rodeada de una calidez suave y delicada, conversaban de cosas insignificantes y sin sentido, ella no dejaba de sonreír, de que sus mejillas se tornaran rojas, y que se estremeciera al encontrarse rozando sus dedos con los de él encima de la mesa, solo era un simple roce, ¿cómo podía provocarle tal corriente por todo su cuerpo? ¿Cómo podía controlarse para no pararse de esa silla y besarlo como tantas veces lo había hecho él? Solo lo veía ahí sentado, peinando su rebelde cabello cuando algún mechón se iba hacía delante, y ella deseosa de apartárselo; lo veía sonreír, aquella sonrisa que la convertía en arena, que se alegraba ver cada mañana, cada tarde y cada noche, cuanto deseaba despertar y verla al abrir los ojos; ni hablar de sus ojos negros, tan profundos, que tanto la atraían, siempre sabía cuando lo estaba haciendo aunque ella no estuviera mirándolo, no sabía como, pero presentía como aquellos ojos la devoraban mientras ella no ponía atención. ¿Cómo evitar su cuerpo, si ya tenía ansias de sentirlo como si fuera su propia piel?

-Ailani - él la llamaba, le gustaba mucho escucharlo decir su nombre, de esa forma tan sutil como el solo sabe pronunciarlo, quizás por eso no respondió al primer llamado. - Ailani, Ailani...-podría escucharlo una y otra vez.-¡Ailani!-

-No grites, te estaba escuchando-se quejo.

-Parecía que estabas lejos.-

-Perdona mi distracción, es que estaba pensando en...-pero no continuó hablando, le daba un poco de vergüenza hablar sobre esas cosas.

Keithan se puso de pie y le extendió su mano a la mujer de en frente.
-¿Quieres caminar un poco?- ella asintió.
—quitémonos los zapatos, así será más cómodo.-

Y así lo hicieron, ambos dejaron los zapatos debajo de la mesa, y caminaban uno al lado del otro, la única luz que los iluminaba era la de la luna y algunas estrellas, iban en silencio cerca de la orilla de la playa, ella decidió adelantarse un poco y comenzó a jugar con el agua dejando que está les mojara los pies y él reía por la escena que presenciaba de una forma cariñosa. Entonces comenzó a golpear el agua con los pies y esto provocó que la falda de Ailani se mojara, ella puso cara de que no le perdonaría aquello y con una sonrisa burlona le arrojó agua en la cara, ella rió sin consideración y el no lo aceptó e hizo lo mismo, Ailani abrió la boca para decir algo pero notó que Keithan se dirigía a ella y entonces empezó a correr, no tan rápido como lo suele hacer ya que el yeso se lo impedía.
Su esposo la siguió y con mayor agilidad la alcanzó y la cargó en sus brazos haciendo que ella se sujetara de su cuello para no caerse. Hizo como si la fuera tirar al agua.

-Alto-grito ella. -no puedes hacerlo, no me puedo mojar el yeso-le advirtió con ojos de niña triste.

-Es cierto, pero...-y descendió un poco haciendo que el trasero de la rubia se mojara por completo, ella pataleó y pataleó para que la soltara y él sin parar de reír la bajo con cuidado.

-Eres un....-decía enojada, pero se tranquilizó y suavizó el tono. -no importa-decía mientras se acercaba a él. -me estoy divirtiendo mucho esta noche.-

-Es lo que quiero-le respondió. Ailani lo tomó por la solapa y lo atrajo salvajemente hacia ella, cosa que le gustó mucho a él, y cuando estuvo bien cerca para besarlo, rozó sus labios con los de él, y con toda su fuerza lo empujó haciéndolo perder el equilibrio y caer al agua. No contuvo la risa, disfrutó muchísimo verlo caer, él le pidió ayuda extendiéndole su mano.

-Ni lo creas.-le dijo ella evitando que el tomara revancha y la tirara al agua. -¿E
stá fría?-preguntó divertida.

-¿Qué crees? Además puedes responderte te mojaste el trasero-dijo dándole una palmadita por esa zona haciendo que ella abriera totalmente los ojos, cuando se incorporo se acercó a ella, y la rubia iba retrocediendo algunas pasos mientras lo veía acercarse. -dame una abrazo, tengo frío- dijo como un pequeño huérfano pidiendo un poco de cariño.

Unidos sin Recuerdos (UNIDOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora