Estoy almorzando con Cameron y Leslie. Sentado a la izquierda de la pelinegra, rodeado de personas desconocidas para mí.
Solo soy una carga para ellos.
Me limito a comer en silencio mientras ellos hablan con emoción. Soy invisible para ellos, solo el chico que persigue a Leslie y Cameron. Intento hablar en una de sus conversaciones, pero inmediatamente Mark (un chico de cabello negro, piromaníaco y agresivo) gruñe un "Cállate" que apoyan los demás, las miradas de odio se estancan en mi durante unos segundos para luego apartarse, mis amigos me envían miradas de lastima. El pelirrojo escucha música con sus audífonos debido a que le molesta el bullicio del comedor y la ojiazul come a duras penas su pequeño almuerzo.
Suspiro. Ellos retoman su conversación sobre como entre todos se ayudarán entre sí para mejorar y poder salir de aquí.
—Agradezco que ninguno de ustedes tenga una pulsera morada, sería un gran dolor en el culo. Odio a esos malnacidos, perpetuamente arrastrándose y dando lastima— ríe Mark.
Apresuro mi comida, siento las miradas otra vez sobre mí. Observo suplicante a la enfermera de la noche anterior, esta me vigila con una ceja alzada sin darme tregua.
—Estoy de acuerdo, deberían enviarlos a todos al último piso— comenta una chica castaña que juguetea con su comida.
En este internado de salud hay pocos morados, es decir que tengan problemas físicos y mentales. Por esto lo más inteligente es esconder las pulseras y no dejar que nadie se entere.
Axel eres despreciable.
—Estas excediéndote, Kat. No creo que sean así— habla por primera vez Cameron.
— ¿No? ¿Y cómo son, Meller? — cuestiono Jasón. Sólo tiene un brazo y es parcialmente ciego pero su gancho certero ha roto muchas mandíbulas.
Termino de comer y me levanto con cuidado de no tropezar a nadie.
—¡No lo sé! ¡Nunca he conocido a ninguno y tampoco quisiera hacerlo! Sólo atraen problemas— asegura el pelirrojo y toma la mano de su novia.
Leslie trata de evitarlo y me busca con la mirada, pero ya estoy cruzando la puerta. Le digo a la enfermera que voy a mi habitación, ella está de acuerdo. Aprieto la mandíbula, furioso. Tantos putos años aguantándome su mierda de aparentar frente a sus amigos y haciéndome a un lado.
¡Siempre he estado a su lado! Aguantándome sus jodidos ataques de pánico y rabia. Aprendiendo a no emitir ruido alguno a su alrededor.
Esta ha sido la gota que derramó el vaso y no estoy dispuesto a calármelo más. Entro a mi habitación y meto todas mis cosas de nuevo en la maleta. Dejo todo como si nunca hubiera existido. Bolso al hombro salgo de ahí directo puesto de vigilancia.
—Quiero cambiar de habitación— digo sin más y estrelló la llave contra el mostrador.
La enfermera que está detrás pega un salto y me observa con detenimiento.
—Por favor—gruño. Los otros enfermeros prestan atención.
Ella revisa algo en la computadora y sonríe complacida.
—Hay un chico de la habitación al final del pasillo que también quiere cambiar, nadie quiere la habitación es solo de una persona por lo tanto es muy pequeña.
—Me la quedo.
Ella toma la llave del mostrador y envía a alguien busca del chico. Dejo caer la maleta a mis pies y me apoyo del mostrador. Le doy mis datos a la enfermera. Pasa un tiempo antes de que Isak llegue corriendo con una gran sonrisa.
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Hurt
Teen FictionLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...