Yuanfen [One-shot]

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❝Porque él nunca pidió que la voz en su cabeza expresara todo lo que debe sentir por ella❞

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❝Porque él nunca pidió que la voz en su cabeza expresara todo lo que debe sentir por ella❞

La infantil fémina se mueve de forma torpe a su alrededor, sus insignificantes manos se posan en la suya, intentando inútilmente rodearla, apretando con indescriptible fuerza mientras suaves gimoteos escapan de sus labios; sin embargo, a pesar de encontrarse desesperada por llamar la atención de la figura a su costado, aquel solo la ignora, dedicando su tiempo e interés en observar el gran lienzo perteneciente a un familiar ya fallecido, que plasmaba el rostro de su bisabuela, la cual abandonó aquel mundo entre desvaríos y vesania senil hace mucho tiempo atrás en alguna parte de Sayama, en la prefectura de Saitama. 

Hermano mayor, quiero ir a dormir y ambos sabemos que no puedo subir a mi cama sin tu ayuda  Imputa, moviendo sus pies de un lado hacia otro. La más pequeña suelta un suspiro mientras su pie izquierdo se posaba sobre el derecho. El piso estaba frío.

¿Obanai? ¿Amaya? ¿Qué hacen a estás horas fuera de la cama? Mañana hay escuela Indaga Sen, madre de los dos antes mencionados. A su lado, detrás de la larga bata de pijama, se encontraba una de sus hijas más pequeñas, la cual gimoteaba en silencio mientras aquella sujetaba un nuevo cambio de vestimenta para la infante. 

Fue mi idea, mamá. Quería ir al baño pero tenía miedo de ir sola, así que desperté a Obanai. ¿Por qué Ame está contigo? Habla algo agotada Amaya. Bostezando, separándose de su inerte hermano para acercarse a su progenitora, la contraria la recibe gustosa a su lado, colocando sus palmas sobre el rostro pecoso de la de menor estatura, acariciándola.

Volvió a tener accidentes, una pesadilla con serpientes, al parecer. Les dije a tus hermanos que no dejaran a Ame sin supervisión frente al televisor. 

Lo recuerdo. No entiendo la razón de su gusto por las víboras, cuando tiene pesadillas con ellas en cada momento.

Los niños son así, Amaya. Cuando tenías su edad, solías agarrar tu cabello castaño y taparte el rostro con el mismo para evitar mirar tus animales de felpa de osos, tenías miedo de ellos, pero también te gustaban mucho Ella ríe mientras la otra hace un mohín, una tos incontrolable es expulsada después de su sonora carcajada, estaba cansada y ante la mirada de ambas pequeñas se aguanta, como siempre lo hace, sonriendo y dirigiendo su atención al mayor de sus primogénitos que se encuentra en aquel pasillo —. Obanai también solía comportarse de la misma manera, pero no puedo recordar a que era lo que le tenía miedo, ¿tú lo recuerdas, cielo?

Sen pregunta y espera. Sin embargo, no hay respuesta alguna procedente del contrario. Los orbes verdosos se plasman en el rostro sombrío que se muestra con claridad en el lienzo, él se encuentra perdido en la cúspide de sus pensamientos. El pavor hace presencia en el recóndito que había intentado sepultar los últimos días pero, aún así, la sensación de peligro emerge y logra que su cuerpo flaquee. La lágrimas se acumulan en sus párpados, le es difícil engullir el cumulo de saliva que se acapara en su boca y siente, por primera vez, que no puede respirar. Entonces, antes de que se de cuenta, tiene la terrible sensación que varias palmas se posan en su espalda, colocando sus uñas sobre su piel desnuda, como si la ropa que tiene puesta en ese momento jamás hubiera existido; clavando, rasgando y apretando su cuerpo con la intención de tumbarlo. Y así pasa. Su madre suelta un grito, él comienza a temblar y el aire que suelta de sus pulmones se siente helado. 

Yuanfen [ObaMitsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora