24 - NICO

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Cris

Empiezo a cansarme ya de tanto andar. ¿Cuándo narices vamos a llegar al puñetero castillo? Lo único que me da ánimos en estos momentos es tener a Drogo a mi lado. Drogo... Ojalá todo salga bien y podamos volver a nuestros cuerpos. Tengo muchas ganas de ver a mi familia. Les echo tanto de menos.

—¿En qué piensas? —pregunta Drogo.

—En que tengo ganas de volver.

Mi respuesta le arranca una risilla.

—Yo también tengo ganas —dice dándome un beso en el pelo —. Tranquila. Pronto estaremos de vuelta.

Le correspondo con una sonrisa, aunque todavía no las tengo todas conmigo. Aún nos falta mucho para poder llegar a eso.

—¡Qué bonita pareja hacéis! Lástima que tengáis que estar aquí.

Nos volvemos sorprendidos al escuchar eso. Lo único que vemos es esa llama flotando que en estos momentos se ha detenido. Debo reconocer que me resulta muy curioso tener un guía así.

Me acerco despacio e intento tocarle. pero éste se agita.

—Por favor, no hagas eso. Me haces cosquillas —me indica entre risas. Eso nos hace reír a Drogo y a mí.

—¿No te resulta incómodo estar así? —pregunta Drogo.

—Te acostumbras —contesta quitándole importancia —. Aunque echo de menos los placeres que un cuerpo físico te proporciona. Ya me entendéis, ¿no?

No podemos evitar reírnos. Empieza a caernos bien el Nico éste.

—¿Por qué no nos hablas de ti? —le pide Drogo reanudando la marcha.

—No hay mucho que contar —responde con indiferencia —. O eso creo, porque llevo tanto tiempo aquí que ni me acuerdo.

Escuchar eso me extraña. ¿En serio? ¿Lleva aquí tanto tiempo? Eso despierta mi curiosidad.

—Pero de algo te acordarás de cuando eras humano, ¿no?

Se escucha una especie de suspiro y veo la llama temblar. Parece que he tocado un tema delicado.

—Si no os importa, prefiero no hablar de ello.

Y de esta manera deja el tema zanjado.

Continuamos caminando en silencio cuando me doy cuenta de una cosa.

—¡Qué raro!

—¿Qué es lo que te parece raro? —pregunta Drogo intrigado.

—He estado antes aquí y nunca había visto este sitio tan tranquilo. A estas alturas ya deberían habernos tendido varias emboscadas.

—En eso tienes razón —confirma Nico —, y más teniendo como tenéis cuerpos físicos. Sois un bocado muy goloso para las almas en pena. Lo lógico sería que intentaran mataros para hacerse con estos.

Drogo y yo nos miramos preocupados. Empezamos a temernos lo peor y eso es algo que no nos gusta nada.

—Será mejor que estemos preparados por si acaso —me dice empuñando su espada.

—Tienes razón —le secundo haciendo lo mismo.

—Perdéis el tiempo —comenta Nico divertido —. No hay ningún alma cerca. De ser así, ya las habría detectado.

—¿Qué quieres decir? —inquiero un tanto molesta.

—Pues eso. Que, por algún motivo, no se acercan aquí. ¿Habéis lanzado algún conjuro o algo así?

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora