Christen
—¿Qué hora es?
—Las ocho. Deberíamos prepararnos y bajar ya a desayunar.
Asiento mientras me desperezo. Llevamos toda la noche en mi habitación hablando y, aunque no necesitemos dormir, el cansancio comienza a reflejarse en nuestros cuerpos.
—Entonces estamos de acuerdo, ¿no?
—Sí. No diremos nada por mucho que nos insistan —contesta Draco —. No podemos hacerlo. Cuanto menos sepan, mejor saldrá el plan.
—Sólo espero que lo que hemos visto se haga realidad —comento con tristeza —. Nada me gustaría más.
—Por desgracia, de momento sólo podemos esperar. Voy a darme una ducha y a cambiarme. Te veo abajo.
Asiento mientras veo salir a mi hermano de la habitación y decido seguir su ejemplo. Tras darme una ducha rápida, me dirijo a la habitación de mi madre a ver qué ropa me pongo hoy. Jamás antes de esto se me habría ocurrido mirar dentro de su armario y debo reconocer que tiene de todo. Bueno, de lo que queda después de que el huracán Samantha pasara por aquí. ¡Menuda zorra envidiosa!
Escojo un vestido negro sin mangas y con falda de vuelo. Cuando me miro al espejo, me encanta el resultado. Es sobrio y elegante, pero un poco más juvenil que lo que me puse ayer. Es lo bueno que tiene que tu madre no envejezca nunca. Su ropa siempre es juvenil y moderna.
Cojo una chaqueta negra y, tras recogerme el pelo y maquillarme un poco, bajo al comedor. Allí están todos reunidos ya. Me alegra el ver la casa con tanta gente y tan llena de vida, pero a la vez me entristece el motivo por el que estamos todos aquí. Es una sensación extraña.
—Buenos días a todos —saludo dirigiéndome a mi silla.
En ese momento me doy cuenta de que nadie me responde. Es más, todas las miradas están puestas en mí.
—¿Ocurre algo? —pregunto un tanto nerviosa —. ¿Acaso no voy apropiada? —continúo mirando mi vestido.
—Todo lo contrario, cariño —contesta Lucie acercándose a mí —. Es que estás espectacular. A kilómetros se ve lo gran reina que vas a ser. Si pudiera verte tu madre...
Escuchar eso me halaga, pero a la vez me avergüenza. Rápidamente agacho la cabeza al sentir el rubor en mis mejillas.
—Gracias, Lucie —respondo con timidez —. Te agradezco que pienses eso de mí.
—No sólo ella. Todos lo pensamos también —me indica el abuelo Viktor —. Y ahora desayuna. Nos espera un día muy largo y te sentará bien.
Le dedico una sonrisa y me centro en el desayuno. Debo reconocer que tenía hambre de verdad, pero no sé porqué, no me lanzo sobre la comida. Es más, me da la impresión de que la que está sentada a la mesa no soy yo. Me veo tan... elegante. ¿Será cosa del medallón? Desde que lo llevo puesto es como si me hubiera vuelto más madura, más responsable. Si es así, bendito sea. Por lo menos me ayuda a comportarme.
En ese momento se abre la puerta y aparece Lorie con Kael. Trato de contener una mueca de desagrado. Apenas me da tiempo porque Lorie se lanza a mis brazos al verme.
—Christen, hermanita —dice abrazándome con fuerza —. Te echaba tanto de menos.
Le miro completamente confundida. ¿Ahora me quiere? ¿Qué le pasa a esta chica? ¿Acaso es bipolar?
—Yo también te echaba de menos, Lorie —respondo separándome de ella y tratando de ser correcta —. Y dime, ¿ya no estás enfadada conmigo?
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DC XII:LA REINA DEL MUNDO √
FanfictionSin Cris, sin Drogo y sin Lorie, los bartholitos van a tener que asumir su responsabilidad como niños prohibidos. Tienen que detener a Merlín e intentar salvar a Fiona de sus garras. Eso sin contar con la amenaza de Hades. Por suerte para ellos. cue...