26 - PERDIDOS

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Drogo

—¿Preparada, Cris?

—No.

—¿Cómo que no?

Me vuelvo y, cual es mi sorpresa al ver que Cris no porta la espada.

—¿Se puede saber qué ha pasado?

—No tengo ni idea. La tenía en la mano y de pronto...

¡Mierda, mierda, mierda! ¡Esto no puede estar pasando! Sin la espada de Vlad nos va a costar mucho repeler el ataque. Son demasiados.

—Drogo, yo...

—No importa. Colócate detrás de mí. Por suerte, yo sí que voy armado.

Me coloco en posición de ataque mientras Cris se refugia a mi espalda. Al mirar al frente veo un montón de almas que se acercan a nosotros a gran velocidad. En cualquier otro momento me hubiera aterrado esta situación, pero ahora... Hay demasiado en juego. Además, tengo que proteger a Cris y al bebé. Debo darlo todo.

Empiezo a dar espadazos a diestro y siniestro. Por suerte, la magia de Ananké es muy poderosa y no necesito atravesar las almas. Un simple roce con la espada es suficiente para que éstas desaparezcan. Aún así, son demasiadas y no sé si voy a poder con ellas.

Veo cómo algunas salen disparadas y sonrío. Sabía que mi cosita no se iba a estar quieta y está utilizando su energía para ponerme las cosas más fáciles. No sé qué haría sin ella.

Continúo cargándome almas, pero parece que cada vez hay más. ¿De dónde habrán salido? Empiezo a agotarme, pero no puedo parar. Hay demasiado en juego.

De repente escucho un quejido. Eso me distrae y, no sé cómo, mi espada va a parar lejos de mí. La observo derrotado. ¡Mierda! Ahora sí que no tenemos escapatoria.

Veo como un montón de almas se acercan hacia mí y trato de utilizar la energía, pero resulta inútil. Han hecho piña y, por mucha fuerza que haga, soy incapaz de moverlas. Eso me fastidia. Han aprendido demasiado deprisa a neutralizar nuestros ataques físicos.

Cuando veo que las tengo encima, cierro los ojos esperándome lo peor, pero, para mi sorpresa, nada sucede. Abro los ojos muy despacio y entonces veo a mi cosita, espada en mano, girando sobre sí misma y haciendo desaparecer todas las almas. Un suspiro de alivio se me escapa.

Cuando ya no queda un alma, Cris clava la espada en el suelo y se pone a mirar a su alrededor con la mano apoyada en la cadera.

—¿Alguno más quiere intentarlo? —pregunta orgullosa.

No puedo evitar echarme a reír. Me imagino a un montón de almas diciendo: "No, no, no" y retrocediendo asustadas tan sólo por su presencia. Y me encanta verle así de segura y en actitud chulesca.

Recojo mi espada del suelo y me acerco a ella.

—Gracias, cosita —digo dándole un beso en la mejilla.

—¿Sólo eso por salvarte la vida? ¿Una mierda de beso en la mejilla? —pregunta mirándome con la ceja levantada. 

Nuevamente me echo a reír y le cojo por la cintura.

—¿Acaso quieres que te demuestre lo mucho que te quiero? —le susurro al oído. Ella sonríe con malicia.

—Si te soy sincera, no me importaría. Por desgracia, no tenemos tiempo para eso.

—Sí. Es cierto —contesto soltándole.  De repente, me agarra y me pega a su pecho.

—No he dicho que no tengamos tiempo para un beso —me indica con voz sensual —. Pero uno de verdad, no la mierda esa.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora