27 - UN DÍA

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Draco

—Yo creo que han quedado muy bien, ¿no? Lorie ha estado muy acertada con las ropas.

—Sí. Según ella, iban así vestidos uno de los días más felices de su vida. ¿A qué se referiría?

—A saber. ¿Olvidas que tienen muchos años más de lo que aparenta?

—No me lo recuerdes.

Christen pone cara de resignación y eso me hace reír.

—¿Cuándo dejarás de estar enfadada con ella?

—No sé. Supongo que cuando deje de ser una niña consentida y malcriada y asuma la realidad. Sí. Creo que entonces será el momento.

—¿Tanto te fastidia que esté con Kael?

Me dirige una dura mirada mientras yo me parto de risa.

—Vamos, Christen, reconócelo. Estás tontita por el elfo.

—No digas tonterías, hermanito —responde de mala manera —. Además, ¿no crees que me merezco algo mejor? Un hombre que se presta a lo que él está haciendo no merece la pena.

—Está ayudándonos a recuperar a Lorie.

—¿En serio? Porque yo más bien creo que está vendiendo su alma al diablo. ¿Y todo para qué? ¿Para ser aceptado aquí? Ahora que mamá está muerta debería marcharse de aquí. Nadie le ha llamado.

—Mamá le pidió que cuidara de ti.

—Mamá me hizo una gran putada con eso.

Nuevamente me río. No hay quien pueda con ella. Cabezota es poco para describirle y, aún así, le quiero. No lo puedo evitar.

—Escucha hermanita —digo dándole un abrazo por detrás —. Estoy seguro de que conseguirás al hombre que tú quieras y serás muy feliz con él, como lo soy yo con Ángela.

Ella coge aire, cierra los ojos y apoya su cabeza en mi hombro.

—Ojalá tengas razón —deja caer en un suspiro.

—Sabes que siempre la tengo —respondo dándole un beso en la mejilla.

En esos momentos se abre la puerta y aparece Nicolae. Se queda mirando los cuerpos y después nos mira a nosotros.

—¿Y eso? ¿Por qué les habéis cambiado de ropa?

Christen y yo nos miramos. No nos ha quedado más remedio que hacerlo porque sus ropas estaban destrozadas, pero eso no podemos decírselo a él. Por suerte, habíamos preparado una excusa bastante convincente.

—Lorie nos dijo que la ropa que llevaban no les iba a gustar —se apresura a contestar Christen —. Que donde quisiera que estuvieran, estarían más felices si se vieran así vestidos. 

—Al principio nos ha parecido una tontería —le apoyo —, pero se le veía tan convencida y emocionada que hemos decidido hacerle caso.

Nicolae nos mira fijamente, sobre todo a Christen, lo que me preocupa.

—¿No habíamos quedado en que íbamos a intentar cambiarle? —le reprocha —. Si seguimos dándole todos los caprichos nunca aprenderá.

En ese momento soy consciente de la situación y decido acudir al rescate de mi hermanita.

—Ella no quería, Nicolae. Le he convencido yo —asumo toda la responsabilidad.

Nicolae me dirige una dura mirada. Por suerte, ha dejado de lado a Christen, aunque me da que la bronca me la voy a llevar yo.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora