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— ¿En dónde estamos? — Habían llegado a una casa a las afueras de la ciudad

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— ¿En dónde estamos? — Habían llegado a una casa a las afueras de la ciudad.

— Es una casa de un amigo, no la ocupa y dudo que lo haga, lo más seguro es que este muerto — Corvus abrió la puerta y la dejo pasar primero.

— Acogedor — La casa estaba un poco polvorienta a lo que asumió que tenía tiempo sola.

— Pasaremos aquí un tiempo hasta que se calmen las cosas con la guerra — Corvus tomo la cintura de la chica para moverla un poco y poder pasar.

Al entrar en contacto con Corvus sintió un pequeño escalofrío recorrer desde su espalda a todo su cuerpo. Ignoro la acción para proseguir a explorar la casa.

El pelinegro se encontraba encendiendo las lámparas de la sala, no pudo evitar voltear a ver a la chica, aunque estuviera con algunos rastros de la pelea no pudo pensar en lo linda que se veía. Pronto aparto la mirada de ella, no quería verse muy intenso.

— Creo que deberías limpiarte, parece que vienes de una guerra — Su comentario fue acompañado de una sonrisa ladeada haciéndola girar a su dirección.

— Pues tú no te ves muy bien, ¿te has visto en un espejo? seguro y se rompe— Se acercó al chico con los brazos cruzados de forma lenta — Parece que tus marcas de asfixia están saliendo — Señaló  para después poner su mano sobre la marca.

— Se van a quitar con el tiempo, con suerte mañana no sé notarán tanto — trato de alejarse un poco por su cercanía.

— Te sanaré — Una luz blanquecina salió de su mano en forma de resplandor sanando así el deterioro de la piel. Dejó su mano en su cuello reposando mientras observaba si había quedado rastro de daño.

Corvus ante la acción de la castaña sintió un escalofrío recorrer su espalda haciendo erizar sus bellos y acelerar su corazón al mismo tiempo.

Ambos conectaron sus ojos profundamente, hipnotizados entre sí se acercaron inseguros, por primera vez en siglos estaban inseguros en algo, al fin unieron sus labios en un beso breve para después separarse abruptamente por parte de la chica.

Se quedaron petrificados en su lugar hasta que Leila fue retrocediendo lentamente hasta perderse por los pasillos de la casa.

Leila se encerró en la primera habitación que encontró para después quedarse apoyada en la puerta pensativa.

No podía hacer eso, no estaba permitido, menos en medio de una guerra, solo era una equivocación, si se enteraban sus superiores podrían llegar a matarlos, era un riesgo que no quería correr.

Algo dentro de ella estaba insegura de esto, su acercamiento había sido rápido, empezaron a conocerse por una misión, lo abandono y ahora regreso, ¿era esto alguna señal del destino que lo quería volver a poner en su camino? Si era así, que mal trabajo estaba realizando al juntarlos a ellos dos, solo eran dos personas destrozadas de diferente manera.

En lo poco que llevaban conociéndose que era casi un año o más, Corvus podría ser un chico muy desesperante, un poco idiota, engreído, con un gran ego, caballeroso, lindo... Rayos, no no no.

Puede que sí le empiece a gustar la serpiente escurridiza, después de como lo trató él parecía igual, lo salvo de ser asesinado, lo curo con sus poderes, por él huyo de los suyos y los traiciono.

[...]

Corvus se encontraba sentado en el sillón de la sala pensativo por lo ocurrido con el Ángel hace unos instantes.

Escucho como se abría una puerta y unos pasos se dirigían a su dirección, una figura femenina muy conocida apareció por el arco de la sala. Leila se encontraban con la cabeza baja y poco a poco la levantó conectando sus ojos con el que le producía emociones en ella.

Estaba cansada de seguir órdenes del cielo, por una vez en su vida quería tomar decisiones por su cuenta y una de ellas era estar con él, después de todo lo vivido le demostró que siempre estaría para ella y eso era más delo que le habían dado los ángeles.

Se acercó quedando frente al Leviatán que aún permanecía sentado en el sillón, se subió sobre él posicionando una pierna a cada costado de él. Pasó sus brazos uniendo sus dedos en su nuca para proseguir a besarlo.

Al principio ambos al estar un poco confundidos no llevaban un ritmo sincronizado, poco a poco fueron profundizando más el beso.

Este beso no era como el de antes, este era más representativo, era donde se daban a conocer sus sentimientos de una vez por todas, solo eran ellos y no importaba nadie más.

Corvus tomo a Leila de la cintura para su cercanía, ambos sabían que estaba mal, pero era lo que querían, solo eran ellos desde que traicionaron a su especie, que más da echarse al cielo y al purgatorio como enemigos.

𝐍𝐎 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐄  [𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora