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Y allí estaba Erick, con una leve capa de sudor en su anatomía mientras recibía gustosamente a Christopher

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Y allí estaba Erick, con una leve capa de sudor en su anatomía mientras recibía gustosamente a Christopher. Así eran todos los viernes con su pareja, todas las noches cenaban y luego al momento de acostarse, el menor de edad era devorado al instante que salía del baño. El mayor estaba acostumbrado al sexo diario, pero con el trabajo y lo tímido que era Erick, se tuvo que ir calmando.

El menor tenía los brazos alrededor del cuello de Christopher, con las piernas enroscadas en la cadera y la cabeza escondida en su cuello mientras gemía en su oreja. El azabache amaba esa posición típica de él, de ese modo podía ir más profundo, sólo le molestaba no poder ver su rostro, besarle tranquilamente y apreciar cada una de sus facciones.

Cuando el castaño estaba cerca, se volvía más sensible y relajado, por lo que Christopher optaba por separarlo sólo un poco y admirar sus ojos cerrados con los labios ligeramente rojos y abiertos, aquel endemoniado rostro que siempre estaba en sus fantasías entre medio de las carpetas y archivos del trabajo.

Se le había vuelto costumbre estar trabajando y estirarse solo un poco y recordar cómo el viernes, Erick rasguño toda su espalda, o volvían las imágenes de sus besos de despedida.

Estaban acostumbrados a una vida de telenovela: vivían juntos hace tres años y su relación ya era de seis, nunca dejaron los besos y abrazos, el placer y amor de lado, tampoco las charlas quedaron en una cajita. Todo el mundo decía qué si iban a vivir juntos, se vayan olvidado de todo a lo que eran adictos. Eso sólo al azabache perjudicó, ya que ahora trabaja desde temprano y volvía un poco tarde, sacando los siete orgasmos del mayor que habían tenido una vez en su vida universitaria, sin olvidar que aquella vez, él solo había obtenido aquella cifra, recordaba como Erick lloraba en sus brazos por el dolor de los nueve orgasmos, sentía que moriría y tapaba su rostro, pidiendo que lo libere de la tortura, además del dolor en el trasero.

Y ahí estaban, en el presente, escuchando sus gemidos golpear contra las paredes y la cama rechinar. El castaño abrazaba fuertemente su cuello, buscando en alguna parte su boca y uniendo sus lenguas en un apasionado beso, sintiendo las paredes internas del menor atrapar con delicadeza su miembro mientras las piernas del otro se tensaban y se separaba solo un poco para jadear.

- Chris-Christopher. - soltó, para luego apresar el pene del nombrado y sentir su interior ser llenado mientras su abdomen se volvía cálido por su semen. - Mgh. - gimió cuando el mayor se retiró de su cuerpo para aproximarse y agarrar una toallita húmeda para pasar por su estómago y otra para su novio.

- ¿Te duele, cariño? - preguntó el azabache mientras sonreía con dulzura y se inclinaba para limpiar el semen del otro depositado en su mismo estómago. Pasaba la toallita con total delicadeza, con miedo de romper aquella obra de arte pintada a mano y que sólo se seguía reparando con su propio pincel.

- Deja de mirarme así, Christopher. - dijo el castaño apartando a su novio mientras con los pies agarraba las sábanas para cubrirse hasta el mentón y mirarlo entre sus manitas.

friday |Chriserick| OS adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora