Him

Sábanas

Se encontraban en lo que aparentemente era el salón, únicamente había un sofá descolorido y un piano en el centro de la sala. Lo más impactante para Tessa fue ver que en una esquina, oculta parcialmente por una sábana, había una gran chimenea de piedra, la cual estaba apagada.
La joven se acercó y retiró el peculiar sudario que ocultaba la chimenea.
-Jake, ¿por qué no enciendes la chimenea?, hace mucho frío.
- Oh, disculpa, no he podido ir a recoger leña, la verdad es que me he acostumbrado bastante a este frío, puede decirse que soy casi inmune jaja- dijo el muchacho con la sonrisa más dulce que Tessa había visto jamás.

-No pasa nada, lo decía porque estamos en invierno pero si no tienes ningún problema está bien.
Ambos se miraron sonriendo, por un instante parecía que el universo de paraba en torno a ellos y únicamente estaban los dos mirándose fijamente en aquel peculiar y polvoriento salón de la casa azul.

Jake fue el primero en romper el contacto visual y se dispuso a ir a la cocina, la cual estaba conectada con el salón, a partir el pastel. Tessa le siguió y se sentó en una de las desgastadas sillas de madera que habían en torno a una carcomida mesa del mismo material. El joven iba a acercarle el plato cuando el teléfono de la muchacha comenzó a sonar.

El joven miró atónito a Tessa, como si no hubiese visto un móvil antes.
- Disculpa, es mi madre, seguramente quiere que vuelva ya a casa, es un poco tarde y tendrá la cena lista. Me has caído bien Jake, cuando quieras quedamos y terminamos el pastel.
- Tú también, me has caído genial Tessa, se agradece un poco de compañía después de tanto tiempo, cuando quieras ya sabes dónde encontrarme.
La joven se despidió del muchacho y bajó los escalones del porche, se giró y miró por última vez a Jake; su rostro estaba iluminado por la luna y sonreía dulcemente, parecía un ángel que había parado en una vieja casa por error

Tessa volvió el rostro hacia la acera y se encontró de bruces con la extraña mujer del restaurante de carretera.
-Mi niña, no todo es lo que parece, no todo lo que parece vivo lo está ni todo lo muerto permanece bajo tierra. Abre los ojos querida, sólo tú puedes.
Antes de que Tessa pudiese responder, la anciana había desaparecido ante sus ojos. La joven corrió hacia su casa con la piel de gallina y cerró la puerta de golpe. ¿Quién era esa señora y qué quería de ella?.