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Había dos opciones. Adam miró la maleta que estaba sobre la cama, a medio llenar de ropa y cosas de valor como documentos, fotografías, su laptop. La primera era que estaba siendo irracional, tal vez Jean sí había cambiado, pero no podía hacerlo tan rápido como Adam esperaba, después de todo era un proceso complicado.

La segunda, era mucho menos esperanzadora, que Jean jamás cambiaría, ni por él, ni por el bebé que quizás Adam llevaba en el vientre. Si ese era el caso debía llenar la maleta y largarse ahora, antes de que el Alfa volviera. Antes de que lo detuviera, antes de que perdiera su oportunidad, de que fuera adoctrinado por su amor, como le había pasado antes, para creer que Jean sería menos violento, menos abusivo, menos... Jean.

Pero, si no estaba esperando, quizás podía darle más tiempo para mostrarle que sí quería ser un hombre nuevo, el hombre con él que Adam querría tener una familia, el hombre que merecía ser su refugio luego de que aquella maldita loca casi lo matara. Había dejado de ser un omega empoderado y capaz y se había convertido en un manojo de nervios que necesitaba ser protegido. Era deplorable.Se sentía perdido, completamente a la deriba entre el amor y la lógica, ese patético juego en el que nunca quiso estar.

Volvió al baño y levantó la tirita de plástico, miró el indicador y una cruz de color rosa le dio la bienvenida al hecho de que sería padre. Miró una y otra vez la caja para concretar sus resultados, leyendo y releyendo con el corazón en la garganta, no había cabida para dudas.

El resultado fue, por supuesto positivo.

Imposible. Imposible.

Adam dejó caer la prueba de vuelta en la cajita y se miró al espejo, haciendo el mayor esfuerzo por notar algún cambio en su apariencia, su cuerpo no lucía diferente. Seguía delgado y delicado como siempre había sido. Si no fuera porque era la tercera prueba que realizaba ese mismo día jamás creería que...

De todos los momentos ¿Por qué ahora?

Le había costado mucho decidirse, decidirse a dejar atrás a Jean y todo lo que representaba, su poder, su abuso, sus demandas... Ya se las había arreglado para convencerle de tener sexo sin protección durante el celo, cosa que Adam no quería, incluso si Jean se había asegurado de no ser capaz de morderle... Pero claro que todo lo que podía salir mal había salido mal y ahora estaba esperando un cachorro. En su vientre, dentro de su cuerpo que se deformaría con el paso de los días. Un sudor frío le recorrió la espalda y le mojó la nuca erizando su piel. El miedo se abrió paso poco a poco.

¡Joder!, no estaba seguro de querer un cachorro. Pero tampoco es que no quisiera sentar cabeza ahora que todos sus otros planes se habían ido por la borda. Pero no con Jean.

Ahora sólo tendría la puerta abierta para justificar lo que siempre había deseado. Jean querría casarse, querría que su vida juntos fuera permanente, justo ahora que Adam al fin se había armado de valor para terminar con ello, para huir. De alguna forma la maleta terminó debajo de la cama de nuevo. No se iría hoy. Lo sabía.

La ansiedad llevó sus manos a su cabello, el movimiento era básico y repetitivo pero provocó una chispa de esperanza.

Un bebé lo cambiaba todo. Un bebé era mucha responsabilidad, era algo enorme,

un monumental cambio en sus vidas... quizás un bebé era lo que Jean necesitaba

para moverse en la dirección correcta. Una voz al fondo de su cabeza, la misma

que le despertaba por las noches cuando soñaba con el ataque, le recordaba que él no era un omega estúpido como para creerse esas mentiras.

Una oportunidad más. Cuando supiera del bebé Jean sería mejor. Sería un buen padre, sería un buen Alfa...

Adam se miró en el espejo de nuevo, ignorando la ligerísima curvatura que ahora veía en su vientre. Ignoró las mordidas en sus hombros, los moretones en su cintura y sus caderas, las horribles marcas que aún dejaban sombra en su cuello. Su cuerpo marcado por tantas malas decisiones. Quizá merecía elegir su propia vida. Su siguiente paso.

Debería decirle. Decirle que ya no podía ser egoísta, que ahora tendrían una vida más de la que hacerse cargo. Como necesitaba una cerveza o un cigarrillo en este momento. Mataría por ambas cosas, pero se limitó a morderse el labio, no sería un riesgo para su hijo.

—Adam ¿En dónde estás?

—En el baño... Ya voy —. Dijo tirando las pruebas de embarazo a la basura y cubriéndolas de un montón de papel y rollos usados de papel higiénico. Su celo no debía llegar hasta finales de ese mes, así que no había forma de que Jean sospechara algo. Sería una sorpresa para él como lo había sido para Adam, pero este sabía bien que Jean no apreciaba las sorpresas, por el contrario, necesitaba tener todo bajo control, su control.

Salió del baño, una camiseta fresca sobre su torso y le sonrió. Tan apuesto, con su cabello perfectamente peinado, un traje de inmaculado color negro y aquella hermosa estructura ósea... Jean era todo lo que Adam siempre quiso en un Alfa, inteligente, rico, con buen gusto, educado, poderoso y con una polla cuyo tamaño era tan impresionante como su forma de usarla. Pero venía con muchas otras características que no apreciaba tanto,; los celos, las manías, los golpes...

— ¿Cómo estuvo tu día? —"Agotador" pensó Adam cuando el alfa se lanzó directo a estrecharle en sus brazos, besando su cuello y bajando sus manos a su trasero, apresando golosamente.

—Agotador —. Susurró antes de besarle los labios. Adam intentó separarse.

—Jean, necesitamos hablar...

—Estoy seguro que puede esperar a que terminemos —. Dijo con un tono que Adam no solía discutir, pero hoy era diferente.

—Jean, por favor, tengo que decirte algo... ¿Estuviste bebiendo?

—Shh, está bien, lo hablaremos más tarde —. Remarcó, Adam dudó un segundo y se encontró de espaldas en la cama. Olía a alcohol, eso nunca era bueno. Había instintos que salían con el alcohol que era mejor dejar ocultos.

En segundos había perdido los pantalones y tenía a Jean acariciando su entrada mientras su lengua recorría su pezón izquierdo con un ritmo tan lento que le arrancó un gemido de frustración.

—No, Jean, es importante, tienes que esperar. — Ahí estaba, la máscara perfectamente construida del Alfa se desmoronaba poco a poco. Le dio la vuelta y lo empujó de nuevo contra la cama. Trasero al aire. Escuchó una botella abrirse, lubricante. Jean no iba a esperar por nadie. — Por favor, tengo que decirte que yo...

—Siempre es sobre ti eh... lo único que quiero al llegar a casa es hacerle el amor a mi omega antes de cenar... —Dijo molesto, empujando sus brazo contra su espalda, arrancándole un chillido de dolor. — ¿Puedes dejar de parlotear sobre ti por 5 minutos?

—Lo siento... —Murmuró, sintió dos de los dedos ajenos abrirse paso en su canal apenas lubricado. La realidad es que el gel se sentía bien y el bastardo sabía dónde tocar para tenerlo listo en segundos. Maldita naturaleza omega, o es que el cachorro dentro lo tenía ansioso, caliente incluso contra su voluntad. Sabía que hacían eso.

Jean presionó el agarre en sus brazos lo suficiente para alinearse, sin molestarse en quitarse su costoso traje y lo penetró de una estocada. Adam maldijo, pero esperaba hubiera sido un sonido que pudiera pasar por lujuria. Jean no espero por él, como hacía cuando estaba de mejor humor, su vaivén fue agresivo y egoísta, no pensaba en el pequeño cuerpo que se sacudía debajo de él, pensaba en el orgasmo que logró pasados unos minutos y en anudarlo sin siquiera preguntar si podía hacerlo. Aquella voluptuosa violencia lo dejó al borde, pero era tan perversa que no podría venirse aún si lo hubiera querido. Jean lo besó hasta que el nudo salió de su cuerpo y mientras lo veía desvestirse para ir a dormir Adam decidió dos cosas.

1.- Jean jamás sabría sobre su hijo.

2.- Esa maleta bajo las escaleras pronto estaría llena a rebosar. Se iría al día siguiente, no importa que. Y no volvería por su propio pie a ser la marioneta de nadie.ng

En un pueblo pequeñoWhere stories live. Discover now