Capítulo 9

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A la mañana del día siguiente el maestro ya estaba enterado de la brillante teoría que Marinette le había planteado a Adrien, haciendo que Fu se detuviese otra vez más a pensar en la joven, considerando su inteligencia y la mucha confianza que transmitía al simplemente verla. Sin embargo, pese a las muchas ideas que podían venírsele a la cabeza, las descartó todas, pues estaba harto de que las personas que se involucraran con él corriesen tantos riesgos.

—¿Ella sabe tu identidad?— preguntó Fu, un poco extrañado y desconfiado de la forma en que un héroe y una civil podrían haber entablado una conversación como esa.

Sorprendido por la pregunta, el rubio movió su cabeza rápidamente hacia ambos lados en señal de negación, seguido por un gesto de afirmación de Fu, que se tranquilizaba al saber que su identidad seguía siendo secreta y esa joven no estaba involucrada con ellos.

Desde ese momento, con el propósito de idear una estrategia o un plan para derrotar al enemigo, Adrien y el Maestro Fu estuvieron el resto del día encerrados pensando, conversando e intentando de ver y considerar el millón de posibilidades, ventajas y desventajas que los acompañaban.

Cuando la noche comenzó a caer, en su propio rincón de la ciudad, Marinette estaba nuevamente en su habitación. Ese día después de almorzar, sus padres le dijeron que pasarían la noche en la casa de su abuelo Rolland, el papá de Tom. Y pese a que le llamó la atención, la joven no dijo nada y sólo deseó internamente que no hubiera ningún conflicto entre ellos. Luego de eso, ellos se fueron y ella pasó la tarde inmersa entre su libreta y su máquina de cocer, el hecho de que no tuviera clases la mantenía con mucho tiempo libre que le gustaba usar hasta que llegara la noche y sus ganas de dormir.

Esa madrugada, cerca de las tres de la mañana, el desorden en la cama de Marinette ya era evidente, estaba destapada, despeinada y con sus extremidades extendidas hacia cualquier parte, en unos minutos más su cama estaría inundada en baba.

Sin embargo, su tranquila y típica forma de dormir se vio interrumpida por segunda noche consecutiva, pero esta vez, su visita no era en lo absoluto amable, pues se vio obligada a despertar dado que sintió a alguien parado sobre su espalda a penas permitiéndole respirar.

—Le he visto. Le he visto aquí más de una vez, también al anciano. ¿Pero qué tiene una niña ordinaria como tú que ver con ellos? ¿Sabes quiénes son? ¿¡También te interpondrás en mi camino!?

Marinette, poniendo todas sus fuerzas en respirar para no morir ahogada, era incapaz de procesar algo de lo que le estaban diciendo, y su atacante pudo notarlo. Pese a que su objetivo era sacarle información, se dio cuenta de que su método sorpresivo la había incapacitado más de lo que pretendía.

—Estaré cerca.

Cada palabra que el hombre dijo, la azabache la sintió como un breve murmullo, a penas pudo controlarse y dejar de toser una vez que el peso de dicho sujeto dejó de estar sobre su espalda.

Mientras la adrenalina aún estaba en su cuerpo y sus pulmones seguían reclamando aire, Marinette recorrió su habitación con la mirada y lo único que logró ver fue un par de mariposa negras escabulléndose por su ventana, como si fuesen el rastro de alguien.

El miedo sólo le permitió enrrollarse entre las sábanas y rogar que lo que acababa de pasar fuese una pesadilla que nunca se repetiría. Pensó en llamar a sus padres, pero no quería preocuparlos, tampoco a Luka ni a Alya. "Ojalá los héroes tuviesen un número público", pensó, porque realmente creía que Chat Noir era la persona a la que debería pedir socorro en ese instante.

Inquieta, incapaz de dormir y sin nadie a quien acudir, la joven comenzó a subir y bajar las escaleras desde su cuarto hasta la pastelería, intentando cansarse o tranquilizarse, pero moverse de un lado a otro sólo le sirvió para percatarse de una nota que había sobre el mostrador de la tienda.

***

Inmerso en la estrategia que el Maestro y él acababan de crear, Adrien apenas se percató de que estuvo un día entero fuera de casa. Sólo se dio cuenta del tiempo que pasó fuera del mundo real cuando el amanecer del día posterior al que había entrado al escondite del maestro se asomó por la ventana.

—Nos excedimos, ya no estoy en años de hacer cosas como estas— declaró el Maestro haciéndose sonar la espalda mientras soltaba un largo bostezo —Puedes descansar un rato antes de volver a casa, iré a preparar té.

Adrien sólo asintió y bostezó también. Mientras Fu se había ido a preparar algo para beber, el joven tomó el control remoto de un pequeño televisor que había en el lugar y lo prendió. Sin embargo, lo primero que vio en las noticias de la mañana lo dejó perplejo.

En cámara, detrás de la periodista, pudo ver la casa de la azabache y a ella también, en pijama, temblorosa y desamparada.

—Según declaraciones de la joven víctima, no hubo un segundo ataque, pero rato después del primero sí encontró una nota en su casa que con seguridad había escrito su atacante. Ésta decía:

"¿De verdad creíste que tus padres estarían en casa de tu abuelo? Pues no. Están conmigo"

No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora