DC XII:LA REINA DEL MUNDO √

28 - LLEGANDO AL CASTILLO

—Lo siento mucho. De verdad.

—Con lamentarte no vamos a recuperar el tiempo perdido.

—No es culpa mía. Hicieron muy bien su trabajo.

—Si en lugar de mirar el culo de mi mujer te hubieras centrado.

—BUENO. BASTA YA LOS DOS —grito enfadada —. Nos hemos perdido y punto. ¿No os dais cuenta de que así sólo perdemos más tiempo?

Ambos agachan la cabeza avergonzados, aunque me cuesta saber si Nico lo ha hecho. Siendo una llama, no puede hacer muchos gestos que digamos.

—Tenemos que encontrar la manera de llegar al castillo cuanto antes —comento pensativa. En ese momento una idea cruza por mi mente.

—Nico. ¿Sigues en contacto con Ana Bishop?

—Pues... sí, pero... ¿De qué nos puede servir eso?

—¿Está aquí o no? —insisto seria.

—Sí, pero no entiendo. No hay manera de contactar con ella.

—No estés tan seguro. Dadme un segundo.

Los dos me miran intrigados mientras me alejo ligeramente de ellos. Me siento en el suelo y, cogiendo aire, me concentro. Sólo espero ser capaz de contactar con ella o con cualquiera de mis ancestros. Es la única manera de salir de este atolladero.

Decido aprovechar que tengo la espada para concentrarme en ella. Tras un rato rastreando, me llega una señal muy débil y sonrío. Poco a poco la señal se va acercando más. Parece ser que la llamada a funcionado.

—Listo —digo orgullosa poniéndome en pie.

—¿Qué has hecho, cosita? —pregunta Drogo intrigado.

—Avisar a Ana. Está en camino. Si ella no puede ayudarnos, no sé quién podrá hacerlo.

—¿Has llamado a Ana? ¿Cómo lo has hecho? —inquiere Nico asombrado.

—Soy la elegida, ¿no? —respondo con una orgullosa sonrisa —. Estoy conectada a mis ancestros. Es lo que me da el poder.

—Desde luego... Sois increíbles. Si vosotros no podéis con Hades, no sé quien va a poder.

Drogo y yo le sonreímos felices. Esas palabras nos animan más que nada.

—Nico... ¿Qué has hecho ahora?

La llama da un salto asustado al escuchar esa voz lo, me provoca una risilla. Tras él hay otra llama, pero ésta es más luminosa, más bella, con una luz muy potente.

—No es culpa mía. Nos tendieron una emboscada y me desorienté.

—Desde luego... —responde con un suspiro de aburrimiento —. No sé porqué te han mandado a ti de guía. ¿Es que no había otro más capacitado?

—Oye. Que estoy capacitado de sobras —protesta indignado —. Además, he sabido ver el ataque. Si no llega a ser por mí...

Una sonrisa se me escapa. Aunque se haya perdido, debo reconocer que nos ha sido de mucha utilidad. Su habilidad para detectar otras almas es única.

—No te enfades con él, Ana —me apresuro a defenderle —. Hasta que nos han atacado todo iba muy bien.

—No pasa nada —responde ella agotada —. ¿Y vosotros? ¿Estáis bien? —Los dos asentimos. —En ese caso, vamos. No hay tiempo que perder.

Reanudamos el camino en dirección contraria a la que estábamos siguiendo. Eso me sorprende. No sé qué es lo que hicieron esas almas durante el ataque, pero está claro que lo hicieron muy bien. En lugar de acercarnos a nuestro destino nos alejábamos cada vez más de él.