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Cuando Seokjin comenzó a hornear su cuarta y último pastel, todos los pensamientos de cualquier cosa menos el pastel de bodas se le hicieron olvidar.
Tenía el relleno de chocolate, el relleno de vainilla y el especial de avellana italiana enfriándose, y sabía que había dejado que el denso pastel de Ferrero Rocher estuviera en la nevera un poco más. Las mediciones fueron precisas, hasta los gramos, y se estaba concentrando tanto en acertar con las proporciones que no notó de inmediato que la puerta de la pastelería se abría.
Había sido bastante constante, durante la hora pico del almuerzo y luego en la tarde cuando se vendieron la mayoría de sus pasteles dulces, y sintió que estaba perdiendo el tiempo. Esperaba tener los cuatro pasteles horneados y enfriados cuando tuviera que irse a clase, pero se dio cuenta rápidamente de que podría tener que depender de su empleado informal de la tarde para sacar el último del horno industrial.
Seokjin estaba ocupado pensando en eso, y los rellenos complicados, cuando escuchó una voz.
-Uh, hola?
Seokjin dejó rápidamente sus tazas de medir y salió a toda prisa a la pastelería, con su delantal negro espolvoreado con harina.
-Hola, lo siento- dijo rápidamente, sin darse cuenta de inmediato de quién era su cliente.
El constructor sonrió, la suciedad manchada sobre su camisa de trabajo, grasa en sus nudillos.
-Hey, no te preocupes- sonrió- Solo quería hacerte saber que el pastel que recibí de ti esta mañana fue probablemente el mejor pastel que he probado.
Seokjin no pudo evitar la amplia sonrisa que apareció en su rostro y la forma en que sus mejillas se calentaron.
-Oh gracias.
-De nada- sonrió el constructor- Supuse que tendría que hacerte saber que tienes un nuevo cliente habitual.
Seokjin se echó a reír y apoyó las manos sobre el mostrador.
-Es bueno saber que puedo contar contigo.
-Puedes apostar- sonrió el hombre- ¿Te veo mañana, entonces?
-Sí- asintió Seokjin, sus dientes se cerraron sobre su labio inferior.
El hombre se giró para irse, y Seokjin estaba abriendo la boca y soltando un rápido "¡espera!" y el extraño se dio la vuelta.
Seokjin abrió la vitrina y usó unas pinzas para servir para tomar un pastelito de chocolate con glaseado de caramelo.
-Para ti- dijo, metiéndolo en una pequeña caja- Regalo de la casa por su deslumbrante crítica.
La sonrisa del hombre pareció ampliarse, y asintió con la cabeza.
-Wow, ¿eres tan amable con todos tus nuevos clientes?
-Sólo con los buenos- sonrió Seokjin, deslizando la caja sobre el mostrador.
El constructor se echó a reír, recogió la caja y asintió en dirección a Seokjin.
-Muchas gracias. Lo aprecio.
-Gracias a ti- Seokjin sonrió y observó al hombre irse.
*****
Seokjin llegó tarde a su clase y después de preocuparse sin parar por el destino del último pastel de bodas, se detuvo en la panadería solo para comprobar que estaba bien. No era que no confiara en Jimin. Él era un buen chico y tomaba la dirección bien y era el más confiable de todo su personal informal, pero Seokjin simplemente no podía dejar que el destino de un pastel de bodas descansara en manos de un niño de diecinueve años.
El pastel estaba bien, por supuesto que sí, y tenía la intención de irse una vez que sabía que todo estaba en camino para el siguiente, pero no pudo evitarlo. Eran casi las nueve cuando terminó el relleno de mousse de frambuesa para el pastel de vainilla, le dolía la cabeza y detrás de los ojos y sabía que era por el cansancio.
Es lo que lo hizo tirar la toalla y encerrarse, dirigiéndose a casa con el suave sonido de Coldplay en el estéreo de su auto. Fue tranquilizador, y Seokjin se sintió un poco mejor cuando llegó a casa, y agradeció quitarse los zapatos en la puerta principal antes de tumbarse en el sofá de la oscura sala de estar.
-Estas vivo.
Seokjin levantó la cabeza un poco para mirar a Jungkook, de pie al final del sofá con los brazos cruzados sobre el pecho.
-Estaba preocupado.
Seokjin sonrió, rodando sobre su espalda con un gemido.
-Lo siento.
-No, yo lo siento- murmuró Jungkook- Por lo de esta mañana y por mencionar a Sehun.
Seokjin suspiró y cerró los ojos.
-Está bien, ¿de acuerdo? Es fácil olvidar lo que pasó.
Jungkook entró en la habitación, levantó los pies de Seokjin del sofá y se sentó, dejando que los pies del joven descansaran sobre sus muslos.
-Yo solo…
Seokjin clavó su dedo gordo en el muslo de Jungkook suavemente.
-Está bien, Kookie.
El silencio cayó sobre ellos y Seokjin casi podía sentir a Jungkook respirar tranquilo a su lado. Era como siempre sucedía. La boca de Jungkook tenía mente propia y lo metia en muchísimos problemas. Había sido la razón por la que su amistad con Seokjin había sido tan difícil al principio.
Jungkook se burlaría de él, o diría algo particularmente hiriente, y eso los retrasaría dos pasos. Seokjin lo entendió, un año después de su incómoda amistad.
Jungkook era así como así. Pero también era el chico más dulce y cariñoso que Seokjin había conocido, y aprendió a sacar todo lo que Jungkook soltó de forma calmada. Porque Jungkook siempre lo seguiría con algo como esto.
Se arrastraría a la cama junto a Seokjin, o lo abrazaría de la nada o lo besaría inesperadamente. Seokjin había perdido la cuenta de la cantidad de veces que Jungkook había usado sus labios para disculparse. Solo presionando suavemente sus bocas, Jungkook lo apretaría y era la mejor forma de consuelo y Seokjin simplemente lo amaba tanto.
-¿Abrazos?- Seokjin preguntó suavemente una vez que el silencio comenzó a estrangularlos- Pero tengo que levantarme a las cuatro.
-Sí- Jungkook asintió- Mi habitacion. Cambié las sábanas.
Seokjin sonrió, Jungkook también se ponía doméstico cuando había metido la pata.
-Muy bien, vamos- suspiró el hombre más viejo, cansadamente empujándose para poder sentarse al lado de Jungkook.
Jungkook se inclinó y lo besó rápidamente, acariciando su rostro contra el cuello de Seokjin, y Seokjin olvidó la razón por la cual las cosas eran incómodas en primer lugar.
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