R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜ

C I N C O

Tus ojos dicen lo que callas
Lo contrario a lo que dices
Será que estoy ilusionado
Mi corazón no importa dice
Estoy obsesionado, desesperado
Muero por tenerte de frente
Y al mirar tus bellos decirte
Que lo que siento es muy fuerte
Quiero perderme en tu mirar
Naufragar en ese bello mar
Es admirable la belleza de tus ojos.

Rubén lee una vez más aquel poema con una sonrisa amplia en su rostro sin ser consciente de ello. En su cabeza, no puede evitar pensar en ese chico, del cual ni siquiera sabe el nombre aún pero es tan guapo. Sus mejillas se sonrojan y al percibir ese calor, cierra el libro que tenía en sus manos y lo regresa a la repisa, la cual contenía más de cien ejemplares originales de distintos géneros.

"Necesito saber el nombre de ese hombre o me voy a volver loco... Yo necesito saber más de él, más de quién es en realidad."

Su corazón latía rápido, pero en el fondo sabía que estaba mal lo que estaba sintiendo por esa persona que lo tenía encerrado como a un animal. Sin embargo, podía jurar que nunca antes había sentido atracción a tal punto como ahora, jamás se había sentido así al pensar en alguien.

"Detente, ya. Esto es malo y lo sabes, chaval. No puedes sentir algo por quién te tiene prisionero y probablemente te mate, ¿lo entiendes?"

Muerde su labio inferior y niega rápidamente con la cabeza, alejando todos aquellos pensamientos acerca de él de su mente.

Ya llevaba seis días encerrado allí, pero en realidad los notaba como si hubieran sido diez y era lógico, no hacía nada en todo el día y su única entretención era leer. Se sentía increíblemente solo y cuando venía a dejarle la comida ese hombre, se alegraba mucho, era su única compañía y esperaba de verdad que luego de todo esto, siguiera siendo su compañía.

"Eres un puto loco."

Su mano quita lentamente la venda que cubría su brazo dañado y muerde su labio inferior, haciendo un gesto al ver toda la sangre que había seca. Tira el vendaje a la basura y se recuesta boca arriba sobre la cama, admirando durante largos minutos por décima quinta vez la "habitación" en la que estaba, la cual era muy ordenada y espaciosa, la pintura de las paredes combinaba a la perfección con el techo, ¿sería parte de una casa todo esto? De pronto, unos pasos lo sacan de sus pensamientos y se levanta con cierta rapidez, le había extrañado...

Todo cambia su rumbo cuando el menor frente a él ve a otra persona, era un chico quizás cercano a su edad, vestido completamente de negro al igual que él y le traía una bandeja, la cual deja con cuidado por debajo de la puerta y le entrega en las manos la botella de agua.

"¿Dónde est-

— ¿Dónde está el otro?

— Ocupado. —El semblante del chico era serio pero no tanto así como el del hombre de ojos bellos.— ¿Pasa algo? Yo puedo responder por él.

— Necesito que me respondas una cosa, solo una...

— Depende, ¿qué es?

— ¿Cómo se llama? —Un silencio rotundo abunda en la habitación antes de que Frank contestara y es que, estaba pensando en si decirle o no, de todas maneras no es como si pudiera salir pronto y decírselo a alguien, ¿pero por qué quería saberlo? ¿En qué influía eso?

— Samuel.

"Samuel... Samuel."

— Samuel... ¿Por qué no me lo quería decir? —Rubén tenía una ligera sonrisa en su rostro, se sienta sobre el frío pavimento y se cruza de piernas.— ¿Siempre es así de serio?

— La mayoría de las veces, sí.

— ¿Siempre ha sido así?

Frank sabía la respuesta, pero también quería saber, tenía curiosidad, por el motivo del menor al querer saber tanto de su amigo.

— ¿Por qué preguntas tantas cosas?

— Pues... —El castaño desvía su mirada y se queda en silencio durante unos segundos, suspira profundamente y vuelve a hablar con un volumen inferior al de recién.— Me gusta saber de él.

Frank se queda en silencio y asiente sutilmente, esto era peor de lo que estaba pensando hace un momento.

— ¿Tú... Sientes aprecio hacia él, Rubén?

— Sí.

El mayor abre los ojos de par en par, era muy expresivo a diferencia de Samuel y asiente nuevamente, parpadea algunas veces antes de darse la media vuelta y subir por las escaleras, encontrándose al mencionado viendo televisión atentamente.

Pero no, no le iba a decir nada.