Aprende y sigue.

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Bokuto se removió en la cama tratando de acercarse más a Keiji al caer en cuenta que su esposo no estaba a su lado abrió los ojos y se estiró para espantar el sueño de su cuerpo, miró el reloj, aún era temprano luego dirigió la mirada a la cuna sonriendo así al ver a los gemelos profundamente dormidos. Se puso de pie, se puso una bata y las pantuflas para luego salir del cuarto, miró ambos lados del pasillo, no escuchó ruido alguno, pero siguió firme en busca del doncel. Paso por el cuarto de Kyou y verificó que estuviera bien, el pequeño también dormía plácidamente mientras abrazaba fuertemente el peluche con forma de Búho que Mamoru le había regalado hace tiempo ya.

Paso por la habitación de sus suegros y suspiró el día anterior había sido terrible, no había momento en el cual la madre de Keiji y Keiji en si empezaran a discutir, siempre por lo mismo, del pasado. En definitiva eso no le gustaba, Kōtarō era de aquellos que seguían adelante, si pasaba algo o tomaba alguna mala decisión no se arrepentía, aprendía de ello y avanzaba, había tratado de ayudar a Keiji, sabía que él trataba, sin embargo el estigma de sus padres le perseguía, aunque lo ocultaba muy bien. Kōtarō sabía que su esposo podía ser alguien rencoroso, terco y obstinado, hasta un poco cobarde.

El doncel no estaba ni en la cocina ni en la sala ¿Donde estará? y de repente se le vino a la mente una conversación de mucho tiempo atrás, Keiji le había contado que cuando se sentía presionado se escondía en el establo y duraba horas allí. Preocupado miró por la ventana y divisó el lugar. "¡No puede ser! ¡Está helando!"

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Keiji frotó sus manos para darles un poco de calor "si que hace frío" pensó y se arrepintió de ser tan impulsivo, por lo menos debió ponerse unos zapatos, miró sus pantuflas húmedas, sin embargo no lo pudo evitar, se sentía asfixiado dentro de esa enorme casa y pese a saberse acompañado por su esposo la ansiedad le ganó. Suspiró y notó la pequeña nube que flotó suavemente para luego desaparecer. Quería irse, no quería volver, soportaba que sus padres le trataran más que lo culparan con argumentos tontos, pero no aguantaria por nada en el mundo que menospreciaran a sus hijos ni siquiera a Kotaro, de no ser por él juraría que todavía estaría a la merced de Sakusa golpeado, humillado y quien sabe que más. Limpió su rostro, quería llorar, todavía andaba hormonal.

-¡Keiji! - Exclamó Bokuto entrando al establo alarmando a los caballos y principalmente al doncel quien se puso de pie y le miró sorprendido. - ¡Bokuto-san? - Su esposo caminó rápidamente en su dirección, antes de poder preguntar qué hacía ahí, el de cabellos bicolores le acunó el rostro con sus enormes manos, eso le confundió. - Maldición, estás helado. - farfulló molesto. Akaashi no pudo responder pues solo vió que Kotaro se quitó la bata y le abrigo, internamente el doncel agradeció. - ¿Que haces aqui? - pregunto conmovido, ¿Cómo era posible enamorarse todo los días?.

Bokuto le miró molesto. - ¿Todavia preguntas? - bufó. - No estabas a mi lado, la cama estaba fría...te busque y no estabas... recordé que alguna vez mencionaste este lugar y... - No pudo seguir hablando pues Akaashi le había besado, sin más se calmó. Así era, simple y bonito, sin Keiji Kotaro no era nada y viceversa.

-Tengo frío. - Susurró abrazando a su esposo quien le abrazó y a su vez alzó. Sus pantuflas húmedas cayeron al suelo pero no le importo, de hecho se aferró más.

-Cómo no vas a tener frío, ni siquiera te pusiste un buen abrigo. - Kotaro salió del establo con el doncel en brazos, comentó mientras trataba con toda sus fuerza de brindarle calor a Keiji. Llegaron a la mansión y a su cuarto, Keiji observó a sus gemelos pero se abstuvo de acariciarlos, sus manos aun estaban heladas, miró a Kotaro quien tiritaba un poco mientras buscaba unas toallas, iba a hacer que Akaashi tomará un baño con agua caliente.

Me cuesta olvidarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora