cuatro

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"¡¿Qué tu que?!" me tomó por los hombros sacudiendo. "¿Todo eso pasó mientras te quedaste fuera?" preguntó atónita.

"Estuvo loquisímo, ni yo me la creo" empecé a caminar para salir del lugar como todas, el salón estaba casi vacío pues todo el evento había terminado hace diez minutos.

A casa, a dormir que fue una noche muy larga.

"¿Y tu a donde crees que vas?" Daniela me jaló por el vestido parándome en seco.

"Pues a la casa mensa, ¿o te vas a quedar a limpiar?" reí.

"Me acabas de contar que Adriel Favela te "pidió" para esta noche, que estuviste en una suite con pura modelo gringa que va a estar en el after party, que te confundieron con una de ellas y ¿vienes a decirme que te quieres ir a la casa?" mmm sí.

"Sería una locura volverme a colar, lo hice solo para reencontrarme contigo"

"Sí, y al parecer fue muy fácil, debes hacer otra vez. Tienes que ir a la fiesta que van a dar" otra vez los ojitos de perrito. Negué efusivamente.

"No. Olvídalo." dije convencida.

[•••]

La música retumbaba muy fuerte, había humo por todas partes y el buen ambiente sobraba. Decidí moverme de la entrada y caminé un poco, tratando de pasar desapercibida.

¿Era una muy buena hermana? La respuesta es sí.

Abrí uno de los gabinetes de la cocina y guardé ahí mi abrigo con mi bolso, para mantenerlos a salvo. Los tomaría al salir.

Veía hombres y mujeres hasta el gorro. Casi todos parecían drogados, a lo lejos pude ver a Larissa, estaba sobre nada más y nada menos que de Natanael, le comía el cuello de forma desesperada.

Ambos voltearon a verme, y ella se mostró feliz pero antes de que se acercara a saludarme salí huyendo de la cocina.

Había tenido problemas con ella en el pasado. No era realmente la clase de persona con la que deberías llevarte.

Corrí por un pasillo que daba a puertas y más puertas, la música ya no se escuchaba, en cambio el sonido de mis tacones retumbaba a lo largo de mi caminar.

Al final del vestíbulo había una puerta de cristal, entré ahí y suspiré arrepentida. ¿Porqué había venido? Tomé el atrevimiento de recostarme en la gran cama que estaba situada en el centro de la habitación.

"¿Está cómoda mi cama?" una voz me hizo saltar de mi lugar, miré a quien y me sonrojé.

Natanael estaba de pie frente a mi, tenía un vaso rojo en la mano derecha y sostenía un cigarro en la otra.

"¿Hace cuanto tiempo estás ahí parado?"

"Le gustaste un chingo a Adriel" evadió la pregunta.

"Te pregunté algo" sentí la cama hundirse y me alejé de él.

"Yo también te pregunté algo" dijo "Adriel está molesto conmigo porque le bajé a la morra de la noche"

"No lo creo, ha venido pura modelo, fácil ya se está dando a otra" lo miré.

"Tu eres la más bonita de la noche" susurró. Podía oler que estaba borracho pero el olor no me disgustaba, era una mezcla de whisky, menta, perfume de hombre y marihuana. Raro pero delicioso.

"Has tomado de más" contesté.

"Sí, ¿y? Los borrachos siempre dicen la verdad"

Siempre tú: Natanael CanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora