Capítulo XIX El Encuentro

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Retrocedió despacio, colocó un pie en la pared y luego el otro en ese momento quedó suspendida. Se oían ruidos en el ático y en las casas vecinas; los perros aullaban sin parar.

—Es mi imaginación... es mi imaginación —repetía constantemente—. Me estoy volviendo loco —susurré.

Mientras lentamente trataba de acobijarme de pies a cabeza «como si esto me fuera a salvar» creyendo prácticamente el que «yo no la veo, ella no me ve»  y eso me aterraba.

Sentía que sí destapaba mi rostro, ella estaría allí con una fila de dientes con los cuales destrozaria mi cara como si fuera un trapo viejo. Tal vez succionaria mi alma o se apoderaria de mi cuerpo haciendo de mi su marioneta personal.

En cualquier caso, sólo espere. La vi de reojo, está se acercaba a mi cuando abrió la boca y empezo a soltar lo que creo yo son babas negras.

Me sobresalte, grité a todo pulmón pensando que me iba a sepultar en tan nauseabundo liquido.

De manera instantánea todo desapareció... incluso ella...

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