Capítulo 24 | Sacrificio Rojo

399 31 1
                                    

-¡Wooooow!

Es lo único que se me ocurre decir.

Igor, Julia y yo estamos refugiados en la entrada de una caverna gigante y muy abrumadora, con increíbles formaciones rocosas y estalactitas, mientras cae un aguacero despiadado afuera, a unos metros de donde estamos sentados.

El volumen de agua que cae es tal que uno creería que hay un dios allá afuera echando  un gigantesco balde de agua sobre la selva a sus pies.

Estoy temblando de nervios.

¿Qué haremos ahora en la caverna, que sera después de habernos adentrado tanto en el corazón de la selva?

Quizá tiemblo porque estoy empapada de pies a cabeza.

El aguacero torrencial comenzó a desbordarse desde el cielo como diez minutos antes de que llegáramos a la caverna, y en cuestión de segundos quedé empapada, como si me hubiera metido a la regadera completamente vestida.

-No hay nada que temer

Me garantiza Julia y me pone el casco

-Levanta la barbilla

Cuando lo hago, ell se muerde el labio mientras ajusta la correa de mi casco, y de nuevo me maravilla su belleza absoluta.

Cuando termina, me pone las manos sobre los hombros y sonríe

-Hay otra salida a unos seis kilómetros y medio de distancia. No tardaremos más de tres horas en llegar ahí.

-¿Tres horas?

Exclamo, sobresaltada

-¿Tres horas para caminar seis kilómetros?

-Sí. El camino no es muy directo

-Es una caminata peculiar

Ella voltea a ver a Igor y ambos se ríen del que debe ser una especie de chiste local.

Un escalofrío me recorre la nuca.

¿Qué diablos les parece tan gracioso?

-Igor, ¿por qué no le cuentas a Lena la historia de esta caverna?

-Claro. Los antiguos locales, que vivían en lo que ahora es Filipinas, creían que esta caverna era la entrada al reino de las sombras, el inframundo.

Esta caverna, al igual que otras en Filipinas, era el lugar en el que los Tagalos hacían
sacrificios a los dioses para garantizar la prosperidad continua.

-Bien dicho, Igor

Le dice Julia.

-He dado esta explicación una o dos veces

Nos dice Igor entre risas.

-Pero dinos, Igor, ¿qué clase de sacrificios hacían los Bathalos en esta caverna?

Julia le hace la pregunta a Igor como si estuvieran haciendo una rutina cómica para entretenerme.

Es evidente que Julia sabe la respuesta a esa pregunta, pero quiere que Igor la diga en voz alta.

-Sacrificios humanos.

-Pero ¿qué clase de humanos en particular sacrificaban, Igor?

-Vírgenes. Mujeres vírgenes.

Julia no cabe del entusiasmo.

Está tan orgullosa de sí misma, que no puedo evitar esbozar una gran sonrisa.

A Julia Volkova le encantan las metáforas, y yo soy su virgen (al menos su virgen de orgasmos) quien está a punto de ser sacrificada a los dioses, o más bien, a una sola diosa todopoderosa: Julia Volkova.

The BalkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora