—(...) Hace tiempo que hemos estado haciendo lo mismo. Creo que es un poco aburrido vivir en esta rutina. Sabes, viejo, me encanta fumar hierba y escuchar música para después bajonear una hamburguesa, pero creo que podríamos hacer algo más interesante —le comenté a Charly mientras fumabamos un cigarrillo en nuestra habitación, mientras esperábamos a que llegara Curt.
—Claro, te entiendo... este departamento a veces es aburrido. Ver las mismas cuatro paredes siempre que comenzamos a viajar es un poco rutinario. Ojalá se hicieran retiros para fumar hierba tan regularmente y tan fácilmente como lo hacen para las iglesias —dijo Charly antes de tomar un poco de humo.
Habían pasado varias semanas desde que probamos por primera vez aquella hierba suministrada por nuestro amigo dealer Johnny el anciano junto con su compañero de ventas, Dylan, el drogadicto. Hacía un tiempo que no veíamos a Johnny, una semana por lo menos, desde la vez que vino a pedirnos dinero para unos asuntos que tenía que resolver. A saber en qué andadas se había encaminado nuestro compañero.
Curt, Charly y yo hemos estado comprando la hierba vieja y seca de Polar, aquella que no eran tan buena como la inolvidable hierba levantamuertos, como Dylan y Johnny le llamaban. La última vez que probé esa hierba me dejó con ganas de más, la hierba regular no era lo mismo, simplemente un poco de diversión, te elevas unos cuantos minutos y te estabilizas en un estado extraño, moribundo y con fatiga. Era asqueroso, pero era lo que había, con tal de no ir hasta la casa de Dylan a recogerla... pues ya qué.
La tarde estaba fresca, había lloviznado un poco y no nos pegaba tanto el Sol, era un clima agradable, o por lo menos más que los últimos infernales azotes del Sol sobre nuestra piel. Cualquiera disfruta de un día soleado, por supuesto, pero la saturación crea la toxicidad y ya estábamos completamente saturados de altas temperaturas torturantes que no permitían ni un paseo por el parque. «Poco más y me da cáncer de piel con este Sol de mierda» decía Charly cada que salíamos, y era comprensible, por supuesto a nadie le gusta quemarse mucho de Sol y estar con la piel cada vez más bronceada hasta llegar a un punto sin retorno en que el color de tu piel no es uniforme en tu cuerpo. Es molesto.
—¿Quieres subir al techo a fumar hierba? —me preguntó Charly levantándose de la cama.
—¡No, viejo! Yo me refiero a algo más interesante, algo nuevo. Ya estoy aburrido de estar encerrado aquí todo el tiempo. Vamos, hermano, creo que podemos encontrar algo más divertido para hacer. Mira... este fin de semana habrá puente de asueto, el lunes no hay clases. Podemos aprovechar el fin de semana...
—No lo sé, hermano, no se me ocurre nada. Podríamos preguntar a Curt cuando llegue, él debe tener alguna idea, supongo que estará igual de aburrido que nosotros. Por cierto, ¿adónde dijo que iba?
—Dijo que iba a regresar en un rato, mas no dijo a dónde iría —dije soltando un suspiro adornado con humo blanco y olor a tabaco.
Eran aproximadamente las tres y cuarto de la tarde. Nuestra habitación estaba llena de olor a tabaco, el sonido del reloj de pared se escuchaba de fondo, la ventana estaba abierta y el ruido mecánico de los carros al moverse sobre el pavimento se escuchaba a lo lejos. Mientras Charly jugaba con un cubo de Rubik y sostenía un cigarrillo con la mano izquierda, yo estiraba mi brazo hacia su cama, tratando de alcanzar la caja de cigarrillos Lucky Strike que estaba junto a Charly, para así poder tomar otro antes de que el actual se apagara. Como ya era costumbre para mí, la colilla aún prendida de un cigarro podía servir para encender el siguiente, solo juntando las puntas y suspirando del cigarrillo nuevo, un pequeño truco de fumadores que había descubierto con el tiempo.
Mi actual lectura seguía sin concluir, mi madre me había enviado dinero así que podría comprar otro para la colección y continuar la serie, pero no. Simplemente las ganas de continuar la lectura se dispersaron. Como las hojas al llegar el otoño, siendo empujadas y arrancadas por el viento, mi motivación se había difuminado hasta quedar casi transparente y solo de vez en cuando continuaba un capítulo o dos. Me sentía deprimido a veces, sin ganas de nada, había estado pensando en la posibilidad de animar un poco el ambiente haciendo algo diferente; no hablaba de ir a un bar, de fumar en el techo del departamento o dentro de la universidad corriendo el peligro de que nos cacharan. No, tenía ganas de algo más, pero no sabía qué. Noviembre se acercaba cada vez más y con este mismo, el fin del semestre; quería disfrutarlo lo más que podía hasta ese entonces, antes de regresar a casa con mamá, antes de no ver a mis compañeros hasta el siguiente año, antes de tener más responsabilidades con materias más complicadas y que se me empezara a caer el cabello. Quería algo para recordar por un largo tiempo.
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El último blunt
AventuraTres jóvenes universitarios se conocieron casualmente, al rentar en el mismo apartamento. El protagonista, Joseph, junto a sus compañeros de departamento Charly y Curt, disfrutan de fumar hierba por las tardes, saliendo de clases y de no hacer nada...