Yo Estaré Pará Ti

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Los truenos que se escuchaban cada vez más y más cerca de él le ponían la piel de gallina más de lo que ya estaba, además de que de por sí el motivo por el que corría era suficiente como para que se le saliera el corazón de un solo palpitar.

–no huyas mi querido, hermano.

La voz de la persona que lo seguía era cínica, con un tono de risa, pero a la vez engañosamente dulce, que conocía perfectamente, aquella voz que lloraba cuando nació y cuando él la tomó en brazos, que se reía de sus intentos por dormirla o por hablarle tierno mientras él balbuceaba canciones y la contemplaba, esa voz que ahora había madurado, y no sólo la voz, sino también en su cuerpo, pero seguía siendo una niña caprichosa, que cuando no se sale con la suya, no hay nada que la detenga, y menos ahora que gozaba de un poder más allá de lo que había imaginado a su corta edad de 11 años, el poder que le daban al ser akumatizada.

<<Santo Dios, ¿cómo puedo detenerla?>>

Se preguntó en su interior mientras no dejaba de correr en busca de tiempo para pensar cómo sacar de ese estado a su adorada hermana.

<<¿cómo pudieron terminar las cosas así?>>

Entonces le paso por la mente todas aquellas veces que simplemente por estar metido en su propio mundo, olvidaba la pequeña niña que crecía junto a él y que lo tomaba como su guía, su amuleto, su consuelo, que le hacía olvidar la triste realidad de un matrimonio destruido y de dos niños, que por culpa de sus padres y sus malas decisiones, terminarían separados, niños que dejaron de dar vida a una familia rota, niños a los que sus padres sólo quisieron criar entre regalos y cosas materiales, que al final no eran nada comparado con el amor que antes le daban, pero ya no había vuelta atrás, las cosas se habían decidido, donde los dos debían vivir junto a su padre, que más que estar presente siempre era ausente en sus vidas, en los primeros concursos de ballet de su hija, en el primer concurso de escritura de su hijo, en el cumpleaños número 10 de su hija, en la adolescencia de su hijo, en todo, y ni hablar de la madre que decidió cambiar de ciudad y volverse a casar, y aunque no olvidó a sus hijos, fue como si lo hubiera hecho, en ese momento él cambió, dejó de ser el dulce niño que hacía todo por su hermana, dejó de ser aquel niño valiente que ante todo seguía dando todo de sí para mostrarle fortaleza a su hermana, simplemente cambió, ya se mantenía todo el tiempo en su cuarto, ya la libreta que usaba para crear cuentos y contárselo a su hermana dejó de importarle, ahora tenía una nueva, donde ya no habían cuentos de princesas, de castillos y flores, el mundo que describia era muy diferente, ya no era dirigido a su angelito, como llamaba a su hermana, ahora sólo eran historias vacías sin un rumbo, como su vida, una vida sin color, que fue abrazada por una intensa oscuridad qu lo cegó y le impidió ver lo que ahora lo llevaba a correr lejos de su hermana.

–la la la.

Canturreaba la menor danzando un pequeño valls que sonaba en su mente, que la hacía moverse en su tutu y danzar de aquí a allá con sus pies en puntillas, tal y como lo ensayaba en las prácticas, cuando su hermano la veía y la aplaudía incluso cuando ella se equivocaba, aquellas veces en que después de eso la llevaba a comer un helado y le hablaba de la nueva historia que estaba ideando, y aún cuando volvían y escuchaban a sus padres discutir, su pequeño mundo de felicidad seguía igual, perfecto, pues así era, hasta que él la soltó, justo en el momento en el más lo necesitaba, él la abandono, dejándolo en un barco de ida sin vuelta, en que sólo podía recordar, pero no recuperar.

–¡Te odio!

Soltó y las nubes soltaron un fuerte trueno al compás de sus nuevos pasos, furiosos y rápidos, mientras ella danzaba dando vueltas y vueltas, que formaron un remolino, que se convirtió en un tornado que empezó a jalar todo lo cercano a él, mientas ella salía de él y aterrizaba como pétalo de rosa recién caído, delicamente, en el suelo de un edificio, para formar una sonrisa en sus labios al ver el espectáculo de su hermano y unos impotentes héroes a punto de ser tragado por el tornado.

Entonces, él peli negro que hasta el momento no se había dado cuenta reaccionó y volteo su mirada hacia la del traje rojo que discutía con su compañero que hacer ante la situación.

–Ey, ya se que hacer con la libreta, pasamela.

Ladybug lo dudo un momento, pero se la lanzó, y aún él con dedos temblorosos y torpes la atrapó, la abrió y comenzó a escribir lo primero que se le vino a la mente, eliminando toda su tensión y quitando de su mente a aquel que le había roto sus sueños, cuando él le dijo a su padre que quería ser escritor, él cual reaccionó mal y le gritó, lo trató como si eso fuese basura, diciéndole incluso que sería una deshonra que él hiciese eso; olvidando así aquel momento en que decidió solo escribir para si mismo y nadie más, el verdadero momento en el que él dejó de ser el mismo...

–hermana, te escribí un pequeño cuento, ¿quieres leerlo conmigo? –le dijó sonriendole y agitando el libro.

Ella lo dudo, pero decidió desaparecer el tornado y acercarse a él, entonces hawk moth hizo acto de presencia en sus pensamientos regañando la por aquello, pero ella solo agitó su cabeza y lo quito de su mente, hasta que por fin estuvo frente a su hermano.

–hace mucho que no me cuentas uno –dijo sonriendo con nostalgia.

Entonces la abrazo, la apretó contra su pecho y respiro hondo aquel aroma que hace tiempo no se había detenido a oler a detalle, el dulce aroma de fresas de su hermana, que todos los días olía supercialmente cuando llegaba de la escuela y ella corría a abrazarlo, a lo cual el se alejaba y la dejaba después de un débil saludo.

<<¿cómo pude ser así con mi hermanita? >>

–mi hermanita –comenzo a hablar en voz alta –no me había dado cuenta de lo tanto que creciste –se separó un poco para verla mejor y darle un pequeño beso en la frente –¿dónde quedó mi niña mimada que corría cuando le hacía cosquillas? ¿dónde quedó la pequeña que se asustaba por quedar sola en la oscuridad y que corría a mi cuarto porque quería que la protegiera? ¿en qué momento cambió?

–eso mismo me preguntó de ti, ¿dónde quedó mi hermano que adoraba la hora de té y jugar a las muñecas conmigo? ¿Qué pasó con él?

–yo tampoco lo sé –dijo en suspiro cayendo en cuenta de que ya ni el se reconocía a sí mismo.

–¿y bien? ¿cuanto debo esperar por mi cuento?

Él le sonrió y abrió la libreta, se sentó y la apoyo en su pecho mientras comenzaba a narrar un pequeño cuento de una mariposa que quería volar, pero que por sus pequeñas alas no podía, entonces alguien la quiso ayudar, pero al intentarlo un fuerte viento los golpeó y rompió una de las alas de él, por lo cual no pudo volver a volar, pero la mariposa no entendía y le rogaba que lo volvieran a intentar, pero él se negó y se sintió inútil por no poder volar, el tiempo pasó y la mariposa cambió, ahora revoloteaba por todo el lugar, pero antes de volar libre, volvió donde quien la quiso ayudar y lo abrazo y le recuerdo que aunque no pueda volar ella siempre estará para él no importando lo que pase.

La hermana rompió en llanto mientras él le acariciaba la cabeza lentamente tratando de calmarla.

–gracias, hermano, te quiero –entonces lo abrazo y lloro en su hombro –y yo también siempre estaré para ti, no importa lo que pase.

Entonces miro su amuleto de mariposa llena de colores del arcoiris, que ahora estaba oscuro, aquel que su hermano le había regalado de pequeña cuando estaba en su primera presentación, el cual se lo dio para que no sintiera nervios y se acordará que pasara lo que pasara el estaría ahí para ella. Así, con el recuerdo en su mente lo rompió y el pequeño akuma salió buscando libertad, pero poco después ladybug lo atrapo y volvió todo a la normalidad, incluso quitándole a la pequeña los recuerdos de cómo su hermano había vuelto a ser lo que ella tanto quería.

–¿qué pasó? ¿dónde estoy? –estaba confundida y se miro a sí misma y a su alrededor, notando la presencia de los héroes y de su hermano –¿Marc? ¿qué pasó?

Él sólo negó con la cabeza, se dirigió a ella y la cargo, ella sonrió, pero su sonrisa de nuevo se borro.

–perdí el concurso, Marc, no te decepciones de mí –cuando ella le dijo eso la primera vez, el no la escucho y siguio de largo, pero ya no sería así, no sería como su padre, no iba a herir de nuevo a lo más hermoso que tenía en su vida.

–¿y? Sigues siendo la mejor para mí –le sonrió de la forma más sincera que pudo haberlo hecho en meses –y no importa lo que pase, yo estaré para ti –repitió las palabras que ella hace momentos le había dicho, y sin más se despidió con la mano de los héroes y llevo a su hermanita a comer un helado, como en los viejos tiempos.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2020 ⏰

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