Veintidós

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Faith fue la encargada de dejar la carta para Tom en el correo ese mismo día, mientras Amelia se había dormido en medio de un llanto imparable que no la supo abandonar hasta horas después.

El día posterior a eso, un nueve de agosto, Amelia entraba a una tienda en el centro de Charlottesville.

Ya era tiempo de comprar un celular.

Cuando se fue de Colorado decidió no llevar consigo su móvil o su computadora y para ser sincera ya estaba algo aburrida de la desconexión.

Compró un teléfono de precio intermedio pero bastante bueno de todos modos, no era de última generación, tampoco el más básico de la industria, pero estaba bien para ella.

Luego de tener su nuevo celular en mano, se dio una vuelta por toda la tienda, le gustaba mirar, aunque no fuese a comprar nada más.

De casualidad llegó a la sección de revistas y vio algo que en primera instancia no pudo creer.

La revista GQ tenía de portada a un serio Tom Hiddleston, quien vestía un traje muy fino y elegante mientras posaba con la naturalidad y sensualidad más cautivadoras que jamás vio, pero lo que más llamó su atención fue su corbata, era aquella pieza de vestir que ella le había regalado hacía ya bastante, con las pequeñas raquetas de tenis cruzadas.

Al parecer de verdad no se había olvidado de ella.

Compró la revista para leer más tarde lo que decían de Tom.

Entró a la sección de televisores y había algunos a precios muy convenientes, además de no demasiado grandes. Pequeños y compactos, perfectos para su cuarto.

En varios televisores de ahí estaban pasando las noticias.

Último minuto, se leía en las pantallas.

—Así es, Miguel... —habló una periodista—. Como decías, esta ha sido una tragedia como no se veía desde hace mucho tiempo en este lugar... una mujer de cincuenta y tres años ha sido brutalmente asesinada, a mis espaldas pueden ver la casa en que se habría concretado el crimen...

Era su casa, en Breckenridge, Colorado.

Las piernas de Amelia comenzaron a temblar, hasta el punto de no poder seguir sosteniendo su peso, haciéndola caer de rodillas.

Se cubrió la boca con ambas manos al escuchar hablar a la reportera.

—La víctima, de nombre Anya Kuznetsova y de nacionalidad rusa, llevaba viviendo ya varios años en el país. El perpetrador del crimen habría sido su esposo, quien hace algunos minutos fue arrestado por los oficiales...

—Es mi madre... —murmuró sin poder creerlo—. ¡Es mi madre! —terminó por gritar, acaparando varias miradas curiosas dentro de la tienda.

A duras penas se levantó y corrió hacia la parada del autobús, llegando a casa luego de unos minutos.

—¡Faith! —gritó al entrar—. ¡Faith!

La mujer bajó las escaleras corriendo en dirección a ella.

—Amelia, por dios... —habló tomándola por los hombros—. ¿Qué pasó?

—El bastardo de Adrik, mi padre, asesinó a mi madre...

Cayó de rodillas al suelo, sin poder sostener su propia alma dentro de su carcasa corpórea, llorando con profundo dolor.

—Amelia, vamos arriba...

Faith la tomó por los costados para levantarla del piso y la llevó hasta su cuarto.

—Lo voy a matar... —pudo murmurar la joven entre su incesante hipar—. Tengo que ir al pueblo a matar a ese malnacido, lo haré, lo voy a hacer...

—Amelia, ¡no! —la detuvo Faith—. Es terrible lo que ha hecho, pero te encarcelarán si le haces daño... te entiendo, pero tienes que controlarte...

Amelia no dijo nada, solo se acurrucó en la cama de Faith y siguió llorando ruidosamente, experimentando el fatídico sufrimiento que la sola muerte era capaz de provocarle, agarrándola con su mano podrida y fría, atravesándola de lado a lado e impidiéndole respirar.

—Necesito ir a Colorado, encuéntrame un vuelo lo más pronto posible, por favor...

La mujer de cabello negro asintió, tomando su computadora para buscar un vuelo que llevara a Amelia a Denver, mientras la muchacha se deshacía en llanto sobre su cama.

—Tranquila...

—¡No me digas que esté tranquila!, mi madre está muerta, por la puta madre...

Faith se disculpó, ella solo quería ayudarle, pero en ese momento no había nada que pudiera hacerla sentir mejor.

Su madre había muerto a manos de Adrik, el maldito Adrik.

Su universo se hundía y despedazaba, era el momento más inapropiado, pero aun así Tom invadió sus pensamientos una vez más, recordándole su ausencia y aumentando así su sufrimiento.


Don't forget to ★


✒Mazzarena

Panacea UniversalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora