Soy la muerte

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Yo soy la muerte, quién se lleva a tus queridos. 

Soy el malvado de tu historia, la muerte.

Un día inesperado, cuando el anciano reposaba en su silla, llegué yo sin tocar puertas ni dar aviso. Y lo llevé al caer el sol. 

Su hija que café hacía, al ver el cuerpo tieso de su padre gritó mientras en su mente me maldecía.  

 -Oh ¿Por qué a mi padre? -Repetía-. Aun le quedaban años de su vida, yo estaba aquí para cuidarlo, alimentarlo y consentirlo. Él solo estaba ahí sin hacer esfuerzo. 

>>Oh, dios, dios mío. Si mi anciano padre no movía ni un dedo, ¿por qué te lo llevaste tan pronto sin siquiera permitirle ver a su nieto conseguir un diploma? 

Escuchando sus chillidos de dolor, y su suplica melancólica. Volteando mi cabeza miré al anciano que a mi lado caminaba. 

-Arrugado hombre, te pido mil perdones, por alejarte de tu querida hija -Supliqué.

-Querida muerte. Antes de ver tu presencia yo era un muerto en vida -Respondió-. Mi querida, pero ingenua hija, me mantenía vivo con drogas sin importarle cuanto me perdía en mi propia mente. No niego que me quería salvar, y aprecio sus intentos, pero yo ya estaba muerto.

El viaje fue en silencio, hasta que llegábamos a la luz final. 

-Solo hago mi trabajo, y me llenan de odio -Conté. 

-Querida muerte, tienes un deber. Un deber que cumples incluso viendo lo que ves, cuando me pediste mi perdón, entendí que esto te trae más pesares que placer. 

>>Pero debes cumplir la balanza, sin ti, sin ti entraríamos en la depresión de ser inmortales. Una depresión que llegaría al cumplir todo lo que teníamos en mente y al final quedarnos sin nada.

Sonreí, hacía falta escuchar esas palabras. Con amabilidad coloqué mi fría mano sobre la frente del anciano, haciendo que lo último que viera antes de ir a la luz fuera a su amado nieto con toga y su diploma en mano.

-Descansa en paz, amable anciano.  


Yo soy la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora