Capítulo 40

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Habían pasado varios años desde que Matt y Hanna se habían despedido, que habían terminado su etapa de secundaria. Ambos en este momento estaban recibiendo sus diplomas, pensando en el otro mientras sus nombres eran llamados por el director de la universidad, poco a poco habían dejado de esperar encontrarse, estaban a miles de kilómetros del otro y las oportunidades de encontrarse eran casi nulas.

Hunter se había convertido en un adolescente muy educado, a pesar de que era apenas un niño de tres años cuando conoció a Hanna, en su mente de niño aún recordaba la voz de aquella mujer que para él era su madre aunque nunca quiso cuestionar sobre su actual ubicación. Su padre tenía como fondo de su laptop una foto de aquella mujer, los tres parecían una familia pero siempre que preguntaba por ella su padre decidía terminar la conversación o cambiar "sutilmente" el rumbo de la conversación, incluso hasta lo ignoraba para no contestar dicha duda.

Era un tema demasiado sensible para su padre, bueno así lo veía él, era apenas un adolescente de diez años así que no entendía muchas cosas. En pocas horas ambos, padre e hijo, regresarán a su país, Math debía hacerse cargo de la empresa familiar. Muy en el fondo esperaba encontrarse con la chica que le dio aquellas pequeñas notas que aún guardaba con bastante cariño, no negaba que esperaba poder entablar una bonita amistad porque no estaba seguro de sentir algo más que amistad por la chica, había pasado mucho tiempo y no sabía nada de la chica. Hunter seguía preguntando por la mujer pero no sabía que contestarle, sabía bastante bien que su hijo creía que era su madre y a decir verdad no quería negar aquello, Hanna había sido más madre que Margot.

Entró a la habitación de su hijo, en unas horas regresarán a Estados Unidos donde sus padres los esperaban pues se habían ido hace apenas unos días, se habían ofrecido a arreglar los trámites para el colegio de su nieto y eso Math agradecía. Sabía que su hijo no estaba muy contento de regresar, esto se debía a que dejaría a todos sus amigos aquí.

— ¿Hijo, está todo listo?

— Casi, solo me falta empacar mis libros — contestó el niño al tiempo que seguía guardando ropa dentro de la maleta.

— Conocerás a más personas en Estados Unidos — habló Math hacía su hijo —. Sé que conociste a personas aquí, pero mi trabajo y el de tus abuelos están en USA.

— Lo sé, es por eso que no te reproche nada cuando me diste aviso que nos iríamos.

— Lo siento mucho, campeón.

— Papá basta, es necesario volver y no estaré solo. — el niño sonrió intentando así tranquilizar a su padre.

— Cierto, se me olvidó que los pesados de tus tíos regresarán con nosotros.

— Te escuchamos, hijo de tu madre — gritó Caleb subiendo las escaleras.

— Siento que nadie los quiere y por eso se la pasan en mi casa — se quejó Math, pero la sonrisa de medio lado que tenía su rostro podía delatar que era una broma.

— No puedo creer que dijiste eso, creí que éramos amigos pero veo que ya no existe la amistad, solo simples personas randoms que entraron a mi vida — dramatiza Daemon.

— Dios, que amigos tan dramáticos tengo — suspiro Math —. Hijo estaré abajo con tus tíos.

— Está bien, papá.

Los tres adultos salieron de la habitación discutiendo por pequeñeces, era algo bastante normal para Hunter cada que venían los mejores amigos de su padre, sus tíos de corazón, sabía que estaban bromeando pues regresaban al día siguiente.

Aunque estaba feliz de que su mejor amigo también regresará con ellos a Estados Unidos pues su padre era el irresponsable, como le decía Math, tío Caleb. Había sido una sorpresa cuando su tío llegó con un niño, en ese momento de cinco años, a la casa diciendo que era su hijo y que la madre no quería hacerse cargo. Luego de un tedioso juicio por la custodia, que obtuvo Caleb, Sasha era el nuevo miembro de la familia.

¡Hola Kiwi! (#1 Kiwi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora