04🌛

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Todo el mundo, o al menos los que me conocían, sabían que yo no era muy paciente en algunas ocasiones. Máxime si se trataba de algo concerniente a mi persona. Así que Julio no ayudaba mucho con su silencio o tartamudeos.

Porque sí, el chico tartamudeaba y todo --y por muy lindo que se mirase haciendo eso- me desesperaba que no me dijera el motivo por el cual me seguía está mañana.

Aunque podía hacerme una idea, no era tonta, la verdad. ¿Pero realmente iba a esperar que yo le ayudará? Iba mal si eso creía.

— ¿Y bien? No tengo todo el tiempo —le recordé antes de hacer el "tic toc" con mi boca para darle énfasis al hecho de que ya era tarde para ir a mi trabajo.

—Es solo que… no sé cómo decirlo —confesó antes de cerrar los ojos y suspirar.

Realmente me pasé con eso, ¿Pero qué podía hacer ahora? Nada. Nada de nada, a menos no mucho, la verdad.

—Pues dilo como es, hombre —le toqué su hombro derecho con la palma de mi mano y él sonrió ante eso.

—Jamás conocí a una chica como tú, Kensie —me quedé quieta en mi lugar antes de hacer una mueca de confusión con mi boca.

—Oh, vaya. Gracias por el halago y por notarlo, creí que ayer no podías darte cuenta con lo idiota que eres para razonar… —y con eso me refiero a cuando fui sarcástica y él no lo entendió.

—Vaya manera de agradecerme y de insultarme a la misma vez —abrió sus ojos y alzó ambas cejas, lo cual me hizo sonreír.

—Tengo un don único —me encogí de hombros.

—Eso no lo dudo —perdona, ¿Qué?—. ¿Te parece bien si me invitas a almorzar y te digo el por qué te venía siguiendo?

¿Qué? Oh, genial. A parte de ser cursi, sordo, idiota --y no olvidemos el mentiroso- ¿También era un aprovechado? No, no. Eso sí que no. El almuerzo era innecesario, la verdad. Con un "lo siento" era más que suficiente. Así como también el venir aquí y ayudarle a limpiar sus ojos, que, para no ser mentirosa como él, se lo había merecido muy bien.

Por eso solté una risa sin gracia y negué con la cabeza, dándole a entender que estaba realmente equivocado si creía que yo iba a aceptar ese plan.

¿Dónde quedó la caballerosidad?

Por eso el amor me parecía un misterio, algo… extraño y confuso para mí. ¿Chicas enamoradas de chicos malos? ¿Chicos enamorados de las chicas nerd? Cada uno de los múltiples ejemplos que podía dar, siempre ocurría algo, siempre había una apuesta, una traición… algo que los podía herir, pero no, a ellos les gustaba estar ahí diciendo que era por "amor". ¿Pero el amor no se trataba de ser feliz plenamente? No todo era color de rosas, pero tampoco podía ser tan oscuro como lo pintaban.

—No aceptaré eso, la verdad —alcé ambas palmas de mis manos y sonreí de una manera hipócrita—. Estás mal de la cabeza, hombre. Deberías verte eso con un doctor.

—Vamos, Kensie. ¿Me dirás qué me tienes miedo? —Soltó burlón y con mucha confianza.

Vaya, a parte de todo lo mensionado anteriormente, también tenía cambios de personalidad.

Me gustaba más el hombre vergonzoso, por si se lo preguntan.

— ¿Acaso lo del perfume no te dejó claro nada? —Él sonrió escasamente y asintió con la cabeza.

—Me dejó varias cosas claras, como que tú con un perfume eres un arma mortal, y que no te agrado. Pero qué estás dispuesta a ayudarme solo por haberte equivocado —suspiró—, pero quiero que tú me aclares otras cosas, si quieres y tienes tiempo para almorzar conmigo hoy.

—Pues no quiero, la verdad —le dediqué una sonrisa de labios cerrados y tomé nuevamente mi bolso con la intención de irme de allí a trabajar—. Nos vemos —quizás decirle  eso no era muy conveniente, la verdad.

Después creería que estaba dispuesta a verlo rondando por allí y eso no era así.

—No dejaré de insistir, Kensie, y lo sabés —por desgracia así era, lo cual era extraño porque no le conocía, pero algo me decía que no se daría por vencido tan rápido.

¿Pero qué creen? Yo tampoco me daría por vencida.

Salí de allí sin prestarle ni dedicarle una sola mirada o palabra, llegando justo a tiempo a mi puesto de trabajo con la intención de no recibir otra amonestación por parte de mi jefe, Hoel. Era un mono y todo, pero tenía su carácter, máxime si era con la puntualidad.

Cuando me vio, desvío su vista hacia el reloj enorme que estaba colgado en una de las paredes del local y negó con la cabeza antes de verme, a lo cual me encogí de hombros porque hoy no podía decirme nada al respecto.

—Vine justo a tiempo —le sonreí y le lancé un beso cuando él se rió y se dirigió a otra parte del local.

Kensie 1, jefe 0.

Me quedé parada en mi lugar al recordar cuando había hecho eso justo cuando creía que "iban a robarme" y al final había resultado ser julio.

Suspiré con desgana y me dirigí a la parte de los vestidores  para colocarme mi uniforme del trabajo y empezar con mi jornada laboral de una buena vez, creyendo que no volvería a ver más a Julio. Porque, ¿Quién iba a querer verme después de lo que había hecho está misma mañana?

Serenata Equivocada. 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora