05 🌛

5 1 0
                                    

Comencé de buena manera a servir y a retirar las cosas sin ningún inconveniente. Incluso pude respirar mejor cuando observé que Julio salía por la puerta principal de la cafetería.

Había sentido bastante alivio, y no era para menos.

Luego de eso seguí con lo mío junto a Josy, mi compañera de trabajo por las mañanas, y a veces por la tarde.

Dependiendo como le fuera con lo económico.

Por otra parte, estaba Hoel que  no dejaba ni un segundo su puesto detrás de la caja donde Susan le cobraba  a los clientes. Sabía que confiaba en ella, pues la conocía desde que era una cría, pero también sabía que estaba allí porque ya iban más de dos semanas en que un chico no la dejaba en paz. Aún cuando ella le decía que no estaba en busca de una relación cuando ya estaba en una.

Bien, aquí se preguntaran porque razón su novio no estaba aquí para defenderla.  Y la respuesta era sencilla: "estaba  en un viaje de trabajo" y también estaba el hecho de que Susan no había querido decirle nada para no provocar problemas entre él y su trabajo.

Cuestiones de ella, la verdad.

Pero sabía, o todos sabíamos, a excepción de ella, que su novio venía hoy precisamente para parar a ese tipejo de una buena vez. ¿La razón? Hoel lo había llamado hace unos dos días atrás, y en cuanto éste se enteró, dijo que llegaría lo antes posible. Y si, señoras y señores, él ya estaba aquí, al igual que el chico que no dejaba de molestar a su novia.

Seguí trabajando con normalidad para que ella no se diera cuenta de nada, pero siempre estando atenta a lo que sucedía, cuando noté que Hoel  había intervenido, pero el chico seguía allí, insistiendo, solté una exclamación de sorpresa cuando Josy se colocó a mi lado derecho y señaló hacia un punto fijo de la cafetería. La entrada. La misma por la que el novio de Susan estaba entrando y se dirigía hacia ella.

—Esto va a estar que arde —la escuché murmurar y solté un suspiro.

—El  chico se lo buscó —mencioné antes de verla de reojo y volver la atención a Susan.

Sé que cruzaron unas cuántas palabras, las cuales nadie más escucho por estar lejos, y también sé que el chico marcó su sentencia al empujar a Dorian e intentar hacer lo mismo con Susan. Para éste punto, sabía que podían hacerle cualquier cosa a Dorian que él iba a aguantarlo y solucionarlo de la mejor manera posible, pero si intentaban o tan solo hacías el amago de dañar a Susan o a su familia, era de temer.

Josy soltó una exclamación de sorpresa al ver cómo Dorian le daba un puñetazo al pobre chico, que de pobre no tenía nada, y como este caía al suelo sin poder o tener el ánimo de levantarse y darle pelea.

La cafetería se quedó en completo silencio y me aclaré la garganta antes de decirle a Josy, con señas para que nadie más entendiera, que debíamos desviar la atención de ese lugar. Nos acercamos a las mesas a preguntar si necesitaban algo más, atrayendo un poco la atención de los clientes hacia nosotras.

Cuando volví a ver hacia esa parte, noté que él chico se levantó y  solo asentía con la cabeza hacía Dorian, antes de voltear y decirle algo a Susan. A lo que supuse sería una disculpa.

Luego de eso, salió de la cafetería sin ningún tipo de ánimo o sonrisa, y por alguna razón, sonreí ante eso.

<Ya era hora que entendiera que no podía molestar a una mujer solo porque se le diera la gana y que saldría ileso de eso>

Me acerqué a donde estaba Susan y escuché que le preguntaba a Dorian el por qué y cómo estaba allí.

— ¿No es obvio? He venido a darte una sorpresa y mira nada más con lo que me topé —aseguró mientras señalaba hacia la salida de la cafetería, haciendo énfasis a lo que había sucedido anteriormente.

Susan sonrió y agarró sus manos entre las suyas, lo que me hizo hacer una mueca al ver que iban a ponerse cursis.

—Ah, sí. Hola, Dorian. Qué bueno verte —Susan me dedicó una mirada de reproche antes de soltar las manos de su novio. El mismo que se reía por mis palabras ya muy comunes en mí.

—Hola, Kensie. ¿Todo bien? —Me encogí de hombros.

— ¿Qué puedo decirte? Va tan bien como puede ir —Susan entornó los ojos y negó con la cabeza.

—No ha querido ir a la entrevista de trabajo en…

—Te recuerdo que estoy presente y puedo hablar por mí misma —ella sonrió.

— ¿Por qué no has querido ir? Se supone que querías mejorar, cambiar de aires… trabajar en algo a lo cual estudiaste durante años en la universidad —dicho así, se oía bien fácil.

—Así hasta parece fácil hacerlo —admití y él sonrió de lado.

—Lo es, todo depende de ti y de tu actitud para enfrentar las cosas —se encogió de hombros antes de despeinar mi cabello rizado.

Oh, genial. Ahí se iban mis esfuerzos por acomodar mi cabello el día de hoy.

Gracias, Dorian. Gracias.

—Sí… con eso lo mataste —hice una mueca de pena y él sonrió antes de darse una mirada cómplice con Susan—. Okay, yo mejor me voy antes que tramen algo en mi contra. Los dejo par de tortolitos —me despedí de ellos antes de ir a la parte de adentro del local en busca de Hoel, el mismo que encontré en su pequeña oficina.

—Pasa, Kensie —seguía sin saber cómo rayos le hacía para saber quién iba a buscarlo. Bueno, quizás era muy obvia… o él era un brujo.

<Estás perdiendo la cabeza, tranquilízate>

— ¿Todo bien? —Pregunté antes de tomar asiento frente a él.

—Sí, no te preocupes —dejó a un lado sus facturas y enfocó su atención en mí—. ¿Quién era el chico de esta mañana?

— ¿De qué chico hablamos, Hoel? Porque vi entrar a muchos hoy —él sonrió escasamente al darse cuenta que por nada del mundo iba a decirle algo sobre Julio si él no iba directo al grano.

—El chico con el que estabas en el baño está mañana, ¿Recuerdas? — ¿Y cómo no hacerlo? A estas alturas él pobre hombre no iba a poder olvidar el ardor y la fragancia de mi perfume.

Y yo no iba a poder olvidar sus ojos irritados.

—Ah, ¿Qué hay con él? —Realmente no sabía si quería que le contara todo, o no. O solo el resumen más sencillo por entender.

—No te hagas la que no sabe a qué me refiero —pidió y sonreí.

—Es una larga historia —me encogí de hombros y él se cruzó de brazos antes de apoyar su espalda en el respaldo de su silla negra

—Entonces te escucho —ay no, esto no podía ser más enserio.

Serenata Equivocada. 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora