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Louisa aún seguía sentada en el prado con Jasper mirándola divertido

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Louisa aún seguía sentada en el prado con Jasper mirándola divertido.

—¿Qué pasa si no les caigo bien?

El rubio soltó una carcajada.

—¿En serio eso es lo único que te preocupa? —Louisa asintió mientras sonreía a medias—. Vamos, Bella estará ahí.

Eso pareció darle confianza a Louisa, quien se puso de pie y volvió a treparse en la espalda de Jasper para regresar a casa de los Cullen. La primera vez que había entrado, gracias a que Alice la había llevado, no pudo evitar sorprenderse. Era un lugar increíble, enormes ventanales rodeaban la casa; tenía colores sobrios, entre ellos el blanco y el gris. Además de la madera que servía como soporte. Cualquiera la podría describir como una casa de ensueño.

La casa estaba lejos del pueblo, en medio de la carretera con el bosque detrás. Quizá eso era lo que más le gustaba a Louisa.

Aún no se acostumbraba a que Jasper la llevara a toda velocidad por el bosque, la ponía algo nerviosa pero el rubio parecía saber lo que hacía.

Cuando llegaron a la casa primero se detuvieron en la habitación de Jasper, Louisa se observó.

—Luces increíble —dijo Jasper abrazándola por detrás, interrumpiendo sus pensamientos.

Louisa sonrió pero sabía que no era cierto. De haber estado al tanto de que ese día conocería a la familia de Jasper se hubiera arreglado mucho más. Llevaba el cabello castaño suelto, al igual que siempre; se veía pálida y no se había molestado en utilizar rubor, apenas si traía máscara de pestañas. Llevaba unos pantalones negros y una remera gris, con una chamarra color vino encima; además de sus típicos botines negros.

—Ya llegó Bella —dijo Jasper sonriente.

Louisa iba a preguntar cómo lo sabía pero al instante desechó la idea, seguramente la había olido o la había escuchado hablar con Edward.

La dejó pasar primero y Louisa deseó que no lo hubiera hecho, sería lo primero que verían sus padres y hermanos, no podía imaginarse una peor escena.

En cuanto llegó a la cocina se topó con los Cullen cocinando, siguiendo los pasos de un programa de cocina, eso la hizo sonreír. El doctor Cullen se dedicaba a partir carne mientras que su esposa rallaba el queso. Emmett se dedicaba a cortar cosas y las ponía en el tazón que sostenía Rosalie. Todos tenían rasgos diferentes, cabellos de distintas tonalidades pero había algo que tenían en común: la palidez y su belleza angelical.

La primera en acercarse fue la esposa de Carlisle, que le sonrió de oreja a oreja.

—Louisa, estamos haciendo italiana, espero te guste.

La chica sonrió.

—Me encanta.

—Ella es mi madre —dijo Jasper presentándola—. Esme.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora