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Nala y Rose me tienen sentada en mi cama, llenando mi cabeza de preguntas. Las cuales, ni yo misma sé que responder.

—Lo peor de todos, Te alejaste y todo para que ella fuese feliz. ¿Qué hay de ti?

—¿Que querías que hiciera?—Comenté enojada, pero luego suspiré—Jimmy me había hablado que alguien le gustaba y que pensaba invitarla a salir. Luego, ella me dice eso y mi mundo se viene abajo.

—Pero él te confesó que le gustabas.—Dijo Rosemary.

Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas—No quería hacerle daño a Peyton. Ella esa semana estuvo hablando de sus citas con él. ¿Cómo querías que reaccionara? Si él había salido con mi hermana. Lo único en lo que pensé es que sería una broma o que estaría jugando con ambas—de nuevo suspiré.

—¡Jimmy nunca juraría contigo!

—Lo más extraño es que él te mira como si fueras una obra de arte—susurro Nala.

—No es cierto.

—Summer. Le gustas.

—Entonces, ¿por qué se casa con ella?—Dije rendida.

Rendida, porque aun dentro de mi albergaba la esperanza de que el sintiera cosas por mí.

—No lo sé. Pero lo averiguaré.

—Gracias chicas. Pero no, ya les dije que no quiero saber que estarían intentando algo en contra de mi hermana.

—¿Te escuchas? Una vez más estas renunciando a Jimmy.

Me levanté con una sonrisa en los labios—¿Cómo renunciar a algo que jamás tuviste?

—¡Te desconozco!—Dijo Nala furiosa—odio a esta Summer que se rinde por lo que quiere, odio a esta Summer que está de pie frente a mí.

Rose se colocó en medio de nosotras—no es motivo de gritarnos o hablarnos de esa manera.

—¿Dejarás que Jimmy se casé con una mujer que sabes lo que es? ¿Qué sabes que terminará lastimado?—Habló Nala más tranquila.

—Él tomó su decisión.

Negó con su cabeza—¿Quieres que te golpeé? Porque estoy a nada de hacerlo. ¡Reacciona!

La puerta de mi habitación se abre—¿Se puede saber qué pasa?—Mi madre apareció en pijama y en su cara está cubierta de algo verde. —¿Por qué gritan?

—Lo sentimos, es sólo que...

—No hay excusas para gritar, las tres son señoritas y me parece de muy mal gusto que griten como si estuvieran en la plaza o en un partido de fútbol.

—Lo sentimos—dijimos las tres al mismo tiempo.

—Quiero que a partir de ahora se comporten, vendrán personas muy importantes para la boda de mi hija y quiero que sea perfecta.

Las tres nos miramos entre si y luego a mi madre—No volverá a pasar—respondí.

—Eso espero Summer, buenas noches—se fue cerrando la puerta.

—¿Su hija?—Recalcó la palabra.

—Es como si sólo ella fuera su hija nada más.

—Chicas, en serio. Ya.

—Hay que idear un plan. Si no es lo que quieres, bien, pero no me pidas que yo de mi brazo a torcer porque no lo haré.

—Chicas...

What we thought was lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora