Capítulo 46.

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— ¿Qué pasa mi amor? —me abracé más a Lauren y es que no podía evitar recordar la pelea que tuve con mi madre hace años y por lo cual nos habíamos dejado de hablar. Visitaba a papá y a mi hermana de vez en cuando. Karla solo los había visto unas veces pero casi no los recordaba.

— ¿Podemos irnos? —ella asintió y no me solté de su cintura. Tomó mi bolso y se lo colgó en su brazo y con el otro cargó a Karla que se estaba quedando dormida. Entramos al auto después de acomodar a Karla en su asiento el parte de atrás. Yo iba recargada en la ventana y tenía la mano de Lauren entrelazada con la mía. Cuando el semáforo estaba en rojo ella besaba el dorso de mi mano o se pegaba a mi asiento y giraba mi cara para darme un corto beso. Llegamos por fin pero a su departamento porque quería que estuviéramos aquí ahora. Yo cargué a Karla para subirla porque no recordaba mucho el camino para llegar a su departamento porque la mayoría del tiempo nos la pasábamos en mi departamento. Lauren tenía algunas cosas de Karla y yo algunas otras en su maleta que traía siempre conmigo. Cuando entramos todo estaba tan limpio y el lugar se veía más amplio de lo que recordaba.

—Yo la acuesto amor —Lauren me sacó de mis pensamientos y tomó a Karla para ir a la habitación.

Dejé la maleta en el sofá y me recosté ahí esperando que llegara la mujer de mi vida.

—Haré chocolate y después me contaras todo, ¿si bonita?

—Sí amor, gracias —me guiño un ojo y fue hasta la cocina. Encendí la televisión y puse Netflix y en las opciones me daban opciones como la casa de papel  la cual ya había visto y la cual me había encantado y esperaba con ansias la segunda temporada. Así que puse las chicas del cable y me sorprendí que ya estaban todos los capítulos vistos a excepción del seis que era en el que iba yo y al parecer igual Lauren. Hablando de ella, apareció con dos grandes tazas de chocolate y una bandeja con brownies. Dejó todo en la mesa y se recostó en el sofá y me invitó a ponerme sobre sus piernas recargando mi pecho en su espalda.

—Puedes hablar cuando quieras amor.

—Mi padre me habló por teléfono y me dijo que si podía ir a la casa.

—Es genial amor, ¿te dijo algo malo?

—No, es que yo...no te he contado pero hace tiempo tuve una pelea con mi madre por ti —ella me miró sorprendida —cuando supe que estaba embarazada ella me dijo que tenía que decirte porque tú eres la mamá del bebé y que no te podía prohibir ser parte de todo esto.

—Vaya, pensé que tu madre me odiaba.

—Bueno ya ves que no, pero lo que a ella le importaba más era lo que la gente pensara, nuestros familiares, que como iba a criar a un bebé yo sola, por eso decidí que era mejor que yo me fuera de todo ese ambiente que le hacía mal a mi bebé. Mi padre me apoyó en todo pero no podía quedarme en casa porque mi familia constantemente nos visitaba y mi madre no quería que diera mala impresión.

—¿Por eso cuando me presentaste con ella me dijo lo de la fotografía, verdad?

—Sí amor, para ella ninguna carrera que no tenga que ver con lo financiero o con la administración no cuenta.

—¿Entonces todo el embarazo lo viviste sola? —Asentí y ella me abrazó —Mi amor —me besó muchas veces la mejilla y acariciaba mis brazos.

—La única que estuvo ahí fue Dinah y mi padre me visitó ese día que Karla nació, después de eso ya no supimos nada de ellos. Papá me marcaba de números distintos porque mamá se enteraba y se los cambiaba porque no quería que me hablara. Ella estaba muy mal con eso y yo me sentía peor, mi bebé crecía sin su familia y todo por mi culpa.

Perfecta Casualidad (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora