Capítulo 6.

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El silencio desde que salimos de casa se hace presente. En el ascensor solo se oye el repiqueteo de mis uñas contra la pantalla de mi móvil y solo soy capaz de mirar hacia la puerta de este ya que siento la mirada de Rubén clavada en mí. Madre mía. No termino de creer lo que está pasando y menos que esté con él en un ascensor. Si esto fuera una película, el ascensor se estropearía, y tendríamos sexo salvaje contra el espejo. Obviamente esto no sucede y el jodido ascensor funciona perfectamente.

Salimos a la calle en la que hace una temperatura bastante calurosa a pesar de ser Octubre. Me señala el final de la calle, donde  un coche blanco destaca de todos los demás que son de colores oscuros. Mi Audi. Me dice que ha visto una cafetería mientras venia hacia aquí y le acepto la idea. Unos 50 metros mas allá de mi casa, han abierto una especie de cafetería moderna, toda de color blanco y negro, con muchas pantallas y muchos sofás. Nos adentramos al fondo del local, me alegro de que nadie le haya reconocido aquí dentro porque sería bastante incómodo, al menos para mí.

—¿Que vas a pedir? —me pregunta con curiosidad mientras se sienta en uno de los dos butacones que acompañan a una baja mesa de cristal.

—Un café gigantesco. —le respondo de inmediato. Me encanta el café. —y algo de bollería que engorde mucho. —añado para echarme a reír como una tonta. Por suerte él me acompaña con su risa. Y menuda risa. 

Cuando llega el camarero, rápidamente toma nota, mientras percibo que intenta coquetear conmigo. La verdad es que el chico no está nada mal, en otra ocasión quizás me vería deslumbrada por esos ojos azules y esa sonrisa brillante, pero tengo la mejor compañía del mundo delante, así que, de manera muy fría, le pido un frappé grande y dos donuts.

Después de una leve y divertida discusión con Rubén respecto si los dos donuts me harían engordar como a una vaca o como a un hipopótamo. Sus ojos verdes se quedan fijos en los míos.

—No sé mucho de ti, Nora, aparte de que te gustan las cosas friquis y la música de los ochenta. —me dice él mirándome seriamente, pero con una pizca de picardía en la mirada. —Creo que merezco algo de información sobre la persona a la que le semi-robé el coche.

—Nadie te obligo a sentarte al volante de mi auto, chaval. —le respondo divertida mientras veo que el camarero deja sobre la mesa el pedido.

—Lo sé, solo era una forma de insistirte en que me contaras algo más de ti.

—¿Qué quieres saber? —pregunto con descaro haciéndole sonreír.

—Solo una pequeña introducción sobre ti, sobre cómo eres.

—No sé qué contarte, empieza tú. Cuéntame que se esconde detrás de este chico de más de 1’90. —respondo. Cojo el café de la mesa, y empiezo a beber mientras escucho atentamente lo que me empieza a contar.

—Pues para empezar, me llamo Rubén, aunque obviamente muchos me conocen como elRubius. Supongo que sabes que mi mejor amigo es Mangel. La verdad es que no sé qué contar ya que, debido a todo lo de Youtube, casi todo el mundo sabe más de mi vida que yo mismo. He vivido gran parte de mi tiempo en Noruega y quizás por eso me encanta la nieve. Mi mayor ídolo es Eminem, creo que es la máxima representación de lo que significa la música en mi vida. Me encantan los gatos, soy un friqui de los gatos. Quizás en unos años muero pobre y triste, pero al menos no lo haré solo, tendré miles de gatos. Me gusta la fiesta pero prefiero una buena juerga con los amigos que ir a una discoteca, aunque una discoteca me hizo conocerte así que ahora las odio un poquito menos. Me paso la gran parte del día entre videojuegos, grabando, trabajando o simplemente jugando por placer. A pesar de mi fama y de casi no poder salir a la calle porque me reconocen en todas partes, soy un chico bastante tímido y no me gusta conocer gente nueva.

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora