Disco Treinta y uno: Secreto

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La noche había llegado. Y mis nervios estaban a flor de piel. Ya habían pasado un par de días desde nuestro primer encuentro desde París. Aquella noche me quedé en su habitación a dormir. Aunque nos fuimos a dormir cuando salió el sol. 

Al día siguiente el comportamiento del castaño cambió por completo y fue atento, dulce y cariñoso conmigo, como lo fue en París. Esas noches en el estudio solos habían estado protagonizadas por unos cuantos besos furtivos. Y es que habíamos comenzado una dinámica, que seguro tardaría mucho en irse. 

Cuando todos se iban a la cama, Harry me enviaba un mensaje y yo le abría la puerta de mi habitación. El castaño entraba lentamente y pasábamos la noche juntos. No faltaban los besos, las caricias y los "te he echado de menos". 

Pero la sensación de culpabilidad y  de intranquilidad se asentaba en nuestro estómago cada mañana.

Así que habíamos decidido salir para poder hablar de lo que sea que estaba pasando entre nosotros. 

—Chicos, voy a salir a por unas medicinas, que se me han olvidado comprar a una farmacia de guardia —comenté siguiendo nuestro plan.

—¿Pero no es muy tarde, Dani? —dijo Niall.

—No te preocupes, yo la llevo —dijo Harry rápidamente. 

Tuve que hacer un gran esfuerzo para no reírme. Y es que las dotes dramáticas del chico no dejaban de impresionar. 

—No hace falta, Harry. 

—Que sí —se levantó del sofá y agarró las llaves del coche con determinación —Venga vamos. 

Rodé mis ojos al cielo metida completamente en el papel. Y cuando salió por la puerta, lo seguí después de decirle adiós a los chicos. Aceleré el paso para llegar al coche y me deslicé en el asiento del copiloto. 

Harry ya había metido las llaves en la ranura pero no había encendido el coche. No sé por qué pero comencé a reír y el castaño no tardó en seguirme. 

—Dios, me siento como si estuviese haciendo algo ilegal —solté. 

—Bueno cielo, ilegal es —se giró en mi dirección y agarró mi barbilla para soltar un suave y lento beso sobre mis labios. 

Una sonrisa se deslizó en sus labios y tuve que apartarme. 

—Aquí no —dije firmemente. 

—Vale, ¿dónde quiere ir la señorita en nuestra cita?

—¿Es una cita? —pregunté sorprendida. 

—Pues claro Danielle, te invité a salir, no sé qué entiendes tú por cita. 

Salir a algún lado donde podamos ser vistos

Aparté los pensamientos negativos que amenazaron con invadirme y me concentré en la imagen de Harry intentando sacar el coche de donde estaba estacionado. 

—Pues no he pensado nada, lo siento —le dije. 

—Yo sí —me guió un ojo. 

—¿No crees que se te da muy bien organizar planes?

—¿A mí? No sé, creo que te entiendo y pienso en lo que te gustaría hacer. 

—Yo creo que es por las películas románticas que has visto, tienes una biblioteca de citas perfectas. 

—No tengo muchas citas, que se diga. 

Por unos momentos el silencio se instaló entre nosotros. Por un lado, sabíamos que aquello había sonado más triste de lo que Harry pretendía. Y por otro, en el fondo de mi mente resonaba que quizás no haya tenido muchas citas porque simplemente no necesita ese paso. Quizás no necesita una conexión para estar con alguien. Y puede que sea eso lo que le haya pasado conmigo. 

Our Song | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora